“Tu padre era un hipócrita, y tu hermano era demasiado noble. ¿Qué tipo de reina serás? ¿Serás tan noble como tu hermano, o tendrás el valor para cumplir con lo que debes hacer?”.
Con esa pregunta el difunto Killmonger, antagonista de la primera entrega de Black Panther, agita hasta la médula a Shuri, la protagonista de la nueva entrega de la franquicia de Marvel Studios, Black Panther: Wakanda Forever.
La secuela del taquillero filme que sacudió a la industria cinematográfica en 2018 se estrenó esta semana a nivel mundial; un lanzamiento que ha mantenido en vilo también a su propio estudio, pues rodarla significó hacerlo sin el protagonista de la primera entrega, el actor Chadwick Boseman, quien falleció de un cáncer de colon en 2020.
El duelo por su muerte, a los 41 años, se traslada a la gran pantalla en un filme que supera con creces la fórmula del universo cinematográfico de Marvel. Y es que en esta película hay preguntas sin respuestas y reflexiones necesarias que se quedan con la audiencia. ¿Qué le debemos a los que hemos perdido? ¿Es nuestra responsabilidad continuar con su legado? ¿Puede su recuerdo cegarnos con respecto a nuestro futuro?
Black Panther: Wakanda Forever abre con el funeral del rey T’challa y la procesión que hacen en su honor todas las tribus que unió en la primera entrega. A la cabeza de la marcha fúnebre avanzan su madre Ramonda, su hermana Shuri y la general Okoye, con sus rostros cubiertos de lágrimas. ¿Cómo puede continuar Wakanda sin su rey?
La respuesta es que Wakanda sí puede, pero no de una manera sencilla, pues, dada la ausencia del monarca, las otras potencias mundiales empiezan a organizarse para tomar el tan codiciado vibranium (un metal indestructible) que la nación africana guarda bajo su suelo.
La defensa del futuro de Wakanda recaerá, entonces, sobre las tres mujeres que amaban al rey, y que aún buscan maneras para lidiar con su ausencia.

¿Y el empoderamiento femenino?
Si bien la primera entrega toca, aunque sea superficialmente, el empoderamiento de las mujeres, su secuela se sumerge de lleno, a través de protagonistas interpretadas por Letitia Wright, Angela Basseta y Danai Gurira, quienes encarnan roles complejos y con altura.
“Este filme es una ruptura con el anterior, pues si bien la primera película mostraba el poderío de las Dora Milaje (el ejército de guerreras), realmente no pasaba el test de Bedchdel, un método que se usa para evaluar la brecha de género en las películas, porque todas las conversaciones de los roles femeninos giraban en torno a los protagonistas masculinos”, ha dicho la crítica estadounidense especializada en género, Maisha Manson, en un análisis para la Universidad de Washington.
En la secuela, agrega Manson, la problemática de la trama recae principalmente en las protagonistas, y explora sus capacidades para el odio, la diplomacia y el amor.
Así también lo ha expresado Otshepeng Seemise, experto en estudios culturales, quien realizó un análisis sobre género, raza y descolonización en Black Panther para Wits University en Sudáfrica: “la primera película infantilizaba ciertos discursos propuestos por los personajes femeninos, en cambio, en este filme, el discurso es planteado por las mujeres. Se trata de una película de acción, por lo que le falta profundidad en la construcción de personajes, pero ofrece una representación sin precedentes de mujeres negras en roles protagónicos y de poder”.
Es decir que, si bien el filme aborda la muerte como su gran eje temático, hay otros subtemas que marcan la trama, entre ellos un discurso político, que no puede ser ignorado, en torno a la explotación de recursos y el sometimiento europeo y norteamericano a países más pobres. Ese hilo conductor llega a su punto más tenso en una confrontación ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cuando la reina Ramonda interpela a Estados Unidos y a Francia en defensa de sus recursos.
“Si intentan nuevamente hacerse con nuestro vibranium, nuestra respuesta será mucho más contundente y agresiva”, sentencia la reina. Un discurso que recuerda el de naciones como Iraq o Ucrania que, al tener grandes reservas de petróleo bajo su territorio, se han convertido en blanco de intereses económicos.
Pero volvamos a Black Panther: Wakanda Forever. La lucha por el vibranium cobra fuerza en altamar, en donde Estados Unidos busca las reservas del material que no puede obtener por la fuerza. Allí se enfrentará a un enemigo desconocido, un aguerrido pueblo de seres marítimos que lucharán hasta la muerte para mantener su estatus como pueblo no contactado.
La tribu, liderada por Namor (interpretado por Tenoch Huerta), lleva sobre sí el horror de la conquista española. Su longeva historia, que data del siglo XVI, aborda la esclavitud del pueblo maya y la búsqueda de retribución. Esta es otra característica particular del filme, que el discurso de su villano no es descabellado o fantasioso en exceso. Namor no quiere conquistar al mundo, no quiere poder absoluto, quiere asegurarse de que sus recursos permanezcan intactos y de que su pueblo continúe a salvo. Para ello está dispuesto a hacer hasta lo impensable.
Wakanda queda atrapada en medio de esa promesa, con una joven reina que busca su identidad y la de su gobierno. Los resultados son interesantes.

Una voz necesaria
Quizás la principal falencia del filme es que busca abordar demasiados temas, complicando cada vez más la trama e incluyendo elementos que podrían haber quedado fuera.
No obstante, es comprensible pensar que esta es una necesidad inevitable para sembrar los cimientos de la franquicia de Black Panther, que al momento cuenta con una heroína, un antagonista herido y expectante y la posibilidad de un legado inesperado que logrará que esta perdure en el tiempo.
Solo los fanáticos dirán si el experimento del director Ryan Coogler da frutos, pero en lo que muchos están de acuerdo es en que filmes como Wakanda Forever son necesarios para dar voz a comunidades racializadas en medio de una industria que ha intentado blanquearlas o desaparecerlas.
Según Kevin Feige, presidente de Marvel, la enorme inversión, de doscientos millones de dólares que se hizo en la película, tuvo como objetivo darle la grandeza necesaria a la historia: “La inversión está justificada no por motivos políticos, sino porque es una gran historia que debía ser contada con toda la grandeza que ameritaban los personajes y el reino de Wakanda”.
Pero el significado del primer filme para la audiencia quizás sea mucho más que político, fue un fenómeno cultural. Así lo indicó el crítico de cine Tre Johnson. “La franquicia de Black panther es una carta de amor a la cultura negra. En los medios, y sobre todo en las películas, África ha sido retratada como un continente retrógrado y salvaje. Ese contraste con Wakanda, una metrópolis, una potencia mundial, es bien recibido, lo que ha significado mucho para el pueblo afro”.
Black Panther: Wakanda Forever combina, en definitiva, dos poderosos discursos y continúa el diálogo iniciado por su filme predecesor. Lo que resta por verse es si cala en sus fans y logra obtener los mismos réditos económicos de la anterior, un sorprendente monto de 1,3 billones de dólares, para así seguir su curso como una exitosa franquicia de Marvel.
Mientras aquello se define en las próximas semanas en los cines y en la plataforma de streaming Disney Plus, su emotiva escena poscréditos deja la puerta abierta para que así sea, con una revelación inesperada sobre el difunto Black Panther.