Komi-san no puede comunicarse es una serie de anime basada en el manga homónimo escrito e ilustrado por Tomohito Oda. La historia se centra en Komi Shoko, una adolescente hermosa y solitaria que padece TAS (trastorno de ansiedad social), cuyo sueño es tener cien amigos. Actualmente la serie tiene dos temporadas de doce capítulos cada una y está disponible en el catálogo de Netflix.
A decir de la psicóloga y psicorrehabilitadora Andrea Rodríguez, el TAS o fobia social es un trastorno psiquiátrico que se caracteriza por el miedo persistente a las interacciones sociales diarias, pues revela niveles desmedidos de angustia y estrés en quienes lo padecen. El temor a ser observados y avergonzados lleva a quienes lo sufren a abstenerse de participar en situaciones que requieran relacionarse con otros. Su severidad puede variar de leve a grave y, en algunos casos, impide de forma significativa el desarrollo del individuo.
En el caso de Komi Shoko, la ansiedad que siente ante cualquier intercambio social le impide hablar y, por lo tanto, relacionarse con otras personas. Rodríguez menciona que el TAS se manifiesta a través de dos facetas sintomáticas, las cuales se dan a nivel físico y emocional. Los síntomas físicos más comunes son temblores, sudoración profusa, taquicardia, tartamudez, dificultad para respirar y problemas gastrointestinales. Y entre los síntomas cognitivos y emocionales podemos anotar: miedo a bloquearse, temor a la evaluación negativa, pensamientos negativos, sensación de que todos te están juzgando, temor extremo a conocer gente nueva, entre otros.
Para enfrentar su trastorno, Komi se pone a prueba en múltiples escenarios cotidianos, tales como pedir una orden de comida, leer en voz alta durante una clase o responder un saludo, como se ve en esta escena del episodio 2.
Según la especialista Andrea Rodríguez, cuando sentimos temor experimentamos un incremento de epinefrina y otras sustancias químicas que preparan a nuestro cuerpo para luchar y huir, de esa manera nuestro sistema nervioso se pone alerta ante una situación que consideramos riesgosa.
En el TAS, aunque las situaciones peligrosas para quienes lo padecen no sean reales, esta reacción se activa con mayor frecuencia y en circunstancias en las que no debería, generando sensaciones físicas (en el caso de Komi, muy fuertes) y haciendo que prefiera evitar las relaciones interpersonales.
Existen varios tratamientos para lidiar con la también llamada fobia social, entre ellos, a decir de Rodríguez, la terapia de exposición es una de las más utilizadas, además de técnicas de relajación y el uso de medicamentos. La especialista, sin embargo, prefiere “el entrenamiento de pacientes en habilidades sociales”.
Advierte además que todo proceso terapéutico debe ser supervisado por un profesional de la salud mental, más allá de que en el animé sean los amigos y familiares de Komi quienes lleven el registro de sus progresos, quienes la animen a ir venciendo el miedo a ser observada y a redefinir, de esa manera, su la relación con el mundo que la rodea.
En la siguiente escena se puede observar cómo los mejores amigos de Komi le ayudan a interactuar con el resto del alumnado a través de juegos. Algo que se vuelve muy frecuente a lo largo de la serie y, aunque Komi sigue sin poder hablar, su interacción a través del cuerpo logra integrarla en las dinámicas en las que participan sus compañeros.
La importancia del diagnóstico
Según la Organización Mundial de la Salud, 3,6 % de los adolescentes de 10 a 14 años y 4,6% de los que tienen de 15 a 19 años padecen un trastorno de ansiedad. También se calcula que 1,1 % de los adolescentes de 10 a 14 años y 2,8 % de los de 15 a 19 años padecen depresión.
Especializada en tratar a niños y adolescentes, Rodríguez enfatiza que es importante un diagnóstico adecuado, pues es común que se confunda la ansiedad generalizada con TAS.
Un diagnóstico errado entorpece el tratamiento, agrega la experta, o incluso puede desencadenar otros trastornos mentales y físicos como la depresión, el aislamiento social o problemas en el rendimiento académico.
