Por Sonia Yánez
Corría el 2018, tenía un trabajo tan estresante encima, con tres clientes en relaciones públicas que me era imposible pensar en compartir temas en redes sociales sin ser irónica.
Así que decidí un día dejar de publicar como medida de protección y como un espacio para conectar con quienes sí importaban.
No comentaba, no daba likes ni conversaba en redes sociales. Paré con todo. Linkedin, Instagram, Facebook, Twitter. ¿Parece sencillo? No tanto.
Al igual que una desintoxicación digital, una desintoxicación de las redes sociales es cuando alguien no usa o interactúa en ellas por un período de tiempo o indefinidamente, para mejorar la salud mental y su bienestar.
Es una de las formas más populares de desintoxicación digital.
En mi caso era como ser alcohólica en recuperación siendo la bartender en la barra de un bar.
Aprobaba y supervisaba el contenido en redes sociales de varias cuentas durante algunos meses de ese año de digital détox. Sin embargo, ya no usaba mi tiempo personal para compartir o escribir.
Al principio no se notaba mucho.
Al cabo de unas semanas empecé a recibir mensajes sobre si estaba bien o, inclusive, varias personas me preguntaron si las había bloqueado.
Cuando mi respuesta era: estoy hace algún tiempo fuera de las redes, no lo creían, seguían pensando que estaban eliminados de la lista de amigos o simplemente bloqueados.
Pero si trabajas en las redes sociales. ¿Cómo haces rr.pp. (relaciones públicas) y no estás en las redes? Era lo más común.
Nuestra cultura digital nos ha hecho creer que si no estás en redes no existes.
Si te divorcias, naces, mueres, te casas, o tienes un nuevo trabajo, pero no lo visualizas, no existe para el resto.
Y aquí me confieso. Yo, que trabajo con las redes sociales, siempre he guardado ese toque de rebeldía digital.
Algunos se enteraron -muchos años después- de que me había divorciado. Y, hoy en día, muchos ni se han enterado que me he vuelto a casar. Así funciona esto.
La desintoxicación digital no solo es dejar de publicar. El resultado que a largo o mediano plazo obtienes es que te dejen de importar los likes del resto o los comentarios.
Según estudios aplicados en Estados Unidos, casi la mitad de usuarios dicen que no pueden imaginar la vida sin sus teléfonos.
Pero, ¿cómo está afectando el uso de la tecnología a nuestra salud mental?
Y ¿qué podemos hacer para compensar esa dependencia?
La ciencia respalda los buenos resultados de este tiempo de privación y exposición constante.
Estudiantes de la Universidad de Pensilvania fueron asignados al azar para limitar el uso de Facebook, Instagram y Snapchat a diez minutos por plataforma, por día, o usar las redes sociales como de costumbre durante tres semanas.
Y los resultados indicaron que la ansiedad, depresión y soledad disminuyeron notablemente.
También conocido como el ayuno digital, en la práctica guardar el teléfono en la cartera, dejarlo fuera del dormitorio, apagar el sonido o la vibración te da espacio a organizar de forma disciplinada e intuitiva cómo y cuándo dejas que entre a tu vida lo digital y sales de lo real para distraerte con likes y virales.
Mientras tanto, mi teléfono sigue sin sonido ni vibración para las alertas. Y, aún sigo dándome pequeños ayunos digitales para recordar que el decir me gusta y dar tu corazón, es más importante si lo haces en la vida real.