Hace un año, Mahsa Amini, una joven de 22 años nacida en Saqez, en el Kurdistán iraní, fue la protagonista de una brutal y desgarradora historia que conmovió al mundo entero.
El 13 de septiembre de 2022, mientras disfrutaba de unas vacaciones en Teherán junto a su hermano Kiarash, fue arrestada por la “Policía de la Moral” iraní, acusada de llevar el hijab de una manera “inapropiada”.
La vida de Mahsa se desmoronó en ese instante. Fue sometida a una paliza, sumiéndola en un coma que duró interminables tres días y desembocó en su fallecimiento.

Cuarenta días de protestas
Su violenta e injusta partida detonó en ira e indignación generalizadas, que sacudieron los cimientos de Irán y se propagaron más allá de sus fronteras.
En ciudades como París, Madrid y Estambul, se realizaron marchas pacíficas para protestar por este cruel asesinato sucedido a manos de un organismo estatal.
En Teherán y Saquez, jóvenes mujeres iraníes y población de minorías étnicas, lideraron las protestas por el asesinato de de Mahsa.
Pese a la represión, las manifestaciones se prolongaron por cuarenta días, propagándose por las principales ciudades de Irán, bajo un grito desgarrador: “Mujeres, Vida y Libertad”

Mahsa Amini, torturada y asesinada, se convirtió en la chispa que encendió la protesta en una nación asfixiada por la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la falta de acceso a la educación y la opresión a las minorías étnicas.
Los dirigentes, a diferencia de la mayoría de la población iraní, viven una realidad de lujos, derroche y privilegios, ignorando las leyes que ellos mismos imponen con mano de hierro al resto de la población.
El miedo de los gobernantes a perder su poder, desató una brutal represión: desapariciones forzosas, ejecuciones públicas de manifestantes y un aumento en los castigos por no llevar el velo.

Así lo demuestran las cifras. Hasta el 26 de octubre de 2022, la represión de las protestas había cobrado la vida de 234 personas, incluidos 29 niños, según un devastador informe de la organización “Iran Human Rights” (IHR) con sede en Oslo, Noruega.
Sin embargo, este mismo organismo actualizó las cifras en abril del 2023 y concluyó que, el número de asesinados, por participar en estas protestas, sumaron 537.

“Apartheid de género”
Los primeros días de septiembre del presente año, los relatores de las Naciones Unidas, calificaron las violaciones constantes de derechos humanos que suceden en Irán contra mujeres, niñas y adolescentes; y, a las imposiciones legales del estado iraní, como un “apartheid de género”.
Además, condenaron el proyecto denominado Ley para Apoyar a la Familia Promoviendo la Cultura de la Castidad y el Hiyab, porque “socava la participación en la vida cultural, la libertad de expresión, el derecho a protestar pacíficamente, y otros derechos esenciales, como la libertad de movimiento”.
Las leyes iraníes imponen limitaciones inhumanas a las mujeres, como: despojo de la custodia de sus hijos, del derecho a viajar. Además anula sus voces en la esfera pública.
Deben ser tuteladas por sus padres, hermanos, esposos o hijos. En un tribunal, la palabra de una mujer iraní vale la mitad que la de un hombre.
Al momento de recibir una herencia, a la mujer le corresponderá la mitad que a su hermano.
Las multas por no llevar el velo son de entre 5.000 y 500.000 riales (0,12 y 11,83 dólares). O una pena de prisión de entre 10 días y dos meses.
Sin embargo, la nueva ley pretende endurecer los castigos. Las multas pasarían de 500 a 1.000 millones de riales (118 a 23.667 dólares) y las penas de prisión podrían ser de hasta 10 años. Hay que tomar en cuenta que, el salario mínimo en Irán, actualmente es de 150 dólares.
El arte, como una forma de resistencia
Mahsa sigue inspirando la lucha por la igualdad de derechos y encendió un movimiento artístico que celebra la hermandad y la memoria.
Las mujeres iraníes, a pesar de los riesgos mortales y un año después del cruel asesinato de la joven kurda, siguen alzando sus voces contra un régimen que pisotea su dignidad de seres humanos.


La llama de la protesta podría volver a encenderse en cualquier momento, desatando una nueva rebelión, en busca de los derechos que un grupo de goberantes corruptos y extremistas, arrebata y anula.
No sólo a las mujeres. Sino a casi la totalidad de la población iraní, que llega a 85 millones de habitantes.
En memoria de Mahsa Amini, el mundo entero clama por justicia, respeto y libertad.
El problema no son los talibán ni los ayatolas, sino el islam como tal. Tan sólo lean el corán completo (http://coran.org.ar/) y lo comprobarán.