Es una calurosa noche de noviembre del 2023 en Quito. La temperatura promedio de la mañana y la fuerza de los rayos ultravioleta —25 grados y un índice de 11, respectivamente— se quedaron rondando en el ambiente, gracias a la ausencia de viento.
El calor es soporífero. Sin embargo, la indignación no me permite conciliar el sueño y prefiero quedarme en la biblioteca de mi casa.
¿Por qué la indignación? Mis búsquedas en Google sobre desapariciones involuntarias —según cifras de ASFADEC, Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador, dos personas desaparecen en Ecuador cada día— me llevan a “Ruido”, la película estrenada en octubre del 2022 y dirigida por Natalia Baristein, que desnuda la indifencia y nulo accionar de las autoridades frente a este drama en México. Sin embargo de la geografía distante, lo que cuenta “Ruido”, es un espejo de lo que sucede en Ecuador.
La directora de “Ruido”, Natalia Baristein, acerca a los espectadores las realidades que se tejen en torno a las desapariciones: la inacción e inoperancia de las autoridades y funcionarios judiciales y policíacos; la sororidad de los familiares de los desaparecidos —por lo general son sus madres— que se organizan en colectivos para buscar a sus seres queridos y que, en ocasiones, encuentran más pistas que las propias autoridades; y, la evolución psicológica de los familiares en esa búsqueda.
“Ruido” fue la cinta ganadora en el Festival de San Sebastián 2022. El Festival de Morelia 2022 la nominó a mejor película. En los premios Ariel 2023 fue nominada a: mejor director, mejor actriz, mejor edición y mejor fotografía. En este mes fue nominada en los Imagen Foundation Awards por mejor dirección y mejor drama.
Julieta, la protagonista de “Ruido” y la evolución psicológica de su personaje
Julieta, la protagonista de “Ruido”, es una artista plástica que vive en Ciudad de México. Su cotidianidad se altera tras la desaparición de su hija, Ger.
Ante la pasividad del sistema de justicia, Julieta se sumerge en una investigación propia, desentrañando los oscuros recovecos de una realidad que afecta a miles de mujeres (principalmente) en su misma situación.
En su travesía, Julieta se enfrenta a la tragedia que se esconde detrás de los desaparecidos en México. Nombres anónimos que pudieron ser víctimas de trata, de la delincuencia organizada, o del horroroso femicidio y desaparición del cuerpo.
Julieta encarna a las madres y familiares de los desaparecidos, en su tortuoso camino por encontrarlos.
Estas mujeres, cuyas historias comienzan con la desaparición de un ser querido, llegan a las oficinas de justicia con los ojos vendados, ignorantes de que están a punto de enfrentarse a un monstruo indiferente y despiadado.
El sistema de justicia y policial en los países latinoamericanos, representado por fiscales, agentes, policías y escribanos, les muestra su indiferencia y desdén por las niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas.
A medida que los días, semanas, meses y años transcurren, estas mujeres se dan cuenta de que sólo se tienen a ellas mismas.
Ante la realidad de que “para las autoridades es más fácil buscar cadáveres que personas”, las madres inician la búsqueda de sus familiares, se organizan en colectivos, marchan, y se brindan el apoyo y acompañamiento que la justicia y sus entidades les niegan.
El dolor compartido se convierte en una fuerza motriz que desafía la indolencia institucional y revela la sororidad que surge en medio de la tragedia, construyendo puentes de resistencia ante un sistema que parece haberlas abandonado por completo.
Así, la búsqueda de Julieta, en “Ruido”, refleja la lucha colectiva de todas estas mujeres, unidas por la esperanza y la determinación de encontrar a quienes aman, mientras enfrentan un sistema que persiste en su indiferencia.
No me quedé solamente con las reseñas y el trailer de la película. Esa misma noche, calurosa y de desvelo, me puse a ver “Ruido”.
Hay momentos del filme que paralizan. Por ejemplo, cuando Julieta escucha de los labios de un presidiario —envuelto en delitos de trata e involucrado en la desaparición de su hija Ger— que ya no la busque.
Desde mi punto de vista, este es el instante que marca la transformación del personaje. La apacible Julieta, que llegó a Fiscalía sin saber cómo funciona el sistema de justicia en su país, termina marchando con otras mujeres, que como ella, perdieron toda esperanza en el Estado y se unen para enfrentar su indiferencia y desidia.
Es que como muchas de nosotras sabemos, “de ponerse las gafas lilas, ya no se vuelve”.