De seguro has escuchado hablar de Ada Hegerberg, Megan Rapinoe, o Alexia Putellas. Hegerberg, por ejemplo, es una jugadora de fútbol noruega, cuya indiscutible solvencia en la cancha le ha permitido encajar 299 goles en 301 partidos.
De hecho, su nombre ya está escrito en letras doradas: fue la primera mujer que ganó un balón de oro —recién se empezó a reconocer en 2018 con este galardón a las mejores jugadoras— por su destacado rendimiento en el terreno de juego.
Y es que el fútbol femenino ha sido visto muchas veces con sorna, como un remedo de deporte, como una actividad periférica.
Una pequeña muestra de aquello es la anécdota que dio la vuelta al mundo precisamente el día en que le fue entregado el Balón de Oro a Hegerberg, allá por el 2018.
Esa noche el DJ francés Martin Solveig, quien se encontraba en el sitio de premiación, quiso hacerse el bromista con la jugadora al preguntarle si sabía hacer twerk (perrear).
Hegerberg, que no estaba allí porque había sido elegida como la mejor bailarina de un club nocturno sino como la mejor jugadora del mundo, no supo qué responder.
Este hecho, sin embargo, no es aislado. El 25 de julio de este año, a propósito del Mundial de Fútbol que se está jugando en estos días en Australia y Nueva Zelanda, un periodista de la BBC le preguntó en una rueda de prensa a Ghizlane Chebbak, mejor jugadora de la selección marroquí, si había alguna lesbiana en el equipo de su país.
La pregunta no sólo fue inapropiada e irrespetuosa sino también comprometedora, toda vez que en Marruecos, ser homosexual es un delito que se castiga hasta con tres años de prisión.
Pero existen más muestras del desdén con que se mira a una profesional del fútbol.
En una entrevista publicada por la agencia de noticias EFE, María Teixidor, exdirectiva del FCB Barcelona y persona clave en el desarrollo de la selección femenina, manifestó que no se puede ni se debe normalizar que los medios hablen de lágrimas y de emocionalidad cuando se refieren a celebraciones y derrotas de las futbolistas.
Dijo además que los medios son propensos a caer en estereotipos y paternalismos, de ahí que exhortara a los periodistas a no hablar de “fútbol femenino” sino de “liga femenina de fútbol”.
—Debería ser sólo fútbol. No sé si nunca se habló primero de tenis femenino y luego sólo de tenis.
Pero volviendo a los galardones que entrega la liga femenina anualmente, hay otros nombres que poca gente reconoce, como los mencionados arriba: Megan Rapinoe y Alexia Putellas. Ellas se adjudicaron el balón de oro por ser las mejores del mundo, la primera en 2019, y la segunda en 2021 y 2022.

En 2018, Ada Hegerberg se convirtió en la primera mujer en alzar el Balón de Oro. El sueldo que percibía cuando la premiaron por ser la mejor futbolista del mundo era 350% menor al del considerado mejor futbolista de ese tiempo, Lionel Messi. Crédito: Mundo Deportivo.
Taquilla mermada
Gabriela Alcívar, comentarista deportiva ecuatoriana, es consciente de que el fútbol femenino no es valorado como el masculino, pero atribuye esta situación a la costumbre.
—Es difícil sacarles el chip a los hombres—dice.
En cuanto al fútbol femenino manifiesta que es entretenido y que las mujeres son menos exageradas, lo que le da mayor fluidez a la pelota, pero así también matiza que son más lentas. Agrega además que la mayoría de jugadoras no se han formado como atletas desde pequeñas sino que debido al talento que tienen deben dividirse entre estudiar, trabajar, ser madres y jugar al fútbol, porque son pocos los equipos que pueden pagar un sueldo, al menos aquí en Ecuador.
Destaca el desempeño del club quiteño Ñañas, de quien dice subsiste por sí solo luego de que en 2019 se creara la superliga femenina.

