Cultura digital

Adorarse a uno mismo. O locos por los likes

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Ilustración: Manuel Cabrera.

¿Narcisistas? Una mujer se publica a sí misma en la Gran Vía, en Madrid. Un hombre, con su hijo, postea una selfie con un fondo del Arco de Triunfo, en París. Una joven profesional hace dos fotos, una a sí misma, otra de una laptop, y escribe que estrena trabajo. Un señor de mediana edad muestra una foto de él y de su familia en un restaurante. Un joven se autorretrata en una conferencia donde hay varios famosos… y así podría incluir decenas de ejemplos. 

Todas estas selfies están en las redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.

Es como si hubiera una manía por mostrarse a los demás o hacer un llamado de atención para decir: ¡Aquí estoy, mírenme!

¿Será así? Bueno, hay un debate acalorado sobre las selfies en cualquiera de estos universos paralelos. Tiene dos posiciones contrapuestas: unos están a favor de los autorretratos. Otros, en contra.  

Todas estas publicaciones son parte de un inmenso mundo de contenidos que en un solo minuto generan casi 66.000 fotos en Instagram y más de 147.000 fotografías a Facebook, mientras los tuiteros comparten 347.200 trinos, muchos de los cuales son autofotos.

Pero la cifra más “agotadora” es la de Tik Tok, pues se suben más de 11 millones de videos al día. Estas son estadísticas que están estampadas en la infografía “Never Spleeps (Los datos nunca duermen)”, de la empresa Domo, especializada en data y computación en la nube.

Sólo al repasar semejante cantidad de datos me mareo. Nadie tiene tiempo de leer tanto. Aunque siempre me he preguntado si, aquellos que trabajan, tuitean todo el día.  

Pero veamos qué dicen las personas a favor de tomarse autorretratos en cada momento importante o banal. Para algunos las selfies no son patologías. Responden a la vida moderna, a la forma de relacionarse e interactuar con los demás en medio del gran desarrollo de la tecnología. 

Por ejemplo, decenas de millennials, es decir, los jóvenes nacidos en los 80, son amantes de las selfies. Esto se entiende porque son una generación digital, hiperconectada, emprendedora y con valores sociales y éticos, dice un informe del BBVA (Banco de Bilbao y Banco de Vizcaya) Research.

Estas personas están pegadas a su celular mientras están en la oficina, en una comida, en una reunión familiar o de amigos, y comparten contenido con y entre todos. Sólo quieren divertirse con las multipantallas y atrapar emociones con las fotografías, dicen sus defensores.

Según la mitología griega, Narciso, incapaz de dejar de mirarse, se arrojó a las aguas. Detalle de ‘Eco y Narciso’, de John William Waterhouse

Mientras los que están en contra de inmortalizarse con un clic a cada paso señalan que las redes sociales son “templos del individualismo, donde nos adoramos a nosotros mismos”. Hay más. Según los psicólogos, las selfies abren la puerta “a una sociedad narcisista que llena la vida con sus propias imágenes”.

Desde la psicología, estas personas tienen necesidad de mostrarse y de decir: ¡tenemos una vida maravillosa! Aunque este fenómeno es de siempre, en la actualidad, y con el impacto de Facebook, Instagram, Twitter o TikTok se multiplica y magnifica, como diría un amigo mío.

Pero hay más críticas. Esas fotos nuestras en Moscú, no son a la Plaza Roja, a la tumba de Lenín, o al Teatro Bolshói, sino a nosotros en esos monumentos y sitios emblemáticos de la capital rusa.  

Esta locura por las selfies ha ocasionado hasta muertes. Según la BBC, de 2011 a 217, 259 personas han fallecido de manera accidental por tomarse autofotos en India, Rusia, Estados Unidos y Pakistán.

Algunos ejemplos: en 2019, la taiwanesa Gigi Wu subió a la montaña del Parque Nacional Yushan, en Taiwán. Ella se cayó en una grieta, llamó a una amiga y le dijo que se lastimó una pierna. Pero los rescatistas la encontraron congelada 28 horas más tarde porque allí la temperatura es de 2 grados o menos. Wu se tomaba selfies con una particularidad cada vez que escalaba: llegaba a la cima, se sacaba la ropa, quedaba en interiores o en bikini. Por eso se la conocía como “la escaladora del bikini”. 

En 2020, la modelo e influencer británica Madalyn Davis se tomó una autofoto en un acantilado en Diamond Bay, Australia. Resbaló y murió.

La tiktoker turca Kubra Dogan murió en agosto de 2021 después de que el techo de un edificio, de nueve pisos, donde ella hacía un video para esa red social, se partió. Este accidente ocurrió en Estambul.

La influencer nacida en Hong Kong, Sophia Cheung, falleció en el 2021 al intentar tomarse una selfie en el borde de una casacada, en Pineapple Mountain, distrito Yuen Long, de Hong Kong.

Claro que estas son situaciones extremas. Pero sería mejor no arriesgarse por los likes o la fama momentánea. ¿Qué dicen ustedes?