Derechos humanos

Julia Guamán: “Espero que regrese mi hija, salió a buscar trabajo”

Ilustración: Manuel Cabrera.

Las blusas escotadas, los blue jeans rotos y de lentejuelas se guardaron en una gaveta; los zapatos deportivos y las sandalias se arrimaron en el rincón del clóset. 

“Nadie toca esas pertenencias”, es la orden que dio Julia Natividad Guamán. La consigna lleva más de dos años y su deseo se mantiene en firme.

“Espero que regrese mi hijita y que vea que sus cositas están en el lugar donde las dejó”, dice mientras mira un retrato en donde su hija.

En esa fotografía ella muestra el signo de paz, destaca su delgada cadera, con actitud “sexy”, desde la terraza de su casa, ubicada en el cantón de Pangua, cabecera cantonal de El Corazón, en la provincia de Cotopaxi.

Doña Julia revisa otras fotografías de “los días felices”, cuando su familia festejó el egreso del colegio de cada uno de sus seis hijos; cuando vinieron los nietos a pasar las vacaciones; las “comilonas” por Navidad y Año Nuevo.

Teresa (centro) durante el festejo de cumpleaños. Fotografía: Cortesía.

La sonrisa se pierde al ver una de las imágenes que más le conmueven: Teresa, la cuarta de sus vástagos, aparece frente a un pastel de cumpleaños; hay globos, serpentinas y una botella de champán, para homenajearla por su “cumple”. 

Julia analiza de nuevo la foto. Mira los detalles de la blusa celeste y negro a rayas que lució la chica en ese festejo. Lo hace una vez más, porque no logra entender qué pasó con su hija, “la más hacendosa”.

Tere —como llama Julia cariñosamente a su hija—, de tez blanca, cabellera larga y negra, ojos cafés y contextura delgada, tenía 23 años cuando desapareció. 

Cinco años antes se graduó de bachiller en Informática en la Unidad Educativa Guapara, una escuela de educación regular, localizada en la parroquia de Moraspungo.

Teresa sentía fascinación por los procesos para almacenar y procesar información. Quería ejercer la carrera en esa área, pero tenía otras obligaciones que la apuraron a conseguir trabajo “de lo que sea”, refiere doña Julia. 

La joven cumplió la mayoría de edad cuando nació su hijo, Jaco Daniel. Apenas tuvo a la criatura en sus brazos, entendió que su prioridad era conseguir un empleo y “que nada le falte al niño”.

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Las exigencias de Jaco

Jaco demandó mucho más que pañales, biberones, leche y juguetes: el niño tenía una condición especial. 

Luego del parto, los médicos informaron que el infante presentó un cuadro de ano imperforado, un defecto congénito, en el que la abertura anal normal se encuentra cerrada.

El tratamiento consistió en una construcción quirúrgica del ano, además de la evaluación permanente de otros órganos internos. También se contempló una colostomía temporal, para restaurar la continuidad del colon.

El procedimiento no podía continuar en Pangua, por lo que derivaron al recién nacido al hospital de niños Baca Ortiz, en Quito (Pichincha), a 126 kilómetros.

La terapia dio resultado, pero Teresa tenía que viajar una vez al mes para someter a su hijo a controles; las medicinas que adquiría en la farmacia superaban los 100 dólares.

Si bien la atención era gratuita, el niño requería de medicación permanente, lo que ponía en conflictos a Teresa, pues le representaba a la joven madre un gasto superior a 150 dólares al mes, incluida la manutención de Jaco. 

“Siempre me decía: mamita tengo que encontrar trabajo. Mi hijo necesita sus medicinas”, recuerda doña Julia.

¿Dónde está Teresa?

El 9 de agosto de 2019, Teresa contó a su madre que recibió una llamada en donde le ofrecieron trabajo como auxiliar de una boutique, en el barrio San Cristóbal, ubicado en el sur de la capital. 