La comentarista señala también que el fútbol femenino no es lo suficientemente valorado porque su rentabilidad es menor, de ahí que los dirigentes apoyen a los clubes por una cuestión meramente social.
—La crisis económica, la inseguridad, los videojuegos y plataformas como Netflix han mermado los ingresos en los estadios, imagina entonces lo que sucede cuando un equipo femenino juega —reflexiona.
Inequidad y postergación
El prontuario de postergación de la liga femenina se extiende hacia varios terrenos.
En 2012, el Santos de Brasil eliminó la liga femenina para cubrir el sueldo del jugador brasileño Neymar.
Asimismo, mientras el célebre futbolista argentino Lionel Messi ganaba en 2018 la nada despreciable cifra de 130 millones de euros al año, Ada Hegerberg recibía
400.000 euros anualmente. Es decir el sueldo de la jugadora noruega era 325 veces menor que el del jugador rosarino.
Y esto no es parte de una historia de triste recordación. En la actualidad, el futbolista mejor pagado del mundo, Neymar, gana 136 millones de dólares anuales, mientras que la futbolista con el más destacado ranking planetario, la estadounidense Carli Lloyd, recibe 518 mil dólares.
Se trata de una diferencia vergonzosa y astronómica, pero este es sólo un ejemplo de esa desigualdad.

Un artículo publicado en la plataforma del Banco Interamericano de Desarrollo recoge las declaraciones de la periodista deportiva Marion Reimers, quien señala que esta inequidad ocurre porque las mujeres no están representadas en ninguna área de esta industria.
A juicio de Reimers, el 95% de los contenidos deportivos son dirigidos y presentados por figuras masculinas.
—Son ellos los que dicen que el fútbol femenino no vende. Sin embargo, el problema es que al no tener mujeres dentro de este ecosistema, sus integrantes no saben cómo venderlo ni saben a quién— aclara.
Según el artículo, en el fútbol, las brechas de género figuran entre las más cuestionables, sobre todo en el rubro de los sueldos.
“Aunque la industria futbolística genera más de 500.000 millones de dólares cada año, un 49 por ciento de las jugadoras de fútbol profesional no reciben un salario y un 87 por ciento finalizará su carrera deportiva antes de los 25 años, por la baja o nula remuneración, según datos publicados por FIFPRO en 2018”.
ONU Mujeres, por su lado, rompió una lanza por la liga femenina y firmó con FIFA el 7 de junio de 2019 un memorándum para que cambien las políticas, concienticen sobre equidad de género y utilicen el fútbol como herramienta para empoderar a las mujeres y las niñas de todo el mundo.
Rendimiento físico o cliché…
El fútbol femenino ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años.
Según el editor y periodista español Albert Sanchis, el número de academias de mujeres y de equipos de fútbol ha crecido a tal punto que se puede decir que hay, aproximadamente, 40 millones de niñas y mujeres jugando fútbol en todo el mundo.
En efecto, el Mundial femenino de 2019 tuvo un récord de 1.120 millones de espectadores, según la FIFA. Y la edición que se juega en este momento está camino a ser el evento deportivo femenino con mayor asistencia de la historia.
No obstante, para que la liga de fútbol femenino termine de despegar y obtenga los mismos réditos —incluido el prestigio— deben pasar al menos cien años y tirarse abajo ese cliché de que el rendimiento atlético de la mujer es menor al del hombre.
—En la mente de los hombres sigue rondando la idea de que los deportes femeninos son aburridos, lentos y poco atractivos. En la sabiduría convencional se asienta esa idea de que los deportes de hombres son mejores que los deportes de mujeres porque ellos son más grandes, más fuertes y más rápidos —escribe Carlos Gómez, investigador del Instituto de Administración de Empresas de la UZH y autor del estudio.
Según Gómez, la información específica de género puede influir en la percepción de la calidad.

Por otra parte, están los prejuicios, uno de ellos es la “masculinización” de la mujer. Se discute todavía si es negativo para la feminidad y de forma específica para la maternidad.
También se dirime sobre la menstruación, aunque en estos temas parece que estuvieran más interesados los dirigentes o directores técnicos que las propias jugadoras.
Amén de todo lo dicho, cuando Joseph Blatter era presidente de la FIFA se atrevió a sugerir cierto vestuario para las jugadoras.
Un poco más sexi, “con el objetivo de hacer los partidos más atractivos”.
Tomándole el pulso a los pupos
“Los hombres suelen ser más precisos en los pases y golpean el balón desde una distancia mayor que las mujeres. En tanto que en el fútbol femenino se distribuyen de manera más uniforme y suelen ser más cortos”, arroja un estudio.
La explicación podría estar en las diferencias fisiológicas entre los sexos: las distancias de pase y tiro se ven afectadas por la fuerza muscular del cuerpo.
Según el mismo análisis, el hombre tiene una mejor capacidad para presionar a los oponentes y un número mayor de interrupciones. La diferencia no es significativa, lo que sugiere que el fútbol masculino y el femenino tienen una intensidad de juego similar.

