Cultura digital

Porno “deepfake”, el algoritmo patriarcal 

porno deepfake
Ilustración: Gabo Cedeño.

En 1954, Marilyn Monroe fue portada del primer número de Playboy. No posó para la revista, pero Hugh Hefner, su fundador, tenía guardadas las fotografías que la actriz se había hecho desnuda para convertirse en ‘chica de calendario’, algunos años atrás. 

Hefner, que había comprado esas fotos, decidió publicarlas cuando lanzó su revista. Marilyn, que ya era famosa, siempre se avergonzó de ellas. 

Ahora imaginemos que cualquier otra mujer aparezca en una fotografía con los pechos al aire sin que haya posado jamás desnuda. Imaginemos también que no solo figure en una fotografía sino en varios videos, copulando plácidamente con algún sujeto. Imaginemos además que esa imagen y esos videos circulan a través de redes sociales, chats, blogs y páginas pornográficas. 

La actriz Marilyn Monroe nunca posó para la revista Playboy, sin embargo fue su primera modelo de portada. Fotografía: Getty Images.

Sean ustedes bienvenidos al perverso universo del porno deepfake, un artificio que no es nuevo pero que debe preocupar a todos. Detallemos. El deepfake o “falsedad profunda” es un video, una imagen o un audio que ha sido manipulado mediante un software de inteligencia artificial para imitar la apariencia o la voz de una persona. 

Llamado también medio sintético, es tan perfecto a la hora de falsificar lo real que puede engañar tanto a las personas como a los algoritmos. 

Toples mitómanos 

Con esta maquiavélica herramienta, hoy es posible que las únicas diferencias entre la actriz Taylor Swift y la “falsa estrella del porno” Taylor Swift sean unos cuantos pixeles, unas poses lascivas y, por supuesto, el consentimiento.

El más reciente caso de porno deepfake —mediático, desde luego, anónimos debe haber millares fue el de la cantante española Rosalía, quien vio el 26 de mayo de este año cómo una foto suya manipulada con inteligencia artificial haciendo toples— corría como la pólvora en Internet. 

La fotografía había sido trucada por un individuo que deseaba llamar la atención a través de la captación de clics.

En este caso, imbricado de misoginia, no faltaron las voces que culpan del hecho a la cantante, alegando que ella se lo había buscado por subir fotos a sus redes sociales con poca ropa. 

¿Les parece conocido el argumento de marras? Es el mismo. La “culpa” siempre es de la víctima. Sobra decir que el cuerpo de Rosalía le pertenece única y exclusivamente a ella. 

La búsqueda del poder y del lucro

Especialista en abuso sexual, pedofilia y  pederastia, el psicólogo clínico y terapeuta sexual Luis Hernández explica que los individuos que realizan deepfakes con tonos sexuales tienen dos motivaciones: ejercer poder y/o lucrar.

Generalmente estas personas tienen pocas habilidades sociales. Se amparan en la tecnología y en el anonimato para sentirse importantes toda vez que sus fotos o videos se hacen virales, lo que les lleva a los márgenes de la euforia porque sienten que controlan la situación, que son populares, que nadie los puede atrapar. 

Hernández también menciona la piedra angular de todo esto: el consentimiento. 

La idea es que vivamos una sexualidad sana, libre, y desde el consentimiento informado, reversible y entusiasta. Cuando compartimos un nude sin el consentimiento de la persona, estamos manchando su dignidad, degradando su imagen.  

Según psicólogo clínico y terapeuta sexual Luis Hernández los individuos que realizan deepfakes con tonos sexuales tienen dos motivaciones: ejercer poder y/o lucrar.

Víctimas e impunidad 

La actriz Scarlett Johansson también ha sido víctima del porno deepfake, por ello se pronunció sobre la problemática del fake porn

“El hecho es que tratar de protegerse de Internet y su depravación es básicamente una causa perdida”, reflexionó en el Washington Post

La imagen de Johansson sigue siendo utilizada por multitud de páginas porno donde los montajes de sus películas son difundidos para “simular” escenas pornográficas. 

Pero no solo ella es víctima del fake porn y del porno deepfake. A solo un clic de Google se pueden encontrar cientos de videos pornográficos de Megan Markle, Kate Middleton, Ana de Armas, Ivanka Trump,  Billie Eilish, Emma Watson, Dakota Fanning, Caitlyn Jenner, Jennifer Aniston… Y sume y siga. 

Cabe la interrogante ante el amplio catálogo de películas porno falsas: ¿Por qué al sujeto que se le ocurre crear deepfakes no intenta hacerse autobombo editando una foto de los testículos de Neymar? 

La ley Olimpia y puedes ser tú

La pornovenganza (difusión de fotos o videos reales) y la difusión de un porno deepfake (creado con tecnología) buscan lo mismo: humillar públicamente. Foto: Desinformémonos.

Con la democratización de la inteligencia artificial no solo las celebridades se pueden encontrar a sí mismas en los teléfonos o computadoras de otros sino también nosotras mismas, o nuestras hermanas, primas, amigas… 

Difundir un deepfake de estas características no se diferencia mucho de la pornovenganza porque la intención es la misma: humillar a alguien públicamente, intentar que otros le acosen. 

En marzo de 2014, cuando tenía 19 años, Olimpia Coral Melo presentó una iniciativa en el Congreso de Puebla, en México, luego de haber sido víctima de pornovenganza. 

Su expareja divulgó un video privado de ella con contenido sexual que rápidamente se viralizó en México. Este episodio tuvo repercusiones sociales y emocionales en Olimpia. Después de insistir durante siete años logró que se reconociera la violencia digital y fueran sancionados hasta con seis años de prisión quienes compartan materiales íntimos sin consentimiento. 

La ley Olimpia reza: “Se entiende como violencia digital aquellas acciones en las que, por su naturaleza, atenten contra la integridad, la dignidad y la vida privada de las mujeres y hombres causando daño psicológico, económico o sexual, tanto en el ámbito privado como en el público”.

Olimpia cree que es momento de hablarle a las empresas, a aquellos hombres que hoy tienen en su poder el dominio de los algoritmos, de la creación de plataformas y aplicaciones en donde se continúa cosificando el cuerpo de la mujer.

Consentimiento siempre, siempre 

La pornografía no es mala, explica el sexólogo Hernández, de hecho recomienda a las parejas leer literatura erótica o ver —dosificadamente— videos pornográficos, sin embargo es enfático en decir que todos los seres humanos tenemos algo que se llama razón, la cual nos permite tener conciencia sobre el daño que podemos hacer a las personas. 

—La idea es que el individuo viva una sexualidad sana, libre, y siempre desde el consentimiento. 

La tecnología corre a mayor velocidad que las leyes por ello no hay legislación que castigue el porno deepfake, pero una opción rápida y efectiva es que las plataformas de internet dejen de albergar este tipo de material.  

La violencia digital causa daños a la dignidad, la integridad y/o la seguridad de las víctimas. Se comete y se expande a través de medios digitales como redes sociales, correo electrónico y aplicaciones de mensajería.

La pornografía, la inteligencia artificial y el machismo son un cóctel que atenta contra la dignidad, principalmente de las mujeres, a partir del uso no consentido de imágenes. 

“El algoritmo es patriarcal, está hecho desde una visión masculina, desde una condición para que las mujeres habitemos el internet, desde la cosificación de nuestros cuerpos”, manifestó Olimpia en una entrevista.  

Y, como habría de esperarse, “Marilyn Monroe”, 60 años después de muerta, también figura, a todo color y en HD, en cientos de videos pornográficos.