Tomasita y su sazón por el mole amarillo

El mole amarillo es una comida típica de Oaxaca, un estado ubicado al suroeste mexicano. Fotografía: Gourmet de México.
Tomasita, una mujer que se liberó de un entorno de violencia, salió adelante en la crianza de sus hijos. Los guisos fueron su especialidad.

Tomasita, rondaba los 30 años de edad cuando llegó a la Ciudad de México, en la década de 1950.

Provenía de San Francisco Telixtlahuaca, un pueblo cercano a la ciudad de Oaxaca, capital donde ella trabajaba aseando casas, lavando ajeno y cocinando.

 Sufrió de al lado de Eligio, el marido, en su tierra. Una tarde, harta de los golpes que le propinaba Eligio, tomó un cuchillo y colocó el filo en la garganta del hombre: “Si me vuelves a tocar, no me voy a tentar el corazón y te lo clavo en el cogote”.

El tipo no le volvió a pegar, pero la sacó de su casa con todo y sus seis hijos y la dejó a su suerte.

Experta en destrezas culinarias

Tomasita jamás fue a la escuela y apenas sabía leer y escribir, pero poseía una sabiduría bárbara sobre la comida. Y eso fue lo que la sacó de la situación de pobreza.

En su casa, a sus hijos y a sus nietos, les servía el mole amarillo. Es una comida típica de Oaxaca, un estado ubicado al suroeste mexicano, donde nació mi abuelita.

Se trata de una salsa de un color que viaja entre el anaranjado y el rojo.

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La señora lo preparaba con un chile llamado guajillo, añadía masa de maíz para espesar el caldo, incorporaba chayote y ejote; y como proteína agregaba pollo o carne de puerco.

El toque especial a su guiso se lo daba la hoja santa, una hierba muy aromática con un gusto anisado.

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