Se me hace muy difícil considerar la posibilidad de mantener una relación con un hombre mucho mayor que yo.
No es que me apasione salir con alguien cuyo playlist para viajes en carretera está compuesto de las canciones de Raphael, Camilo Sesto, Los Ángeles Negros, Los Iracundos y Vicente Fernández. De solo pensarlo se apodera de mí un profundo aburrimiento. Y empiezo a bostezar.
No sé si ese fue uno de los motivos por los que entablé una relación con un hombre seis años menor que yo. Porque de forma consciente no fue. Solo puedo decir que “sucedió” y que llevamos viviendo juntos quince años. Yo venía de un divorcio y él era soltero.


Nunca me detuve a pensar si esto me traería consecuencias. Como la de ser el blanco de críticas y cuchicheos de gente conocida y desconocida. O llenarme de fortaleza para no dejarme arrastrar por mis propios prejuicios.
Cuando me di cuenta que estaba viviendo en primera persona un tema que sigue siendo un tabú arraigado en la sociedad del siglo XXI, empecé a mirar a mi alrededor en búsqueda de más mujeres que compartieran mi situación.
Iba por las calles poniendo más atención. Pero no me fue posible identificar una relación en la que la mujer sea la mayor.
A las pruebas me remito
Una investigación realizada en el 2015 por estudiantes de la universidad mexicana ELTAE cita cifras que permiten aterrizar la situación: solo el 22% de las mujeres encuestadas reconoce tener o haber tenido una relación con un hombre menor. Frente a la misma pregunta, el 71% de los encuestados ha tenido o mantiene una relación con una mujer más joven.
En la actualidad las mujeres somos, en teoría, más libres e independientes y podemos decidir, por ejemplo, si deseamos casarnos o tener hijos. Entonces, ¿por qué es mal visto que una mujer mayor salga con un hombre menor a ella?, ¿a qué se debe la ola de críticas y suspicacias?
Este prejuicio está ahí, listo para salir a la luz y poner en evidencia un machismo añejo que, por eso mismo, es tan difícil de erradicar. Las mujeres debemos reconocer que, si sobrevive, también es gracias a nosotras: lo hemos escuchado desde siempre y forma parte, con mayor o menor éxito, de nuestras creencias paradigmáticas.
Cuando los hombres salen en plan romántico con mujeres más jóvenes son catalogados como: conquistadores, cautivadores, triunfadores o galanes.
Cuando una mujer sale con hombres más jóvenes, los adjetivos son: cougar, robacunas o gallina vieja. Y la cosa empeora si tiene la osadía de formalizar la relación.
En el 2010, una campaña de Air New Zealand mostró a una mujer “atrapando” a un jovencito que intentaba escapar, sin conseguirlo, y era arrastrado hasta su departamento:
¿Y qué pasa con los hombres?
Los hombres que salen con mujeres mayores también son denigrados con calificativos como toyboys. Porque claro, es imposible para la sociedad aceptar que una mujer pueda enamorarse de un hombre menor. Desde esta visión, para ella es simplemente un juguete, un capricho o pasatiempo.
Está tan arraigado este tabú que ante la sociedad pasa desapercibida la diferencia de edad entre Donald Trump y Melania, su esposa. Sin embargo, la diferencia que existe entre Emmanuel Macron, presidente de Francia y su esposa, Brigitte, es la misma: 24 años.


Que Brigitte sea la mayor, ha causado polémica y hasta la difusión de fake news —que ella es transexual, por ejemplo— o caricaturas denigrantes, machistas y misóginas, como la que publicó en su portada Charlie Hebdo con la frase ¡Va a hacer milagros!

Esto no es nuevo. Al contrario, la monarca Victoria de Inglaterra que reinó desde 1837 hasta 1901, también enfrentó la caricaturización de su relación —nunca aceptada públicamente—con John Brown, siete años menor que ella, un criado escocés de origen humilde e hijo de granjeros.

Eterno amor secreto
Sobre el secretismo de las relaciones donde la mujer es mayor, la periodista y escritora Rosa Montero dijo durante una entrevista publicada en el portal Infolibre: “Siempre ha habido mujeres mayores con amantes jóvenes, el sexismo lo ha hecho clandestino”.
La periodista y escritora Dolores Conquero, autora del libro “Amores contra el tiempo”, en el que hace construcciones biográficas sobre mujeres históricas que tuvieron relaciones sentimentales con hombres menores que ellas, sostiene que el tabú está pendiente por derribar.
Según Conquero, en la actualidad se ha sustituido el prejuicio moral que pesó durante siglos sobre las mujeres que mantenían esta clase de relaciones —en el que la Iglesia tenía mucho que ver— por el de la belleza y el juicio sobre su vida sentimental y sexual.
Para las mujeres está prohibido envejecer y tener vida amorosa o sexual cuando llegan a cierta edad. La sociedad así lo impone. No es lo mismo para los hombres, pese a que ellos también envejecen y esto conlleva un declive en lo sexual. Madonna, durante la entrega de los premios Billboard del año 2016, lo sintetizó muy bien:
Un caso reciente es el de Shakira que ha sido criticada en redes sociales porque, según algunos internautas, “está vieja” y por eso Piqué tuvo razón en separarse de ella y cambiarla por alguien más joven.
En un momento de la historia donde los avances para las mujeres se han logrado en todos los ámbitos y, en teoría, podemos amar a quien queramos o elijamos, ¿realmente es así?
¡Y puedo comprarme yo misma flores!
En estos quince años de convivencia con un hombre seis años menor que yo, he llegado a entender que no es imprescindible estar en una relación sentimental para sentirme completa y feliz. Que es un error mimetizarse en una relación o en una pareja. Aprendí a amarme a mí misma, a confiar en mí, correr tras mis sueños y tener el coraje de perseguirlos sin que haya alguien a mi lado que crea en ellos y los avale o impulse.
El astrólogo y alquimista suizo Paracelso decía: “quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas.” Entiendo que puedo florecer una y mil veces y que el agua que me riega solamente puede venir de mí. Con una relación o sin ella, sé que puedo comprarme flores, escribir mi nombre en la arena, invitarme a bailar y hablar conmigo misma durante horas. Con el fondo musical de Mily Cyrus.