Tabareo, el loro que perdió la vista por la ignorancia de sus captores

Ilustración: Manuel Cabrera.
Este animalito, que estuvo en cautiverio, llegó al Jardín Alado Ilaló con varias enfermedades, estresado y temeroso; ahora se recupera.

El jueves 8 de septiembre de este 2022, llegó al Jardín Alado un ejemplar del loro real con una serie de condiciones médicas bastante difíciles de ignorar y además irrecuperables, ocasionadas todas por uno de los males más comunes de nuestra época: la codicia e ignorancia humana.

Se trata de un espécimen de Amazonas farinosa, conocido por ser el loro más grande de América, que puede llegar a longitudes de entre 30 y ocho y 43 centímetros de largo incluyendo su cola.

El plumaje de esta especie es de un tono verde amarillento a excepción de la coronilla, que puede ser de un color amarillo claro y las plumas de la nuca tienen los márgenes azulados y apariencia polvorienta derivándose -de esta característica- su nombre.

Los Amazonas farinosas, también conocidos como loros verdes, loros reales o loros corona azul, se distribuyen en regiones tropicales del centro y norte del país como son el bosque húmedo tropical del Chocó.

También en el bosque montano oriental o el bosque deciduo de la costa, y aunque la especie no es endémica del Ecuador merece la pena ser conservada, ya que es uno de los loros más perseguidos por el tráfico de especies a causa de su vistoso color, gran tamaño y comportamiento dócil en cautiverio.

El loro fue recibido en nuestro centro de rescate por personal capacitado del área de los psitácidos y voluntarios del Jardín Alado Ilaló, quienes lo bautizaron con el nombre de Tabareo.

Bastó un solo vistazo para identificar que Tabareo estaba ciego de ambos ojos a causa de las cataratas que poco o nada fueron tratadas en su anterior hogar; el plumaje lo tenía completamente erizado por el estrés y la tensión a la que estaba sometido.

Su pico sobrecrecido no le permitía alimentarse adecuadamente y una observación un poco más profunda de sus tortuosos movimientos determinó que, además, padecía de artritis.

Después de llegar, Tabareo pasó dos días enteros sin mover un solo músculo, víctima del miedo hacia las personas infundado en su anterior residencia. Además presentaba un comportamiento sobreprotector y acaparador con la comida que se le entregaba.

El rescate de Tabareo también es bastante sospechoso ya que fue entregado al Jardín Alado por la Policía del Medio Ambiente, después de un llamado de auxilio por parte de una familia que dice haberlo encontrado dentro de una vivienda cercana a la suya.

Lo extraño del relato de sus “rescatistas” es que conocían, por alguna razón, exactamente la dieta que había tenido el loro durante los últimos años; alimentación que es la causa principal de las enfermedades que sufre el loro hoy en día. 

Tabareo fue alimentado exclusivamente con semillas de girasol.

Después de su llegada, el loro estuvo en cuarentena la primera semana mientras se observaba su comportamiento.

Durante este tiempo se rebajó el tamaño de su pico y se lo comenzó a alimentar adecuadamente. Poco a poco su plumaje empezó a mejorar y él empezó a mostrar mayor vitalidad. 

Aunque Tabareo es un ave irrecuperable, debe usar un colirio especial en sus ojos y tomar medicina debido a la artritis por el resto de su vida, hoy en día disfruta de la comodidad y seguridad junto a muchos más de su especie en el Jardín Alado, donde tiene espacios y alimentos adecuados para su desarrollo.

Además de la oportunidad de contar su historia y quizás así evitar que otros loros padezcan destinos desafortunados similares al suyo.

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