Celebrar el día de Reyes es para mí el colofón de todo lo vivido en el año que acaba de terminar, con la confianza de que en este nuevo año las bendiciones se multiplicarán.
Celebré está fecha por primera vez en casa de una amiga, su mamá tenía la tradición de celebrarlo con chocolate y pan de pascuas; también organizaba una fiesta para los niños del barrio en la que entregaba caramelos y juguetes.
La famosa rosca de reyes, llegó hace unos 40 años a Quito, y hace unos 25 a Guayaquil, de la mano de la pastelería La Española. Pero es desde hace unos veinte años que la tradición de comer rosca de reyes el 6 de enero ha ido creciendo en Ecuador.
En sus inicios la rosca era elaborada por los romanos para celebrar otras festividades. Era un pan dulce con higos, dátiles y miel; luego llegó a España donde se instituyó entre los años 1683 – 1746, gracias a Felipe V.
Al igual que el pan de pascua, su preparación ha ido variando con sus distintos rellenos y decoraciones, conservando la forma de un pan dulce ovalado o redondo que se divide en varias porciones.
Para los creyentes, cada característica tiene una simbología. La forma ovalada o redonda personifica el amor de Dios, que no tiene principio ni final; las tres rodajas de naranjas representan a los tres reyes magos; los dátiles, higos y frutas confitadas hacen alusión a los regalos llevados a Jesús por los reyes magos, que representan amor, paz y felicidad.
También puede o no traer un niño de plástico escondido, el cual representa la escena cuando José y María escondieron a Jesús de Herodes. En la masa de algunas coronas o roscas se coloca un rey mago y, a quien le toque, es coronado como el rey de la celebración. Otras roscas pueden llevar una haba y a quien le salga en su tajada será el rey endeudado que deberá comprar la rosca el año siguiente, de acuerdo a la tradición.
Se me ocurrió realizar una cata de roscas. Ese día crucé la ciudad de norte a sur para conseguir siete tipos de este producto, los que mejores comentarios habían recibido.
Ese fue el único año que celebré con mi abuelita Mago y mis tías Rojas el Día de Reyes. Ellas también llevaron roscas y fue un derroche infinito de pan dulce.
Hoy, a mis 45 años, estoy buscando una sola rosca, que de preferencia sea gluten free, porque recientemente descubrí que soy intolerante al gluten.
La compañía perfecta para la rosca de Reyes es, sin duda, el chocolate, que se sirve caliente.
Es motivo de orgullo saber que existen investigaciones que dan cuenta de que en la alta selva amazónica de Ecuador han encontrado cerámicas con semillas de cacao que datan de 3300 años antes de Cristo, lo que indica que en nuestro país este producto ha sido sembrado por lo menos desde hace 5.000 años.
El cacao fue convertido en chocolate por el pueblo olmeca (México) y llevado durante la colonia a Europa, donde se le agregó leche y azúcar, convirtiéndose así en una inigualable bebida caliente.
En mi caso fue la primera tradición que instauré en mi casa y en mi familia porque para quienes trabajamos con alimentos y bebidas esta es la última celebración de las festividades navideñas, es decir una fecha más para compartir, celebrar y disfrutar del amor.