Según la joven, por el cargo le pagarían 500 dólares (en ese año, el Salario Básico Unificado era de 394 dólares), propuesta que le llamó la atención porque podía ayudar al pago del tratamiento de su hijo.

Le indicaron que el puesto era suyo, siempre y cuando llegara ese día, ya que necesitaban personal para la mañana siguiente, que era 10 de Agosto y se recordaba el Primer Grito de Independencia de Ecuador.

Teresa Albiño, después de una reunión familiar. Fotografía: Cortesía.

“Le dijeron que por ser festivo iban a vender bastante ropa. No sé, para mí no tenía sentido”, rememora Julia.

Teresa encargó al niño con su madre. Se vistió con un pantalón gris, blusa blanca, chompa negra, zapatos rosados y llevaba una maleta negra. Madre e hija salieron a la parada del bus. 

Julia no esperó hasta que su hija se subió al colectivo que le llevaría a Quito. Esa fue la última ocasión que la vio.

La madre estaba habituada a que su hija no se contactara con ella cuando iba a Quito para los chequeos de su hijo. Por ello esperó tres días, para llamarla a su celular. Jessenia, hermana menor de Teresa, trató de localizarla, pero el teléfono estaba apagado.

Días después, la familia recibió una llamada del hospital indicando que llamaron a la madre para recordarle la fecha de la siguiente cita, pero nunca respondió. 

“Mi hija salió a buscar trabajo porque quería darle medicinas a su hijo, que estaba con tratamiento. Ahora, no sé dónde está, qué pasó con ella. La extrañamos…”

Julia Natividad Guamán

“Para mi hija era importante Jaco. Nunca hubiera suspendido el tratamiento”, advierte Julia.

De esa alerta pasó un mes para cuando los familiares se animaron a presentar la denuncia ante la Fiscalía

“Yo le decía que se quede, para que trabaje cerca de los suyos. Ella se fue sin pensarlo”, reitera la madre.

Los agentes a cargo tomaron procedimiento y realizaron entrevistas a parientes y amigos. El caso se estancó. 

Julia asegura que ni siquiera se conoce cuál fue la ruta que tomó Teresa, ya que ella viajaba a Quito tomando dos cooperativas: Panguavía o Macuchi. 

La madre explica que no se quedó para ver cuál fue el bus en que se subió. Tampoco se conoce si Teresa llegó a la capital ni el número celular del cual le llamaron, mucho menos dónde queda el supuesto local de ropa.

Mientras la investigación continúa, el caso amerita una reflexión: los ciudadanos que buscan empleo son propensos a estafas y a falsas ofertas de trabajo.

Riesgos de buscar empleo 

La tragedia de Teresa, que se originó tras una supuesta propuesta laboral, no es un caso aislado.

El 7 de abril de 2021, Mirian Michelle Mosquera Villegas, de 27 años, fue encontrada sin vida, en la vía Perimetral, en el norte de Guayaquil (Guayas). 

La joven salió de su casa, ubicada en el Guasmo Sur, por una propuesta de trabajo, refirieron sus seres queridos. 

El jefe de la Unidad de Muertes Violentas de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), detalló que, según las investigaciones, se la llevaron con vida y después la mataron.

“Es la necesidad de ubicarse en un puesto laboral lo que a las personas no les permite cerciorarse que pueden ser estafadas o que, incluso, corren peligro. Y, del apuro, se olvidan de verificar la autenticidad del mensaje”, advierte Ernesto Andrade, sociólogo y psicólogo familiar.

Y es que la necesidad de encontrar un empleo remunerado se ha convertido en una constante en el país. 

Según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), en febrero de 2022 el desempleo se ubicó en 4,3 por ciento, es decir, cuatro de cada 100 personas de la Población Económicamente Activa (PEA) no tienen ocupación.

Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), este porcentaje refleja que 397 mil 645 personas se encuentran sin trabajo. 

El INEC también refleja  que, hasta febrero de este año, la cesantía fue del 6,2 por ciento en el área urbana. 

