Annie Ernaux, ¿La Proust del Siglo XXI?

Ilustración: Manuel Cabrera.
La escritora francesa insiste ante los medios en la necesidad de que cada mujer hable desde su propio lugar de enunciación.

Una victoria para la cordura. Con este predicamento el periodista estadounidense del New York Times, Dwight Garner, ha calificado la adjudicación del Premio Nobel de Literatura 2022, a la escritora francesa Annie Ernaux. Sin lugar a dudas una victoria. Se antoja la pregunta —por añadidura— ¿el triunfo es de la cordura? 

De la tienda de abarrotes a la élite intelectual

Annie Ernaux nació en 1940, en Lillebonne, una pequeña ciudad marítima de la región normanda de Francia; en el seno de una familia cuyos padres atendían detrás del mostrador de una tienda de aparejos para pesca que fungía además como cafetería. Imaginar a la pequeña Annie transitando por estos paisajes ásperos y socialmente desiguales, posa nuestra mirada hacia las adjetivaciones con las que su extensa obra literaria ha sido calificada: corta, libre severa y estoica; anota Garner. 

Para quien no conozca a la autora y quiera empezar a recorrer su camino literario debe tener claro que la obra de Ernaux:

Destapa las raíces, los alienamientos y las limitaciones colectivas de la memoria personal (…) revela la agonía de la experiencia de clase y describe emociones como la vergüenza, la humillación, los celos o la incapacidad de ver quién eres, con lo que ha logrado algo admirable y duradero.

Su obra intransigente está escrita en un lenguaje raspado hasta la limpieza. Esgrime la Academia sueca, en el veredicto del que es considerado uno de los más importantes galardones mundiales para las letras. 

Annie Ernaux
Además de escritora, Annie Ernaux es catedrática y profesora de letras modernas. Nació en Lillebonne, Francia, el 1 de septiembre de 1940. Fotografía: Primera Hora.

Siempre en tercera persona

“Un ejercicio de socorro”. Es así como la escritora francesa que nos ocupa asume el quehacer literario. Ernaux suscribe la fuerza liberadora de la escritura: desde los dieciséis años lleva una bitácora personal. Un diario intimista que recoge sus experiencias, sobre el que (en entrevista con France 24) ha sido tajante al explicar que su objetivo es entonar el presente; no así, servir de un insumo para sus novelas.

Aún cuando todas ellas tienen como punto de partida los episodios vividos por Annie Ernaux en primera persona, su estilo se aleja conscientemente del esencialismo confesional, del juego autobiográfico; por el que de plano siente repulsión.

Escribe sobre sí misma en tercera persona, desde una intención histórica, sociológica; como si alguien más le dictara lo que percibe sobre ella.

La mujer helada (1981), El acontecimiento (2000); son piezas en las que la normanda nos aproxima a la vida hogareña y al aborto respectivamente. Siempre desde un ella. Desde esa otra a la que quiere mirar. Y, si ha de ensayar sobre el afuera (le contesta al medio en cita) sería sobre una mujer migrante que cruza el mar Mediterráneo y llega a Occidente. 

Annie Ernaux
Annie Ernaux es una escritora prolífica. El libro que la hizo famosa, “La place” (“El lugar”), fue publicado en 1983. Trata de la relación con su padre. Fotografía: Barrons

Ser mujer: escribir en la posguerra y en el siglo XXI

Annie Ernaux escribe desde la perspectiva de género y de clase. Insiste ante los medios en la necesidad de que cada mujer hable desde su propio lugar de enunciación. Se vuelve necesario -entonces- citar sus palabras acerca de la situación de la mujer en la labor de escritura:

La otra cuestión que atraviesa todo lo que escribo es la consciencia de ser una mujer. De pertenecer al sexo que no es el sexo dominante, aún cuando hace décadas ha habido una evolución de este mundo femenino; pero que continúa estando en cuestión, por su puesto. De eso se trata, de mantener el cuerpo de las mujeres bajo la voluntad y la mirada de los hombres. Sí, las mujeres hoy pueden estudiar más, pero cuando observamos las grandes instancias económicas, las mujeres siguen sin estar en igualdad con los hombres. 

Hay muchas mujeres escritoras, el problema radica en que (…) la atribución de premios literarios, del Premio Nobel -por ejemplo- recae en hombres. También en los diarios, hay una gran mayoría de libros que son analizados, escritos por hombres; por encima de las mujeres. Hay campos como la pintura y la fotografía, es aún más (desigual) que la literatura (France 24).

Annie se ha convertido en la decimoséptima mujer en ganar el Premio Nobel de Literatura, pese a ello no faltaron los medios que la han llamado: La Proust francesa del siglo XXI; o, los que han tildado a su obra Los años como su Aleph.

A la sazón, a la sombra de Marcel Proust y de Jorge Luis Borges; cuya narrativa -sea dicho de paso- estaba alejada del lenguaje brutalmente directo, de clase trabajadora y, a veces obsceno que -desde la mirada de Garner- le es propio a escritora en ciernes.

¿Será tal vez que el periodismo patriarcal no soporta la idea de que una mujer octogenaria esté -por el contrario- más cerca de Michel Houellebecq y de Roberto Bolaño? (Menciono a figuras masculinas de las letras para evitar la también patriarcal comparación entre narradoras). 

Annie Ernaux
«He tenido enemigos de los que me siento orgullosa. Venían de la derecha, pero también de la izquierda caviar. Ahora ya no se atreven, pero durante mucho tiempo me masacraron», dijo en el año 2019. Fotografía: Cadena Ser.

¿De qué cordura me hablan?

La Pura pasión (1992) que destila su libro homónimo es eso literalmente. Sesenta páginas que resumen las trescientas de su diario en las que escribió sobre la relación de amantazgo tortuoso que mantuvo con un diplomático ruso: trece años más joven que ella, un patán que eructaba a todas horas, casado (obviamente); un machista que únicamente veía en ella un buen negocio, un buen polvo, una reputación. Al que sin embargo esperaba cual adolescente, con todas las esperanzas rotas. 

He ahí donde se erige una de las cualidades más sobresalientes del relato ernauxiniano (¿así se dice?): la contradicción. Esa incorrección política insana, demente; que solamente puede ser elaborada por la protagonista de la experiencia.

Una escritora que se asume feminista, ofreciéndonos a los lectores abyectas descripciones de sus avances sexuales con este impresentable y anónimo compañero de sábanas.

El brillo subyace en que es su propia voz –y no la ajena- la que da cuenta de estos deslices lúbricos. Corolario: un inmejorable momento en la historia de la literatura universal, para que el premio se llame Nobel, en honor de Alfred Nobel quien inventó la di-na-mi-ta en 1867.

No es gratuito suponer que la cordura a la que Dwight Garner se refiere, tenga una capa de sentido subliminal que -en el pleno octubre 2022- le hace un guiño a las devastadoras críticas que con sobrada razón ha recibido la película Blonde.

Un infeliz ensayo audiovisual freudiano sobre la actriz Marylin Monroe, dirigida por un hombre (Andrew Dominik), de cuyas entrañas salen fetos varones que desean vivir. Una cinta que presenta en primer plano la puesta en escena de la rubia tonta dándole sexo oral al máximo líder del capitalismo y el patriarcado: el presidente de Estados Unidos.

Ergo, sí, en efecto; que el poder mediático de Netflix, la cacería de brujas que se ha regresado con fuerza y el patriarcado salvaje se incomoden con el premio entregado a la rubia natural, anciana y silvestre Annie Ernaux, constituye una victoria para la cordura, para el feminismo, para la literatura. 

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