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Revista Digital de Ecuador

Quito desde el cielo

Ilustración: Equipo Bagre
Una mirada de ojo de pájaro a edificaciones emblemáticas de Quito nos muestra que tal vez no conocíamos tanto a la ciudad como creíamos.
Autor: Redacción Bagre
Quito - 5 Feb 2023

A veces solo es necesario un desplazamiento, un cambio de lugar, un movimiento. Otra perspectiva desde donde mirar y descubrir lo ya tantas veces visto, lo que se daba por conocido.

La tecnología algunas veces nos facilita ese camino. Desde la mirada microscópica que nos permitió ver tejidos vivos, células, microorganismos, hasta el telescopio que nos acercó a las estrellas, el truco ha estado en aproximarse.

También la cámara de fotos nos ha acercado, cada vez con más detalle y en un tiempo suspendido. La popularidad de los vehículos aéreos no tripulados, o drones, democratizó la fotografía aérea en este siglo y ha hecho posible otras miradas.

Empecé a fotografiar Quito desde el cielo con ese objetivo. El Quito céntrico, muy popular por sus historias y personajes cotidianos, se muestra como un tablero hecho de calles y estructuras que se prende por la noche, por el que parecen atravesar ríos encendidos.

El centro de Quito fotografiado en el crepúsculo, a las 18:45, desde el parque El Ejido.

Muchos de los edificios públicos, iglesias, monumentos y plazas emblemáticas fueron construidos en la época colonial; otros son parte del periodo republicano, desde 1830 hasta nuestros días.

Hablamos de estructuras, calles, pasajes, esquinas… que guardan patrimonio e identidad y, con el paso de los años, su valor se vuelve incalculable por su aporte a la construcción de la memoria colectiva.

Benjamín Carrión creía en la cultura, y levantó junto al tradicional parque El Arbolito su obra más emblemática: la ahora llamada Casa de las Culturas.

Desde el cielo, el techo del ágora se muestra con la forma de una concha ovalada, que acoge a artistas que evocan la euforia del arte y la creación.

Sede de la Casa de las Culturas, en la avenida Patria y 12 de Octubre.

Muy cerca de allí, a pocas cuadras con dirección hacia el sur, la ciudad se transforma: asume distintas dinámicas en el transcurso del día, un tráfico vehicular interminable, comercial, de transeúntes y estudiantes, que pasado el mediodía vienen y van.

En las calles Arenas y Vargas, en pleno centro, se ubica el Instituto Nacional Mejía, uno de los colegios públicos más antiguos y populares del país, reconocido por alzar la voz, formar líderes y albergar a varias generaciones desde su fundación, en 1897.

De fachada neoclásica, con cuatro columnas que sostienen tres pisos cubiertos de ladrillo visto y escalinatas clásicas, muchas veces utilizadas para la foto oficial de cada paralelo, este edificio es, sin duda, una estructura emblemática.

Fachada del edificio principal del Colegio Mejía, el cual alberga a cerca de ocho mil estudiantes hombres y mujeres.

A eso de las tres de la tarde, en La Alameda, el sol acompaña el vuelo del dron sobre una edificación alojada en la mitad del parque, el Observatorio Astronómico de Quito que mira, también, pero hacia el enigmático cosmos, desde 1873. Así capturo una de mis fotografías favoritas en este recorrido, y veo con detalle las bóvedas que guardan grandes telescopios que, como yo, también miran.

Observatorio Astronómico de Quito, en el parque La Alameda.

Me dirijo, con dirección al occidente, al tradicional barrio de San Juan. La cámara del dron apunta perpendicular, a 185 metros de altura, sobre una estructura que fue concebida como sanatorio en 1900 y después fue cuartel y hospital militar.
Allí funciona desde 2011 el Centro de Arte Contemporáneo, una suerte de museo que recoge propuestas inclusivas, fomenta la investigación, el arte y las culturas, en el mismo lugar donde se hablaba de guerras y, en otros años, se evitaba la muerte.

Centro de Arte Contemporáneo, ubicado en las calles Montevideo y Luis Dávila.

El cielo azul me invita hacia el Centro Histórico. Desde la Plaza de San Francisco aprovecho para capturar una imagen de El Panecillo, también conocido como Shungoloma, ese cerro estratégico por su ubicación, de historia precolombina, y mirador natural conocido por la virgen que alberga en su cima. Atrás, sobre el horizonte, la cámara del dron deja ver al Sincholahua, al Cotopaxi, al Rumiñahui, al Corazón y al Pichincha, y a sus faldas a una ciudad que parece ya no tener a dónde expandirse.

Cerro de El Panecillo, o Shungoloma.

La luz natural va desapareciendo y me queda poca carga en la última batería, justo lo necesario para unos minutos de sobrevuelo por una edificación de estilo neogótico, de altos pináculos, gárgolas criollas, relojes que no marcan el tiempo y un proceso de construcción que no cesa desde 1887: la Basílica del Voto Nacional.

Disparo desde las alturas, con la idea de lograr una panorámica con dirección al casco histórico y el sur de Quito.

Vista de la Basílica del Voto Nacional, a las 19:30.

Visto desde el cielo, cada rincón del centro de Quito me permite sentir la libertad de imaginar una ciudad en desarrollo, plural, diversa, y que pertenezca a todos y todas. Tal vez para eso, quiero pensar, solo sea necesario un cambio de perspectiva.

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