Quiero hacer un ejercicio de reflexión sobre las raíces de la invalidación de las mujeres, cuyo aporte intelectual y material a la sociedad ha sido invisibilizado por los poderes de turno. Y por eso utilizo el término “ginopia” para titular este texto.
Históricamente —aquí y en China— existe una subvaloración generalizada de la participación de las mujeres en lo público.
¿Pero de dónde viene todo esto?
¿Cuáles han sido los discursos que marcaron los parámetros del actual escenario político para las mujeres?
¿Cómo se construyeron las categorías de víctimas y victimarios?
¿Cuándo, las mujeres, fuimos marginadas de los contextos políticos y de los espacios de poder o gobernanza?
Considero que la invisibilización de la mujer viene del fenómeno psicológico del ‘miedo’, que se observa de manera irrebatible y grotesca cuando se empieza a perseguir a las denominadas ‘brujas’, cuya ‘cacería’ no corresponde a la Edad Media ni es exclusiva del catolicismo, sino concomitante con el Renacimiento y el Siglo de las Luces.
El psicólogo Ruso Yuri Lotman, interesado en la psicología de masas, estudió el fenómeno denominado «caza de brujas», llegando a una conclusión sobre su causa: “es el miedo colectivo el que crea la supuesta amenaza que suponen y no al revés”.
Factura de 0,80 centavos de dólar
Gina Gómez de la Torre, ecuatoriana, doctora en jurisprudencia, y exagente fiscal de la Comisión de la Verdad, manejó casos de alto riesgo y peligrosidad. Además obtuvo la primera sentencia en Ecuador por delito de odio. En mayo de 2019, se postuló para ser la titular de la Defensoría Pública.
El máximo organismo para la designación de autoridades públicas en Ecuador, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) debía elegir a la persona que tomaría las riendas de la Defensoría Pública.
Ella quedó en cuarto lugar, pero hubo impugnaciones en contra de los tres mejores puntuados del concurso: Jaime Santos, Ángel Torres Machuca y Luis Ávila Linzan.
Estas tres impugnaciones fueron aceptadas, de modo que, por reglamento propio del concurso, Gina Gómez De la Torre debía asumir la titularidad de la Defensoría Pública. Su participación, sin embargo, también fue impugnada, aunque el protagonista de la oposición no apareciera en la audiencia.
El CPCCS, liderado por Julio César Trujillo, decidió descalificar, de oficio, a Gina Gómez, aduciendo que tenía obligaciones pendientes con el Servicio de Rentas Internas (SRI).
De fuente directa, sé que la descalificada tuvo problemas con una factura de 0,80 centavos de dólar que había extraviado años atrás.
Lo que más llamó la atención de todo este entuerto es que, a pesar de haber sido impugnado y apartado del concurso el postulante Ángel Torres, éste continuó en funciones prorrogadas por más de cinco años, ostentando el cargo de Defensor Público.
Más descalificaciones
Inés Maritza Romero Estévez, ecuatoriana y abogada, se desempeña como jueza de la Corte Provincial de Pichincha, en la sala de lo Penal. Se postuló en el concurso de designación del titular de la Defensoría Pública, para el período 2024.
Romero es una servidora pública controvertida para algunos, ya que habría develado una trama de corrupción entre los vocales del Consejo de la Judicatura por injerir en la presidencia de la Asamblea Nacional y la justicia, a través de una acción constitucional que planteó la expresidenta Guadalupe Llori.
En dos escuetas líneas, el pleno del CPCCS decidió dar caza a esta postulante, para finalmente declarar:
“El pleno del CPCCS descalificó a la postulante Inés Maritza Romero al demostrar la existencia de la causal de impugnación de probidad notoria”.
Antes de ser descalificada —fue la cuarta mejor puntuada—, y luego de que el primero renunció por haber recibido interpelaciones por parte de la ciudadanía, y de que el segundo y el tercero fueran impugnados por estar inmersos en investigaciones por casos de corrupción, recibió en su oficina una corona de flores con la frase: “Que en paz descanse”.
El cargo le correspondía a la doctora Romero, pero, como habría de suponerse, para el sistema regente ese cuarto lugar, simplemente, fue invisible.
La Asamblea Nacional se apresta a posesionar como Defensor Público al sexto puntuado en la lista de postulantes. Poco o nada nos importa a estas alturas quién es el quinto.
La doctora Romero interpuso acciones constitucionales, y en una de estas una jueza le dio la razón, pero en una decisión con un dejo de antinomia, como reparación, ha dispuesto que el CPCCS “pida disculpas a la postulante por haber vulnerado sus derechos”.
Tanto la doctora Gina Gómez De la Torre, como la doctora Inés Maritza Romero Estévez han demostrado cualidades como capacidad, valentía, lealtad, y perseverancia, todos los atributos que se requieren para un cargo de tal magnitud y que la sociedad exige para los hombres.
¿Qué les hizo falta para alcanzar los cargos que por derecho se merecían?
Ser visibles en y ante la sociedad, que alzaran la voz para que todas nos miremos, entre nosotras y hacia nosotras. Que contribuyan a que se rompa la ginopia: esa incapacidad de entender el punto de vista de las mujeres.
