Víctor Manuel, mi padre y yo

Ilustración: Juan Fernando Suárez.
Mi relación con mi padre es complicada. No es fácil que tu papá no acepte quién eres. He llegado a entender que solo dos personas que se quieren, pueden lastimarse de maneras tan absurdas.

La mente hace lo que le da la gana. Recuerdo el departamento en silencio. Las cortinas cerradas. El atardecer, afuera, intentando colarse en los dormitorios, insinuándose en las manchas de puro naranja sobre las paredes lisas. No recuerdo mi edad. Ocho años, quizá nueve. La memoria todo lo hace ficción. Todo recuerdo es un invento.

De pronto, los sonidos de una guitarra, al fondo del pasillo. Una nota, luego otra. Luego un acorde. Luego una sucesión de arpegios. Todo pianissimo. Escucho la piel, el roce de las yemas de los dedos de mi papá sobre la extensión estriada de las cuerdas de su guitarra. Escucho sus dedos ajustar las clavijas, comprobar la armonía para saber si su instrumento está afinado. Un pizzicato ágil. Y una vez eso está hecho, las primeras notas de la canción, y luego su voz acariciando el aire: Ella fue a nacer en una fría sala de hospital…

Tuvo que pasar mucho tiempo para que supiera el nombre de la canción. A mis treinta años, cada vez que escucho Solo pienso en ti, de Víctor Manuel, siento una bola en la garganta que crece hasta sobrepasarme. Lloro y me acuerdo de esa tarde, cuando escuché a mi papá cantándola únicamente con su voz y su guitarra, esa de toda la vida.

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La letra cuenta la historia de amor entre dos personas con discapacidad intelectual que viven juntos en una institución. Una mujer de veintiséis años y un hombre de treinta y tres que se aman, se regalan flores, se dibujan corazones en hojas de papel. Hey, solo pienso en ti, canta Víctor Manuel con esa voz profundísima, y yo pienso en ese libro hermosamente triste, hecho por las manos de Diamela Eltit y Paz Errázuriz: El infarto del alma.

Qué bellas y misteriosas son las casualidades.

El libro es una muestra fotográfica acompañada por los textos que Eltit escribió acerca de su visita al Hospital Psiquiátrico de Putaendo, un pueblito cerca de Santiago de Chile, en agosto de 1992, el año en que nací. Las fotografías, obra de Errázuriz, muestran a todas las parejas de enamorados que viven en ese hospital. Rostros siempre sonrientes. Hombres y mujeres tomados de las manos, mirando con alegría a la cámara, esperando quién sabe qué cosa. Las fotos son absolutamente absorbentes, con esa cualidad que tienen ciertas imágenes de ser bellas y tristes a la vez.

Comprendo ejemplarmente – escribe Eltit – que el objeto amado es siempre un invento, la máxima desprogramación de lo real y, en ese mismo instante, debo aceptar que los enamorados poseen otra visión, una visión misteriosa y subjetiva. Después de todo los seres humanos se enamoran como locos. Como locos.
La canción de Víctor Manuel fue seleccionada en 2010 por la revista Rolling Stone, como una de las 200 mejores canciones del pop-rock en español. Así como el libro de Eltit y Errázuriz, Solo pienso en ti está basada en la historia real de una pareja (Antonio y Mari Luz) que vivían en un centro para personas con discapacidad intelectual. Allí se enamoraron y terminaron casándose en 1978.

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Más allá de lo inmediatamente evidente, esta canción también cuenta otra historia de amor: la de mi papá y la mía. La de mi papá con la música. La mía, con los libros, con la voz de mi padre. Con ese lugar diáfano que surge cuando toca su guitarra.

Mi relación con él siempre ha sido complicada. No es fácil que tu papá no acepte quién eres. Pero he llegado a entender que solo dos personas que se quieren pueden lastimarse de maneras tan absurdas. Y esta canción, que habla sobre el amor a pesar de toda circunstancia, es el lugar donde se concentra todo. 

Donde me encuentro con él, esa tarde de hace tanto tiempo.

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