Han pasado 35 años desde que la cantante Sabrina Salerno mostró un pecho en un especial de televisión y aproximadamente 20 desde que Janet Jackson hiciera lo mismo en el Superbowl, pero la audiencia no ha olvidado el brevísimo tremor de esos pezones.
Y es que el topless femenino sigue siendo terreno fértil para el escándalo.
Resulta irrelevante si quien lo hace: actúa de manera deliberada, es víctima de un desafortunado accidente. O comete un “accidente deliberado”. De todas maneras, su decoro quedará expuesto a todo tipo de murmuraciones.
No por casualidad el pezón de Jackson llegó hasta los tribunales. Eso a pesar de que fueron otras manos —las de Justin Timbarlake y no las de ella— las que rasgaron el fulgurante corpiño que cubría su “insolente” y pequeña protuberancia.

En las comunidades que habitan en aislamiento —como la huaorani— las mujeres no se cubren los senos y ningún hombre de su comunidad se atreve a pensar que por ello son casquivanas irrespetuosas.
Aquellas obras icónicas de las culturas griega, romana o precolombina, que con sus torsos desnudos encandilan las retinas de quienes las observan, son un claro testimonio de que ni los pechos masculinos ni femeninos eran asumidos como un tabú.
Tampoco la paleolítica y nudista Venus de Willendorf, estatuilla austriaca que data del año 28.000 a.C., fue vista como una dama disoluta.

Según La ciencia del atractivo sexual: una perspectiva evolutiva, de los investigadores Gordon Gallup y David Frederik, antes de que los humanos comenzaran a caminar sobre dos piernas, la principal fuente de excitación visual de los hombres eran las nalgas de las mujeres. Sin embargo, cuando el humano se puso de pie, éstas (las nalgas) dejaron de estar en su línea de visión. Paralelamente y de forma evolutiva crecieron los senos de las mujeres de forma redonda y bamboleante ante el nuevo campo de visión del hombre.
En una columna publicada en el diario La Tercera, Isidora Correa, artista visual y académica, sostiene que en el libro Lactancia materna: perspectivas bioculturales, la antropóloga Katherine Dettwyler asegura que “los hombres no se sienten atraídos biológicamente a los pechos, sino que son entrenados desde pequeños para encontrarlos eróticos”.
Aquello, agrega la académica, coincide con la investigación que Clellan Ford y Frank Beach realizaron en 1951, cuando estudiaron 191 culturas y llegaron a la conclusión de que solamente 13 consideraban al pecho sexualmente importante.

El desnudo como arma
Afrodita, célebre personaje de Mazinger que lanzaba sus armas secretas al grito de “fuego de pecho”, no exageraba sobre el poder que tiene esta parte de la anatomía femenina, de ahí que moleste tanto, y a tantos, no solamente las tetas sino también la palabra que las invoca.
Conocedor de esa realidad, en 2008 nació en Ucrania el grupo femenino Femen, cuya irrupción en actos de distinta índole con el torso desnudo, flores en el cabello y eslóganes pintados en el pecho, llamó la atención de medio mundo.
—Nuestras armas son nuestros pechos desnudos —es su consigna.