En cambio, para el área rural fue de un 2,1 por ciento. Mientras que, en marzo de 2022, el desempleo por género fue del 5,5 por ciento para las mujeres y del 4,3 por ciento para los hombres.

La tecnología, aliada de la delincuencia

El escenario de desempleo propicia que la delincuencia común y organizada actúen para timar a los ciudadanos y busquen mecanismos de estafa, advierte Ernesto Andrade.

“Los falsos anuncios no solo se encuentran en la prensa escrita, peor aún, están radicando en redes sociales, páginas web y correos electrónicos, donde circulan avisos de atractivas vacantes para un sinnúmero de puestos (auxiliares de contabilidad, cajeras, secretarias, repartidores, guardias de seguridad, asistencia en ventas…)”.

Tnte. Ricardo Muñoz, jefe de Análisis de Ciberdelito de la Policía Nacional

El oficial indica que la cifras evidencian que detrás de estas ofertas actúan bandas dedicadas a estafar. 

Muñoz reconoce que esta actividad no es nueva, pero se volvió recurrente durante y después de la pandemia por la covid-19, que propició el cierre de negocios y despidos, lo que dejó un millón de desempleados y 5,3 millones de trabajadores con condiciones laborales precarias, según el INEC.

“Hemos identificado que existen propuestas en llamadas telefónicas, redes sociales o a través de páginas falsas que generan una oferta laboral”, detalla.

La Unidad contra el Ciberdelito tiene su matriz en Quito, pero trabaja a escala nacional. Actualmente operan 21 agentes en coordinación con la Policía Judicial.

Según el informe “Ciberdelitos en Ecuador 2022”, entre 2020 y lo que va de este año, se han realizado dos mil 668 delegaciones fiscales. En este lapso, se ha detenido a 31 personas. 

Gráfico: Manuel Cabrera.

El personal ha detectado delitos como apropiación fraudulenta por medios electrónicos, interceptación ilegal de datos y estafa (provocar un perjuicio patrimonial a alguien mediante engaño). 

En esta última —tipificada en el artículo 186 del Código Orgánico Integral Penal (COIP) con pena de cárcel de entre cinco y siete años— es en donde más se detectaron hechos concernientes a falsas ofertas de trabajo.

En 2020 hubo 105 casos investigados (en los tres tipos de delito); en 2021, la cifra subió a 212, mientras que, hasta el 5 de febrero de este 2022, se reportaron 16 investigaciones.

Las personas que estén interesadas en buscar trabajo deben tener cuidado de las llamadas que reciben. Ninguna empresa solicita dinero o depósitos económicos si es que no fue contratado.

Muñoz explica que la modalidad más recurrente de estafa es la obtención de un número de contacto, especialmente de mujeres.

El delincuente llama a su víctima y le dice que fue seleccionada, pero que antes tiene que depositar dinero para someterse a exámenes médicos.

“Por el afán de conseguir ese puesto, las personas transfieren el dinero; acuden a las pruebas y es ahí cuando descubren que fueron defraudadas”, refiere Muñoz.

Carmen Hidalgo (nombre protegido) cuenta que casi “cae redondita” bajo esa modalidad. En 2019 egresó de la Escuela de Sociología de la Universidad Central. Llevaba un año sin encontrar empleo. 

En febrero pasado recibió una llamada de una empresa de metales y de cemento, de la que no recuerda el nombre.

“Me dijeron que yo había presentado mi currículo y que era candidata para obrera, pero nunca me postulé. Ahí se me hizo raro”, cuenta.

Se trató de un hombre que llamó desde un número convencional y que le pidió 175 dólares para chequeos médicos, delantales y para el gafete de la empresa.

Carmen dijo que no tenía ese valor y que si le podían descontar en el primer mes. El individuo respondió que no y que tenía 24 horas de vencimiento, sino la plaza sería para otra postulante.

“A los dos días, mi hermana me prestó la plata. Llamé a preguntar si aún tenía chance y resultó que el número era de una cabina telefónica”, recuerda.

