¡Pinche texto!

Un sinnúmero de canciones mexicanas ha calado hondo no solo en la vida de los mexicanos, sino también en la de los latinoamericanos, gracias al influjo de la industria cultural de México, que edificó una red comercial cuyo contenido fue ampliamente distribuido con el apoyo de grandes emporios.

Esa suerte de articulación pudo extrapolarse también a la televisión, de tal modo que solamente un distraído, fuera de las fronteras mexicanas, podría ignorar quién fue Cantinflas, José José o Chespirito. 

Este antecedente da un poco de luces sobre el gran ascendente que ha tenido la cultura mexicana sobre la cultura latinoamericana, lo que ha influido en el lenguaje de los hispanohablantes, que han visto en las estrellas del país del mezcal a sus grandes referentes.

Esta realidad, sostenida en los últimos 100 años gracias a la industria fonográfica, la radio y el cine, ha sido un disparador del uso frecuente de locuciones o términos coloquiales que han saltado los muros fronterizos mexicanos para instalarse en el habla de los latinoamericanos.

Sin embargo, la irrupción en Ecuador de términos como no mames, güey, morra, híjole, pinche, chingar o carnal es actualmente vertiginosa. Un fenómeno que incluso provocó en un país tan rico lingüísticamente como Perú la creación de una campaña con gran repercusión mediática: Deja de hablar como mexicano.

Esta práctica también ha ganado músculo en Ecuador, territorio donde los jóvenes pronuncian chingar o pinche con tanta naturalidad que cabría inferir son términos que nacieron en estos lindes. No obstante, su partida de nacimiento es mexicana.

La palabra más autóctona de México

Octavio Paz, premio Nobel de Literatura y poeta de linaje y oficio, se desmelenó en 1950 cuando en el capítulo cuatro del libro El laberinto de la soledad impartió una cátedra en la que explicó el intrincado término chingar

“Chingar define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar, castigar y ofender. O a la inversa”, escribió el también ensayista Paz, uno de los más grandes literatos que ha alumbrado México.

Para el lexicógrafo ecuatoriano Elking Araujo, la población de mexicanos, incluidos los que viven en Estados Unidos, es bastante grande, lo que le otorga al español de México un gran peso lingüístico, debido a la cantidad de latinoamericanos de otros países que interactúan con ellos.

 Por otro lado, están también los youtubers, como Luisito Comunica, o comediantes como Franco Escamilla, responsables de estos préstamos lingüísticos modernos dada su popularidad. No en vano ambos han consolidado sus carreras a lo largo de Latinoamérica con sus famosos monólogos o videos de YouTube.

Huelga decir que los mexicanos tienen mucho aprecio por su cultura popular urbana, un sentimiento al que los ecuatorianos no apelamos con la misma reciedumbre, lo que incide en que seamos un poco más maleables en nuestra forma de expresarnos.

El lingüista repara también en otra particularidad: el uso de la “Ch” en la variedad del castellano que se habla tanto en México como en Ecuador.

Hurgando en los fonemas ha descubierto que el dígrafo «Ch» o las palabras que entran con el sonido «Ch», como chuta, chuzo o chupa, abundan en el Ecuador, y atribuye esta coincidencia con México a la relación de larga data que ha tenido la Costa ecuatoriana con el país de Diego Rivera. Una conexión ancestral que, a pesar de los años, no ha perdido fuelle y que ahora se mantiene gracias a la pinche tecnología.

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