Es probable que en este estudio no se esté tomando en cuenta aquello que dijera el escritor y deportista ecuatoriano Álvaro Alemán en una entrevista concedida el año pasado a esta revista.
En ella sostuvo que los buenos resultados de los deportistas responden no sólo a la entrega sino también a la tradición, al conocimiento local transmitido de generación en generación, al know how, al tiempo que lleva el país en donde habita practicando un deporte.
Eso nos lleva a hurgar en la historia del fútbol femenino y encontramos que tuvo una eclosión en el año 1914, cuando debido a la Primera Guerra Mundial las mujeres debían trabajar y aprovechaban su tiempo libre para jugar fútbol.
En el año 1921, sin embargo, la Federación Inglesa de Fútbol prohibió el uso de recintos deportivos para partidos entre mujeres y no fue sino hasta el año 1971, es decir cincuenta años después, cuando fue levantada la prohibición.
Tenía que llegar el año 1980 para que el fútbol femenino fuera reconocido por la FIFA, y recién en 1991 se llevó a cabo el primer torneo mundial de fútbol femenino.
En Ecuador, las mujeres han dado grandes alegrías deportivas.
En la entrevista ofrecida por Alemán, a propósito del oro olímpico conseguido por la pesista Neisi Dajomes, dijo que el deporte femenino ecuatoriano (en general) ha producido históricamente mejores y más resultados que el deporte masculino, pese al hecho de que sólo la mitad de la población femenina participa en lides deportivas con relación a la población masculina.
También mencionó que casi el 75 por ciento de las medallas en los Panamericanos pertenece a las mujeres, y en los olímpicos el 100 por ciento.
“En todos los deportes, las mujeres ecuatorianas han logrado mejores resultados, menos en el fútbol, pero están compitiendo desde hace escasos once años”, dijo aquella vez.
En efecto, el fútbol femenino en Ecuador a nivel de selección está en ciernes. Las jóvenes han asistido a la cita ecuménica en una sola ocasión: año 2015 y fueron eliminadas en la primera fase.
Mundial Australia y Nueva Zelanda (2023)
Para la comentarista deportiva Gabriela Alcívar, a los cuartos de final de este mundial han llegado todos los equipos que se esperaban. La sorpresa, sin embargo, ha sido la eliminación de Estados Unidos y la clasificación de Colombia.
—Han llegado muchos de los países favoritos, como Japón e Inglaterra, además de España, que viene haciendo unas divisiones de fútbol espectaculares, lo que evidencia la importancia que se le está dando al fútbol femenino.
Cuando se escribía este artículo, Japón fue eliminado por Suecia, el mismo equipo que eliminó a Estados Unidos.
Destaca la labor de la española Salma Paralluelo, de 19 años, y de la colombiana Linda Caicedo, de 18.
—Entre el año pasado y este, Salma ha realizado una campaña impecable, por eso espero el partido que enfrentará a Colombia con Inglaterra, aunque me doy por satisfecha con lo que ha logrado Colombia.

La FIFA, por su lado, se ha comprometido a otorgar por primera vez un salario de 30.000 dólares a cada jugadora que participe en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda.
Las ganadoras al final del Mundial se habrán embolsado 270.000 dólares, y el equipo campeón recibirá 4,3 millones de dólares, un 10% de todo lo que recibe en el Mundial de varones (42 millones) el equipo campeón.
“Con este modelo de distribución, cada jugadora que participe en el Mundial femenino de 2023 podrá contar con una remuneración acorde a su esfuerzo”, aseguró la FIFA.
La pérfida idea de que la mujer sólo puede estar en un estadio para ser mirada de forma lasciva aún persiste, por eso la lucha debe centrarse en que el hombre saque la mirada de la tribuna y la ponga sobre el terreno que pisa, con aplomo y con la misma pasión que ellos, la pujante liga femenina.