Nota: se recomienda escuchar el tema: “Aphrodite” de la cantante griega Evangelia.
Érase un libro
Jorge Luis Borges consideraba a la Biblia como un libro de libros, es decir que varios autores tomaron como referencia o punto de partida la Biblia para crear diferentes obras (por aquello de que sin referencia no hay perspectiva), por ejemplo: El evangelio según Jesucristo, de José Saramago, La última tentación de Cristo, de Nikos Kazantzakis, y Evangelia, obra del mexicano David Toscana.
La idea de narrar una historia desde el mito (en este caso el del origen) es tentadora, además, permite asirnos de un punto de partida común. Los ejemplos antes mencionados son evidencia de ello, cada uno toma una referencia y la lleva hasta su límite. Incluso en el mundo del cine y la pintura podemos ver la influencia que la Biblia mantiene en la humanidad.
La figura de un salvador también es un arquetipo. Thor salva a los humanos de los gigantes, Quetzalcóatl salva a su pueblo de morir de hambre y del exterminio de los demás dioses, y Jesucristo es quien nos salva de los pecados; resulta poético, al parecer, desde el mito se piensa que la mayoría de las veces la humanidad necesita ser salvada.
En la actualidad, aunque muchas veces nos movemos alrededor de hipotéticos, se nos hace común escuchar la frase ¿qué tal si…? o ¿qué hubiera sido si…? y si bien en términos históricos (como campo de estudio) ambas preguntas no son válidas es en el mundo de la ficción donde estas interrogantes funcionan como motor. Así David Toscana (Monterrey, 1961) presentó en 2016 Evangelia, una novela en donde se pregunta: ¿Y si el Dios padre no tuvo un hijo sino una hija?
Yo soy el principio, Yo soy el final
La sola idea de una mesías trastoca, no sólo la historia como la conocemos, sino todo cuanto pensamos, ya sea porque el Ángel de la Anunciación llegó tarde o algo cambió en la forma de proceder del Espíritu Santo. Así, en esta obra, se nos presenta a Emanuel. Y no a Jesús.
En la novela encontraremos pasajes del Nuevo Testamento que se respetan a todo momento. Gracias a estos el talento del autor se manifiesta y le permite construir su ficción. Una aclaración, si bien se puede creer que es una idea controvertida o herética, la literatura permite llevarla a cabo. Sobre ello, en una entrevista para el diario La Jornada, en 2016, Toscana mencionó que “la existencia de una hija de Dios no cambia gran cosa y no tendría por qué hacerlo. Nada tiene que ver si es hombre o mujer. La esencia es que viene un hijo de Dios a decirnos cómo se perdonan los pecados y cómo se logra la vida eterna”.
La hija del Padre
Con el nacimiento de la protagonista, María y José tendrán que seguir el designio divino, pero como esperaban a un niño, es su hermano Jacobo quien se cambiará el nombre a Jesús, mientras el altísimo se siente defraudado y buscará una explicación en los cielos sin que nadie lo vea.
Emanuel acepta cumplir su rol, tanto como hija de Dios y como mujer de su tiempo; todo cuanto Jesús debió vivir, ella lo hizo: le visitaron los reyes magos, sus padres no escaparon durante la matanza de los inocentes puesto que era niña y no varón, fue ella quien se perdió en la sinagoga y podríamos seguir… hasta llegar a su final en la crucifixión.
Evangelia contiene una dosis de crítica adecuada y medida tanto social como religiosa. Emanuel afronta todo, la mirada de una sociedad marcada por el machismo —típico de su tiempo— y a su vez la vida designada por su padre, mientras por siete días (debido a su periodo menstrual) es considerada impura y debe enfrentar las tentaciones de Satanás en el desierto.
Emanuel se convierte en una mujer que no está dispuesta a callar ni a obedecer, como se espera; ella acepta cumplir la voluntad de su padre y sus acciones la llevan directo a la cruz.
Acciones como el lavatorio de los pies, el juicio e incluso el mismo beso de Judas toman otra dimensión y amplían nuestra mirada al tener una redentora. Incluso frases como “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” calan hondo.
La conducta de los apóstoles también es diferente y este fragmento lo muestra:
“Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
Pedro volvió a dar su opinión.
A mí me sabe a vino y no del mejor”.
En sus Confesiones, San Agustín manifiesta: “Una mujer nos indujo a la muerte; una mujer nos ha devuelto la vida”. Esta es la frase que da inicio a la obra del escritor regiomontano David Toscana y con la misma llegamos al cierre de este artículo, no sin antes mencionar una frase de “las 7 palabras” que bien puede ser dicha por Cristo o Emanuel: “Todo está cumplido”.