A partir del nacimiento del colectivo Femen, en el 2008, se “institucionaliza” el desnudo como arma reivindicativa. Y es que Femen considera que las manifestaciones del feminismo, con sus ritos de color morado y sus cándidas consignas, son demasiado cómodas.
“Al patriarcado hay que sacarle de sus casillas utilizando el cuerpo como arma de combate. Vestida de morado con una pancarta en las manos no te comes un rosco (no tienes éxito) en ningún medio de comunicación. Escribiendo lo que quieres en la piel desnuda del cuerpo das la vuelta al mundo”, declaró el grupo activista según recoge la periodista Lucía Méndez en su artículo Las tetas contra el patriarcado, publicado en el diario El Mundo.
Seis años más tarde, en 2014, la activista y cineasta Lina Esco lanzó en Estados Unidos el movimiento #freethenipple (libera el pezón) con el propósito de denunciar la discriminación, desigualdad y sexualización de los pechos y pezones femeninos en las calles y en las redes.
El “Free the Nipple” y la denostada lactancia
Millones de personas en todo el mundo se unieron al #freethenipple al identificarse con un movimiento que cuestiona la doble moral.
—A menudo los medios se hacen eco de que una mujer no pueda mostrar los pechos, incluso cuando amamanta a su bebé, algo tan natural como la vida misma —pronunció Esco.
Por ello un pezón femenino es una suerte de cuadrilátero y en virtud de esa mirada gazmoña , Estados Unidos legisló a favor de la lactancia en público siempre y cuando la madre no tuviera la osadía de mostrar el pezón en el proceso.
De hecho, en Estados Unidos, tres estados prohíben mostrar los pezones: Indiana, Tennessee y Utah.
Parece que los pechos femeninos son glándulas mamarias hipersexualizadas para el consumo masculino. Y si no tienen ese fin, molestan.
Topless sobre el escenario
Precisamente la cantante española Amaral acaba de experimentar aquello.
Vestida de lentejuelas rojas a tono con los focos que la alumbraban, la intérprete de Zaragoza dedicó el 13 de agosto en el festival español Sonorama Music Festival, la canción Revolución a varias artistas de su país. Lo hizo mostrando sus pechos.
“Esto es por Rocío, por Rigoberta, por Zahara, por Miren, por Bebe: por todas nosotras”, dijo la artista sobre el escenario en una presentación que había convocado a 35 mil personas.
Las cantantes Rocío, Zahara, Miren y Bebe fueron en algún momento censuradas, ya sea por mostrarse en topless o por incluir la palabra “puta” en alguna de sus canciones.
“Nadie puede arrebatar la dignidad de nuestra desnudez”, dijo Amaral durante el epílogo de su performance.
Rigoberta Bandini, otra de las artistas a quien Amaral mencionó en su comentada presentación, es autora del tema Ay mamá, una pieza musical lanzada el 23 de diciembre de 2021 que se ha convertido en un himno para todas aquellas madres que se han sentido señaladas por una sociedad que sigue sexualizando el pecho de las mujeres.
Acto revolucionario
La historiadora del arte Eugenia Tenenbaum mencionó en una entrevista para eldiario.es: “Es un acto revolucionario porque está subvirtiendo el contexto en el que a una mujer se le permite mostrar su cuerpo”.
Tenenbaum añadió que “en lugar de concebirse como lo que es, un par de glándulas mamarias”, esta parte del cuerpo se lee como algo erótico y por eso “los únicos ámbitos en los que está bien visto” mostrarlos están atravesados por esa mirada, mientras que “cualquier espacio no sexual en el que la mujer enseñe su pecho será condenado, castigado o censurado”.
¿Pero no es acaso una contradicción utilizar el cuerpo de la mujer para denunciar la utilización del cuerpo de la mujer?
—El patriarcado usa y abusa del cuerpo de las mujeres como quiere y dónde quiere, de modo que las mujeres tenemos derecho a hacer con nuestras tetas lo que nos venga en gana. En el fondo, lo que se busca es el estado superior del feminismo, lo que se viene llamando ’empoderamiento’ de las mujeres— responden las integrantes del grupo Femen.
Esa libertad buscó Mon Laferte cuando en noviembre de 2019, en el marco de la entrega de los Premios Grammy, arribó a la alfombra roja con un abrigo negro y un pañuelo verde en el cuello. Acto seguido, cuando estaba frente a las cámaras, descubrió su pecho. Y en su piel podía leerse: “En Chile torturan, violan y matan”.
Censura en redes sociales
Redes sociales como Instagram o Facebook también han censurado los pechos femeninos, incluso los de aquellas mujeres que con su savia materna alimentan a su bebé.
La censura, sin embargo, no solamente se circunscribe a las tetas in situ sino también a aquellas que aparecen en carteles publicitarios.
Eso fue lo que sucedió con el cartel que promocionó la película Madres paralelas, de Pedro Almodóvar. En este aparecía un pezón del cual brotaba leche materna.
Instagram se disculpó por dicha censura, y permitió la publicación de la imagen, sin embargo no ha cambiado su política en torno a la aceptación de los pezones.
En noviembre del año pasado, la cantante Madonna, fiel a su espíritu indómito, burló al censor de esta red social y compartió en su cuenta unas fotografías en topless.
Para ello, colocó dos emoticonos en sus pechos, uno de un chupete y otro de una bolsa de dinero.
Camisetas mojadas y pezones masculinos
Los pezones masculinos siguen a salvo en las redes sociales, las playas y los estudios de televisión.
Sin embargo, no siempre fue así. Los hombres en Estados Unidos tenían prohibido ir a la playa sin cubrir sus pectorales, restricción que a comienzos del siglo XX se transformó en una bandera de lucha. En 1937, la ley les permitió mostrar sus pezones con pundonor.
“En este proceso de rebeldía, en este gesto de enseñar unas tetas que hemos aprendido a ocultar se subvierte la norma, pero también el dedo que la señala. Ya no son ellos los que tienen la potestad de hacernos sentir indignas. Somos nosotras quienes señalamos su indignidad, quienes descosificamos y deserotizamos nuestros cuerpos para politizarlos a nuestro favor, no en nuestra contra”, dice Eugenia Tenenbaum.
Y es que se puede ir sin sostén por la vida; nunca sin un esparadrapo que cubra esas pequeñas protuberancias que tanta salivación provocan.
¿Qué sacan mostrando los senos, se preguntan los detractores de los topless? Desde luego que la respuesta es la deserotización de los pechos. No obstante, siendo consecuente con la simplicidad de la pregunta, la incógnita podría ser zanjada con otra interrogante sencilla: ¿qué saca la sociedad con el silencio cada vez que se comete un femicidio?
Como dice Raquel Marcos Oliva en su columna de opinión en eldiario.es: “Enseñar los senos sigue siendo un tema de debate, en especial, cuando el acto de exhibición se separa del sexo y del pensamiento pornográfico y no tiene como objetivo el recreo onanista del público masculino”.
Cierto, el ecuatoriano es un pajero morboso. Pero esto solamente no basta para explicar la actitud negativa de la ecuatoriana hacia el desnudo. Es una apreciación simplista.
Más bien averigua por qué realmente las ecuatorianas tienen una actitud negativa hacia el topless y el desnudo.