Antes de contarles sobre el campeonato nacional de barismo realizado en Quito, a inicios de agosto, es importante hacerse la pregunta: ¿qué es un barista?
Es un apasionado del servicio, un artesano de las barras, un guía de sabores, un educador por naturaleza, un artista del café. Todo eso es un barista.
En mis propias palabras puedo describir a un barista como un profesional que trabaja con el café, respetando el producto y a su productor. Es cortés y servicial; sabe guiar al amante de esta bebida para encontrar el sabor que va con su personalidad.
Con el aval de un organismo internacional, como es el WCE (World Coffee Events), Ecuador realizó un evento en el que los profesionales del café, a escala nacional, pudieron demostrar todo su potencial y experiencia.
El concurso cuenta actualmente con dos categorías. La primera y más tradicional: el barismo. Consiste en una presentación de quice minutos en la que un barista debe preparar y explicar, de manera coherente y clara, la preparación de tres sets de bebidas (espresso, bebida con leche y bebida de creación).
Los baristas utilizan una máquina para extraer el producto y presentan a cuatro jueces sensoriales las bebidas. Ellos compararán lo descrito con la bebida real. Considerarán además la consistencia de la bebida y el servicio.
La segunda categoría es cafés filtrados, cuyo tiempo límite de preparación es diez minutos. En esta categoría el barista prepara un total de tres bebidas, que serán presentadas luego a los jueces. Aquí se califica la consistencia, el sabor y el desenvolvimiento en la barra.
Con un total de doce presentaciones en dos días, la tensión dentro del auditorio de la Universidad de las Américas, donde se realizó el evento, fue evidente.
El último campeonato de baristas se llevó a cabo en 2019, por tanto los concursantes tuvieron tiempo para prepararse.
Las impecables presentaciones de los concursantes sugirieron la importancia que le dan al café. La pasión se percibía en cada uno de sus actos.
Dentro de los lineamientos del reglamento tuvieron libertad creativa. Cada presentación fue distinta. Los participantes quisieron diferenciarse entre sí a través del café, la música, el orden y la atención en la estación de servicio.
La premiación fue emotiva. Se pudo ver entonces a los participantes más relajados y con la satisfacción del deber cumplido.
Por la experiencia vivida, recomiendo con vehemencia este certamen. Nunca antes se vivió con tanta pasión la preparación de un café.