Cultura pop

El embarazo de Rihanna transgrede el Super Bowl

Rihanna
Ilustración: Juan Fernando Suárez.

Como era de esperarse, el espectáculo de Rihanna no dejó a nadie indiferente. Frente a celebridades como Billie Eilish y Adele, la cantante no solo interpretó sus éxitos –‘Diamonds’, ‘Umbrella’ y ‘Bitch better have my money’– sino que también anunció al mundo su segundo embarazo.

Lo hizo dejando a ojos vista su abultado vientre en una performance sobre la que han corrido ríos de tinta. 

Suspendida en una plataforma por encima del campo de juego, arropada por docenas de bailarines que vestían trajes blancos en otras plataformas, y ataviada con un mono color escarlata holgado –que cubría su cuerpo por completo–, su embarazo dejó a la audiencia impertérrita. No solo a la que acudió al State Farm Stadium, con capacidad para 75 mil espectadores, sino también a la que, indiferente a los resultados del partido, encendió su televisor para verla exclusivamente. 

Con un promedio de 118,7 millones de espectadores observándola al mismo tiempo, el espectáculo de medio tiempo de Rihanna es el segundo más visto de la historia del Super Bowl, solo superado por el de Katty Perry. 

Y como es lógico, un espectáculo visto por millones de personas debía tener, indefectiblemente, voces a favor y voces en contra, sobre todo cuando ingresa en el campo de las odiosas comparaciones –con otras mujeres, desde luego, que también participaron en un entretiempo, como Shakira y JLo–, y más aún cuando su protagonista se encuentra en estado de gestación. 

El hecho de que Rihanna decidiera realizar su show con cinco meses de embarazo ha causado escozor tanto a misóginos como a gordofóbicos que han arrastrado a la intérprete de “Don’t Stop The Music” hasta el cadalso para escupirle todo tipo de vituperios, desde que su espectáculo fue aburrido hasta que no debió anunciar su embarazo en el Super Bowl. 

Diplo, DJ y productor estadounidense, dijo de la presentación de la cantante: “vine para el baby shower de Rihanna”. 

El inefable y lenguaraz Donald Trump no dejó títere con cabeza al hablar de la cantante: “Fracaso épico. Rihanna dio, sin lugar a dudas, el peor espectáculo de medio tiempo en la historia del Super Bowl. Esto después de insultar a mucho más de la mitad de nuestra nación, que ya está en grave declive, con su lenguaje obsceno e insultante. Además, sin su estilista, ella no sería nada. Es mala en todo y no tiene talento”. 

Con estas palabras Trump deja en evidencia que la cultura del espectáculo pondera la supremacía de la belleza, con sus inmutables figuras hegemónicas. 

De Barbados para el mundo

Si hay algo que caracteriza a la cantante Rihanna es su capacidad para encandilar al público. Esa suerte de encantamiento, muy propio de ella, pudo vislumbrarse cuando a sus quince años, en su natal Barbados, ganó un concurso en el que interpretó una canción de Mariah Carey. 

Más tarde, cuando el productor musical norteamericano Evan Rogers, de vacaciones en el país de la entonces neófita cantante, la vio por primera vez y quedó fascinado con su voz y su apariencia. 

Posteriormente, en Estados Unidos, cuando Jay Brown, cazatalentos del sello Def Jam, se enamoró de sus cuerdas vocales y sabiendo que tenía ante sí oro en polvo la llevó con el rapero Jay-Z, presidente de la compañía y esposo de Beyoncé, para que la hiciera famosa. 

El resto fue pan comido. A la mezzosoprano Robyn Rihanna Fenty, nacida el 20 de febrero de 1988, le dieron un escenario y se comió al mundo. Lo hizo con su dancehall, su reggae, su soca, su pop, su R&B, su dubstep, su hip hop y su música electrónica.

En los últimos seis años no ha grabado ni un solo disco ni ha emprendido ninguna nueva gira, pero sigue facturando.

Producciones de Rihanna: 2005: Music of the Sun; 2006: A Girl Like Me; 2007: Good Girl Gone Bad; 2009: Rated R; 2010: Loud; 2011: Talk That Talk; 2012: Unapologetic; 2016: Anti.

La reina de la era digital, como le llaman, es la segunda artista femenina con mayor volumen de ventas de la historia de la música. Sus mayores ingresos, sin embargo, debido al largo asueto que se ha autoimpuesto, nacen de las ventas de sus empresas Fenty, Fenty Beauty y SavagexFenty, dedicadas a la comercialización de maquillaje y lencería. 

En todo caso, su patrimonio, estimado en 1.700 millones de dólares, la coloca en la exclusiva lista de la revista Forbes

Pero Rihanna no solo ha amasado una gran fortuna sino también un cúmulo de triunfos. En sus 19 años de carrera ha grabado nueve álbumes y obtenido nueve Grammy. Catorce de sus singles han llegado a ser número uno. 

Por todo ese acervo musical y por el séquito inconmensurable de seguidores que se ha ganado, fue invitada a presentarse este año en el show del entretiempo del Super Bowl, el partido más importante de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), en el que los Kansas City Chiefs derrotaron a los Philadelphia Eagles.