La escritura, un arma para vencer la timidez
Ante su incapacidad para comunicarse de manera oral, Komi se vale en ocasiones de la escritura. De hecho, uno de los momentos más bonitos del anime se encuentra en su capítulo piloto, “It´s just, I wish, I could speak”, en el que Tadano (coprotagonista masculino y futuro interés romántico) comprende la incapacidad de la joven para hablar y pacientemente encuentra la manera de apoyarla. En la pizarra de un salón vacío inicia la primera conversación por escrito entre Komi y Tadano.
Así, la escritura se convierte en una herramienta para lidiar con los mecanismos represivos de su mente (en términos freudianos) que sistemáticamente autolimita la capacidad de expresión de Komi. De algún modo, es un punto de fuga de ese castillo que ella ha edificado en sí misma como estrategia para bloquear los desafíos de la conversación hablada. La escritura es, después de todo, un espacio donde la exposición es indirecta y no hay que lidiar con todos los protocolos e incertidumbres que supone usar la palabra oral.
Podríamos decir que es una forma de eludir la selva de los contextos, de esquivar el campo minado de la gestualidad (por ejemplo, para Komi tan solo mirar a alguien directamente supone un problema), el uso del espacio (la escena antes mencionada donde Komi toca la mano de Tadano), el tono de voz (gritos, susurros, entonaciones frías o cálidas), etcétera.
Desde luego, esto sucede solamente hasta un punto de la historia porque, con el paso del tiempo (y quizás esto resta verosimilitud y gravedad al conflicto inicial), la escritura se vuelve para Komi un campo de práctica para lanzarse a la conversación telefónica: primero con una libreta de papel y, luego, con un teléfono celular. Mecanismos que funcionan para ella como un borrador, como un prontuario de la conversación a desarrollarse, como un método para lidiar con la ansiedad que viene con cada diálogo.
Las notas escritas se convierten en prospectos y bitácoras del encuentro con otros seres humanos, pero también en memoria afectiva (a manera de un diario íntimo, aunque performativo) pues, en su caso, su motivación se nutre de sus afectos.
TKS o miedo a las relaciones interpersonales
En la sociedad japonesa existe un sentido de responsabilidad hacia el otro muy marcado, por lo que molestar o ser una carga para los demás está mal visto y genera reprobación, al punto de hacer sentir avergonzados no solo a quienes cometen alguna transgresión, sino también a sus familiares o allegados.
Existen trastornos muy similares a la fobia social occidental, pero con matices exclusivos de la cultura nipona. Uno de estos trastornos es el Taijin kyofusho (traducido literalmente como trastorno del miedo a las relaciones interpersonales o TKS), cuya diferencia principal con el TAS radica en que el miedo social se centra en que los propios actos puedan ofender o avergonzar al resto.
El Dr. Morita Shoma, psiquiatra contemporáneo a Freud, describió esta condición como un círculo vicioso de juicios y reproches hacia uno mismo.
En la siguiente escena se aprecia cómo Komi Shoko siente una culpa irracional y desmedida, y considera escribirle una carta a Najimi, una de sus mejores amigas, para disculparse por haber tomado la mano de Tadano.
Educación y salud mental
Aunque el esfuerzo de Komi por romper su silencio con los demás es conmovedor, nunca se deja de recordar al público que es un método para aislarse socialmente, aunque aquello envuelva al personaje en un aura de misterio y provoque admiración excesiva de parte de quienes la rodean.
La manera en que el mundo es concebido por el resto de sus compañeros es inaccesible para Komi. Estos detalles llevan a los otros chicos a considerarla demasiado perfecta e inalcanzable, agravando todavía más su condición solitaria. Es difícil determinar, en realidad, hasta qué punto los elementos descritos tienen, en cuanto a la construcción del personaje, una intención artística o dramática del todo coherente.
Quizás la obra de Tomohito Oda no llegue a profundizar en la compleja realidad del TAS, pero en cada uno de sus capítulos nos anima a reflexionar sobre lo necesario que es la educación acerca de temas relacionados con la salud mental y lo relevante de colaborar para que las generaciones venideras se desarrollen en espacios donde prime la empatía y se ofrezca alternativas inclusivas en todos los ámbitos.
Un mundo en el que se ayude al otro a sentirse más cómodo a pesar de las diferencias. Un mundo en el que a todos les sea fácil hacer un centenar de amigos y que estos, aunque sea en un momento de nuestras vidas, realmente cuenten.