Bizarrap es uno de los productores más importantes del momento y se cuela en nuestra cabeza a través de los beats que mezcla en su computadora con personajes y coros memorables.
Muchos de nosotros lo conocimos en marzo de 2022, en la BZRP Music Sessions # 49 haciendo beats con Residente, cuando el rapero puertorriqueño desmontó toda su furia contra J Balvin en un hit de siete minutos. El colombiano había deslegitimado el poder latino en los Grammy en sus comentarios y Residente sentía la obligación de responderle. En un solo día la canción tuvo 17.000 reproducciones por hora.
En julio de 2022, volvimos a corear y bailar con sus mezclas cuando grabó con Quevedo, un rapero madrileño, la BZRP Music Sessions # 52. El pegajoso coro de “Quédateeee que las noche sin ti dueeeeeleeen” tiene hasta ahora 937 millones de reproducciones en Spotify y es la canción más popular grabada por el productor.
Pero desde que Shakira grabó la BZRP Music Sessions # 53 en el estudio de luces violetas y paredes blancas de muros tapizados de cebra, donde habita Bizarrap, definitivamente estaremos pendientes de lo que sigue.
La historia con Shakira no hay que detallarla demasiado, pero a propósito del cumpleaños de la cantante (este 2 de febrero), el canal de Bizarrap en YouTube estaba inundado de comentarios tipo “regalémosle a la loba 300 millones de visitas”.
Talento viral
El talento y la popularidad de Bizarrap juegan con la lógica de los algoritmos y tienen la potencia de lo que el escritor español Jordi Carrión llamaría “lo viral”. Lo que hace Bizarrap está dentro de lo mainstream, es pegajoso, nos contamina y nos gusta a muchos, incluso a mí, que antes de empezar a rebuscar sobre su vida, era una de sus detractoras, pues, bien se ha dicho que, nadie ama lo que no conoce.
Este productor que mantiene el anonimato tradicional de aquellos que están tras los éxitos, pero que nos da la posibilidad de nombrarlo en cada uno de sus trabajos y aparece en la foto de nuestros artistas favoritos, es un tipo que sabe lo que hace. En un contexto en el que el mundo se ha volcado hacia el sonido latinoamericano, abanderado por el reguetón, él arma beats de éxitos seguros que llevan algo de latino, pero tienen su base en la música electrónica y la originalidad del rap en las batallas de freestyle. Bizarrap ha catapultado lo que sus ídolos de adolescencia hacían: la música como un campo de batalla.
La persona tras los beats y samples
Nacido en 1998, en Buenos Aires, Argentina, Gonzalo Julián Conde creció clavado frente a una computadora y, a través de ella, pudo ver cómo funciona el mundo y cómo podía hacer la música que quería escuchar. Hoy, a sus 24 años, es el número 22 más escuchado del planeta en Spotify (medición que cada día está en ascenso hacia el primer lugar); pero además es uno de los cinco latinos más importantes en esa plataforma.
Su rostro es casi privado. El perfil que todos conocemos es fácilmente un avatar. Lleva gafas, gorra y ropa ancha que ocultan (o definen) su identidad pública. Su nombre público ha evolucionado de Bizarrap, una abreviación de Bizarro y rap, a BZRP. El seudónimo pasó a convertirse en ícono.
Tiene el perfil de un idol de la generación Z. Todo lo que ha hecho ha sido estratégico y medido. Comenzó cuando era adolescente y sus padres escuchaban al grupo argentino Juana La Loca, mientras él se cuestionaba sobre el proceso de bandas como Radiohead o Daft Punk.
El futuro del sonido está en el loop
“Cuál es el sonido del futuro, me preguntaba. No sabía qué hacer, pero sabía que necesitaba un clic. Pensé en el sintetizador y en por qué no usarlo si sabía cómo hacerlo. Entonces inserté un sonido y lo sintonicé con en un moog modular”, dice Giovanni Giorgio, a quien todos llamamos Giorgio por la serie de remixes que tienen su nombre en los intro de la banda electrónica Daft Punk, y sobre quien pesan algunas teorías conspirativas sobre su posible no existencia. Cuando Giorgio usó el sintetizador no hubo un antes. Nadie le dijo cómo hacerlo.