Somos lo que aprendemos

El Diccionario de la lengua española (DLE) sentencia en su entrada de “embarazo”: 1. Impedimento, dificultad, obstáculo. 2. m. Estado en que se halla la mujer gestante. 3. m. Encogimiento o falta de soltura en los modales o en la acción. 

Aideé Zamorano, fundadora de Mamá Godín, un proyecto para que las madres trabajadoras mexicanas cuenten con herramientas para defender sus derechos, escribe en una columna publicada en el diario El País: “Estamos embarazadas, no enfermas“.

En ese sentido, la experta aclara que el embarazo en su país es el motivo más frecuente de quejas por discriminación en el trabajo y que es discriminatorio decir que Rihanna no estuvo a la altura del espectáculo debido a su estado. 

“Que se escuche fuerte y claro que una mujer puede hacer lo que le plazca, antes, durante y después de un embarazo. Y a Rihanna qué decirle… como ella misma canta en Umbrella: “I’ll always be your friend”.

Si creemos que lo dicho por Zamorano emerge de su vesícula biliar, preguntémonos sin ambages ¿cómo es que algunos hombres osan en decirle a una mujer embarazada que no dio un espectáculo memorable, cuando los propios cantantes masculinos, que se han presentado en el Super Bowl, han protagonizado shows dignos de bostezos, con presentaciones por debajo del nivel de Madonna, Katy Perry, Shakira, JLO, Beyoncé o Lady Gaga?

El que Rihanna subiera a una estructura de más de treinta metros de altura y bailara sobre ella, ya es un logro, al margen de que estuviera embarazada o no. 

Como quiera que sea, Rihanna acaba de convertirse en la primera mujer en presentar un show de medio tiempo embarazada, lo que no debería sorprendernos considerando esa vehemencia con la que ha construido su imagen pública y privada: como la de una mujer con carácter. 

“Tenía tres meses de posparto (de su primer embarazo) y me preguntaba, ¿debería estar tomando decisiones como estas ahora? Tal vez me arrepienta después”, se hizo eco el canal ESPN Deportes sobre las declaraciones ofrecidas por Rihanna en la rueda de prensa celebrada previo al evento.

“Cuando te conviertes en madre, algo pasa que sientes que puedes hacer cualquier cosa; por mucho miedo que me diera, había algo estimulante en el reto que esto supone”, mencionó también en su encuentro con la prensa. 

Para ella era importante demostrar que una mujer negra de Barbados podía llegar lejos.

“Represento a inmigrantes de mi país, a mujeres negras de todo el mundo, es importante que la gente vea que hay posibilidades y es un honor para mí ser parte del show este año”, añadió.

La presentación de Rihanna es la segunda más vista —en vivo— en la historia del entretiempo del Super Bowl. Fotografía: Billboard.

Más allá del show 

Ahora bien: si su espectáculo fue sensacional o un bodrio depende del prisma con el que se lo mire. Y de los prejuicios, por supuesto. 

Pero si hablamos de los guiños que Rihanna hizo en el escenario también habría que decir que, de acuerdo con varios de sus seguidores, la cantante realizó en el Super Bowl una especie de performance sobre la procreación, ya que el vestuario de los bailarines era una sutil referencia a los espermatozoides a punto de fecundar al óvulo (ella). 

De lo que no hay duda es que al ponerse en el escenario un abrigo gigante rojo, le hizo un guiño a su amigo Andrew León –falleció de covid el año pasado–, defensor de la inclusión de modelos negras en los desfiles y contrario a la discriminación que sufren en la industria. 

Rihanna nunca ha formado parte del activismo, pero quizá ese manto de rebeldía que la cubre  provenga de su niñez, cuando vio a su padre alcohólico golpear constantemente a su madre, lo que le supuso dolores de cabeza que orillaron a su familia a pensar que tenía un tumor. 

El diagnóstico fue descartado, pero solamente cuando sus padres se divorciaron las cefaleas cesaron. 

En el 2009, su pareja de entonces, Chris Brown, le pegó tal paliza en un ataque de ira que le destrozó la cara. Ella se reinventó. 

Ese resurgimiento, sin embargo, se encontró con un marasmo en 2016 cuando sufrió un ataque de ansiedad que le impidió salir al escenario durante la entrega de los Grammy. 

Antes de dar la cara al público sintió algo “similar a un ataque de pánico o ansiedad” y canceló su actuación debido a “problemas con su voz”: el que una mujer (o un hombre) sea segura y tenga claras las cosas, no la exime de sufrir ansiedad.  

Y es que aparecer en cámara o estar en una habitación atiborrada de famosos le sigue siendo incómodo, de ahí que decidiera irse a vivir a Londres.

“Me gustan porque son tan estirados que les importo una mierda. Cuando voy por ahí, soy invisible. Y nada me hace sentir mejor que ser invisible”.  

El día de la entrega de los Premios Oscar ella volverá a dejar de ser invisible, esta vez con un vientre más puntiagudo, cuando interprete ‘Lift Me up’, una de las canciones de Wakanda Forever: Black Panther.  

Seguramente, ese día Rihanna se comerá el mundo o el mundo se comerá a Rihanna, pero eso es irrelevante para una artista a la que nunca le ha importado lo que el mundo espera de ella. 

Rihanna en la premiere de Black Panther: Wakanda Forever. Fotografía: Alex J. Berliner/ABImages.