Selección de personal debe cumplir un proceso

“Las convocatorias para puestos de trabajo, generalmente, se realizan mediante concursos abiertos de Méritos y Oposición. Muchas veces se publican, así como los requisitos necesarios para participar”, explica Silvia Guerra, psicóloga de Talento Humano.

La experta señala que los puestos de trabajo formales se cumplen bajo procesos de selección. 

“Las llamadas falsas, generalmente, indican a la víctima que ya fueron elegidas con solo dejar su currículo, pero una empresa seria cumple una selección más rigurosa”, advierte.

El postulante debe cumplir ciertos parámetros y requisitos según el perfil del cargo requerido por la empresa, previos a su contratación. Además, el personal a cargo tiene que comprobar su idoneidad para ocupar la vacante.

El primer paso es la selección de carpetas que se ajustan al perfil requerido, donde luego se analiza si los postulantes cumplen con los requisitos previos, para pasar a una etapa de pruebas técnicas de conocimiento.

Estas evaluaciones son calificadas por la máxima autoridad del área en la que trabajará el ganador del concurso.

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La siguiente fase comprende una entrevista personal y, quienes hayan pasado los filtros anteriores, realizarán una prueba psicotécnica.

Los resultados finales serán ponderados para obtener el ganador del concurso, quien será notificado formalmente. Además, los procesos de postulación y posterior selección no tienen costo alguno.

El psicólogo Ernesto Andrade advierte que las personas interesadas en buscar trabajo deben tener control de los lugares en donde envían sus currículos. A partir de ello, estar pendientes de las empresas que les llaman.

Tanto Andrade como Guerra coinciden en que en la selección se solicitan papeles de verificación. 

“Lo que se les pide son sus documentos de identidad, certificados de trabajo, cartas de recomendación o referencias, después de una entrevista”, explican.

 El trabajo es lo de menos 

La familia de Teresa ha hecho lo que está en sus manos para buscarla. Presentaron la denuncia en Quito y no tienen recursos económicos para viajar cada semana y dar seguimiento al caso.

Carlos Julio Mera, su medio hermano, cuenta que se dedica a la mecánica y trabaja permanentemente con agentes de Policía Nacional. 

Cuando perdieron el rastro de Teresa pidió ayuda a los servidores, quienes se encargaron de difundir la imagen de su familiar, “pero no ha habido resultados”, reitera.

Jaco, quien pregunta por su madre, está criándose con sus abuelos. Doña Julia no espera que el padre se haga cargo. “Ella me lo dejó a mí. Y es mi responsabilidad”, refiere.

Ángel Albiño, padre de Teresa, reconoce que la ausencia de su hija ha golpeado a toda la familia, pero más le duele ver a su esposa que cada noche se encierra a llorar.  

“No sé qué es más doloroso, ir a dormir sin saber dónde está mi hija o la inoperancia de las autoridades, ya que pasa el tiempo y no hay respuestas”, cuestiona.

Bolívar Burbano, coordinador de la Unidad de Personas Desaparecidas y agente fiscal No. 4 de Personas Desaparecidas de Pichincha, reitera que es importante la participación activa de los familiares del desaparecido, ya que la Ley Orgánica de Personas Desaparecidas y Extraviadas menciona esa peculiaridad.

Burbano también reseña que en caso de que una familia no tenga recursos económicos, existe la Unidad de Víctimas de Personas de la Defensoría Pública

Las familias que no tengan recursos económicos para mantener la búsqueda de su familiar desaparecido, puede acudir a la Defensoría Pública que ofrece asistencia gratuita.

A través de esta Unidad se puede buscar el auspicio para que se les asigne un abogado de oficio, para hacer todo tipo de coordinación con los familiares y con la Fiscalía.

Explica, además, que la Fiscalía tiene que mantenerse en contacto con las familias a través de los celulares, correos electrónicos e incluso por Whatsapp. 

“Los familiares cuando toman contacto con nosotros también pueden estar en contacto con esta unidad”, advierte.