En otra época, sin redes, Giorgio supo que el sonido del futuro estaba en los sintetizadores y en la posibilidad de envolver nuestras mentes con un loop, con esas partes de las canciones que se repiten constantemente, en bucle.
Cuando Bizarrap era un adolescente se descargó un programa para mezclar música y aprendió a hacerlo solo, en el cuarto que hoy conocemos.
Cogía canciones que le gustaban, les extraía ‘a capella’ y las mezclaba. Empezó con los remixes, experimentó con distintas fórmulas y las perfeccionó con tutoriales de YouTube.
Luego comenzó a ir a batallas de rap o freestyle, donde los participantes rapean con un contrincante a partir de una serie de improvisaciones y el que mejor lo hace gana. A Bizarrap se le ocurrió que podía tomar fragmentos icónicos de las batallas y ‘remixearlos’ con efectos especiales. Con su trabajo montaba a los contrincantes en una especie de juego de Nintendo. La contienda se extendía. Así nació una serie a la que llamó Combo loco, y estuvo alojada en un canal de YouTube durante los primeros años de los 2000.
Con esa cuenta, Bizarrap alcanzó 10 millones de suscriptores. Obviamente este canal de adolescentes ya no está al aire para avergonzarlo. Lo que sí existe son las batallas comentadas, pues la popularidad de este trabajo llegó a tal punto que otros raperos tomaban el video de Bizarrap para hablar sobre ello en una especie de set de televisión.
La primera sesión más cercana a quien hoy conocemos como Bizarrap fue en 2018, con Kódigo, Lucas Lautaro Helou, un rapero originario de Rosario, a quien Bizarrap conoció en una batalla y lo convenció para hacer un nuevo tipo de improvisación, al estilo de las batallas de hip-hop, pero en el cuarto que hoy es su estudio y frente a una cámara. La sesión fue un boom en redes y así llegaron otros improvisadores a completar su serie, hasta que BHAVI, un cantante de trap nacido en Bélgica y que reside en Argentina, lo llamó una tarde para pedirle que armaran juntos una canción.
—Pero vos no improvisás —le dijo Bizarrap con dudas.
—No, Bizarrap, lo que te estoy pidiendo es que hagamos una canción de cero.
A pesar de que no era lo que en ese momento el productor estaba trabajando decidió tomar el desafío para terminar su serie con freestyle y empezar a batallar desde otro frente.
“Cuando empecé con las sessions, subieron las visitas. Y con la de Nicky Nicole (en agosto de 2019) explotó todo: fue la más oída de Argentina. Miré el top 200 de Spotify y había 11 canciones mías. Investigué y no había precedentes. Ahí me dije: ‘Bueno, ya está, tengo que dedicarme a esto a full. Porque si le estoy dedicando un tercio de mi tiempo, imagina si le doy todo el día’. Así llegamos a lo que está pasando ahora”, dijo Bizarrap en una entrevista con la revista Forbes de Argentina.
En 2022, Bizarrap fue el cuarto artista más escuchado en su país y el tercero en América Latina, según SoundPark.
Bizarrap había empezado a estudiar marketing y lo dejó para meterse de lleno en su próximo éxito. Y aunque al parecer cambió de lugar, el estilo de confrontación en sus hits se mantiene, no en vano la sesión # 53 con Shakira es una de las más vistas en su canal, ya sea porque tiene la misma confrontación de una batalla de rap, algo de rima o porque nos sube en el juego de la disputa a todos los oyentes. Si vemos atrás, todas las sesiones de Bizarrap se catapultan en segundos desde lo inédito y algún remolino coyuntural y combativo, como en el tema que hizo con Residente.
Nada de lo que hace Bizarrap funciona de manera aislada. Construye en series, en entregas, en sistemas. Empezó con los Combos locos y siguió con las sesiones. No nos da la cara pero no deja de pensar en el siguiente loop que se colará en nuestras vidas mientras él y Shakira continúan, como dijo la colombiana, facturando.
¿Qué es lo que sigue, Biza?