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Especulación constante
Para la historiadora Inés Quintero, exdirectora de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, quien ha analizado el papel que jugaron miles de mujeres luchadoras en la gesta libertadora de América Latina, ellas “no fueron brazos ejecutores de lo que pensaban y decían sus maridos o los varones de sus casas, sino que asumieron una posición política frente al proceso de la independencia de sus países”.
Sus arriesgadas actividades, no habituales para las mujeres de su época, las llevaron a caminar por el terreno de la especulación constante, vivir en permanente alerta y a la defensiva.
En 1780, Micaela Bastidas Puyucahua junto a su esposo, José Gabriel Condorcanqui —Túpac Amaru II— lideró una rebelión para terminar con el dominio colonial y los abusos contra las poblaciones nativas del Perú. Esta insurrección culminó en la independencia peruana y la batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824.
Micaela estaba encargada de las operaciones militares en el Cusco, mientras Túpac Amaru II realizaba su marcha triunfal en Puno. Murió estrangulada, pero su último grito fue: “Por la libertad de mi pueblo he renunciado a todo. No veré florecer a mis hijos”.
“Los leales”
Junto a su esposo fue parte de una organización conocida como “Los leales”. Su capacidad de mando le valió el nombramiento de teniente coronel en 1816.
Simón Bolívar la ascendió a coronel y le otorgó una pensión que recibió durante cinco años. Extrañamente, murió en la pobreza. Fue enterrada en una fosa común.
Escuelas de amigas
Conocida como “la madre de la Patria” en Chile, Francisca Javiera Carrera Verdugo provenía de una familia castrense. Fue una gran influencia para sus hermanos, sobresaliendo como figura emblemática en la independencia de Chile, en un terreno dominado por hombres.
Participó activamente en la lucha, involucrándose en las milicias, rompiendo los estereotipos de la época, compartiendo actividades maternas —asumió la crianza de sus tres hermanos— junto a las patriotas.
Dejó clara su desvinculación de los españoles al diseñar una de las primeras banderas de Chile.
Pese a todos estos méritos, en la historia existen relatos que la identifican como “mujer ambiciosa y muy astuta”, insinuando que tuvo injerencia en la vida política de su esposo, soslayando sus atributos intelectuales.
Implementó un proyecto denominado “Escuelas de amigas”, en cuyos espacios las mujeres aprendían a leer y a escribir. Tras la abdicación de Bernardo O’Higgins, volvió a Chile y tuvo cierto reconocimiento público junto a los ‘líderes de la revolución’.
“Vacío constitucional”
En Ecuador, el 06 de febrero de 1997, el expresidente Abdalá Bucaram fue declarado ‘mentalmente incapaz’ para gobernar, a través de una resolución aprobada por mayoría simple del Congreso Nacional.
A la persona que le correspondía la sucesión era a su vicepresidenta y binomio Rosalía Arteaga. Pero yendo en contra de la Constitución, los parlamentarios en esta misma resolución designaron como presidente interino al titular del Congreso, Fabián Alarcón.
El alegato para esta designación fue un aparente “vacío constitucional”, que impedía la sucesión automática a la Dra. Rosalía Arteaga.
Ante una intervención de las Fuerzas Armadas, debido a la pugna provocada por la presidencia de la República, tanto Rosalía Arteaga como Fabián Alarcón firmaron un ‘acuerdo’ en el cual Rosalía Arteaga accedía a asumir la presidencia en forma temporal, mientras el Congreso solucionaba el supuesto ‘vacío constitucional’.
El 09 de febrero de 1997, Arteaga fue posesionada como presidenta de la República. Sin embargo, a día seguido, el 10 de febrero, el Congreso, de manera inesperada, se autoconvocó para el 11 de febrero con el propósito de votar por la investidura de Fabián Alarcón como presidente Constitucional interino, una figura inexistente en la Constitución de 1978.
Rosalía Arteaga intentó ser recibida en el Congreso, pero no obtuvo resultados. Procedió entonces a redactar un manifiesto al que dio lectura en los exteriores del Legislativo, en el cual renunciaba a la Presidencia de la República. Le arrebataron la Presidencia del Ecuador.
Entender el punto de vista de las mujeres
Con este artículo deseo dejar en evidencia que, lo femenino, dentro del contexto público y político en el Ecuador y en el mundo, sí es posible. Hago una suerte de exhortación para alejarnos de los cuestionamientos, de los alegatos y de las legitimaciones sexistas y estereotipadas, que invisibilizan o minimizan a las mujeres.
A ustedes, varones fuertes, valientes e inteligentes, les pido que pierdan el miedo, dejen de vernos como una amenaza y detengan la cacería de brujas que, mediante subterfugios, llevan a cabo, porque no somos hechiceras ni vamos a permitir más persecuciones.
La violencia de género soterrada, que ha reinado por años y que trata de ignorarnos e invisibilizarnos, irá retrocediendo solo en la medida en que las mujeres alcemos la voz. ¡Mujeres, aquí estamos!







