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¿Quién muele café con un saxofón?

Revista Bagre 9 de octubre
Wilfredo Pineda derrocha talento con su saxofón en el vestíbulo del Banco Central, en la avenida 9 de Octubre de Guayaquil. Fotografía: Revista Bagre.

La 9 de Octubre nació con la urbe moderna cuando en la ciudad vieja, en donde actualmente se encuentra el barrio Las Peñas, se agotaron los espacios para edificar nuevas instalaciones, entonces los concejales decidieron extender la ciudad hasta lo que hoy es la calle Olmedo. 

Pero es en el siglo XIX que la 9 de Octubre empezó a latir raudamente en Guayaquil, cuando el teatro El Edén; el negocio de sombreros Madame Tamburini; el salón de baile Fortich, y el Banco del Ecuador aterrizaron en su perímetro. 

Hoy esta avenida bulle con la marea de gente que va y viene en distintos sentidos en medio del vapor ardiente de la calzada. 

Wilfredo Pineda lleva dos meses en Ecuador y uno pergeñando el saxofón en la 9 de Octubre, específicamente en el vestíbulo del Banco Central. 

Pelo entrecano, piel cobriza y complexión delgada, deleita desde su acera a todo aquel que tiene oídos porque su repertorio, como el de todo músico profesional, es variado.

Wilfredo Pineda es de origen venezolano y espera pronto legalizar su situación migratoria en Guayaqui. Interpreta Quizás, quizás, quizás, compuesta en 1947 por el compositor cubano Osvaldo Farrés. Video: Revista Bagre.

Primero la teoría y luego el solfeo

Cuenta con nostalgia que fue a sus 16 años cuando en una escuela militar empezó su romance con el saxofón y tomó la decisión de convertirse en músico. 

Aclara, y lo hace con rigor, que es técnico especialista en educación musical y que, como todo concertista cultivado, jamás profana el saxofón sin contar con un atril que sostenga su partitura. 

Además aconseja a todo saxofonista neófito, con su inconfundible acento venezolano, que estudie primero la teoría y el solfeo para después ejecutar con mayor soltura el instrumento.

Hace 10 años hizo suyo el Preluder Conn-Selmer de segunda mano que le permite deleitar hoy al público, un instrumento por el que pagó 80 dólares en una ganga imperdonable, no obstante un buen saxofón puede valer entre 6 mil y 9 mil dólares, como los nobles y apetecibles Yamaha y Selmer.

No conoce nada de música ecuatoriana, aunque se ha propuesto empezar a interpretar “El aguacate”, ya que por esos movimientos condignos a cualquier artista ha tenido la oportunidad de compartir vereda con músicos extranjeros que ejecutan el pasillo con sobrada solvencia. 

“Tú eres miiiii amooooor, mi dicha y mi tesoooooro,  mi solo encaaaaantoooo…”, amenaza con su garganta, entonces vuelve a lo suyo, prepara los pulmones, sopla la boquilla y desliza sus dedos por el tubo cónico, mientras golpetea uno de sus pies contra la calzada.

Moliendo Café es una de las piezas más emblemáticas de la música popular latinoamericana. Fue compuesta por el venezolano José Manzo Perroni, en 1958, e interpretada y popularizada por Hugo Blanco Manzo. Hoy los hinchas del fútbol suelen tocar esta melodía en cada partido para arengar al equipo de sus amores. Video: Revista Bagre.

“Tiruriru-riru-riru-riru-riruriru — tiruriru-riru-riru-riru- rirurí…”, sale de su instrumento y la finta de baile que ejecuta, al compás de los acordes de “Moliendo café”, secunda la habilidad que Wilfredo derrocha y que se ve recompensada con la generosidad de sus seguidores.

Se muestra complacido con la calidez del costeño de quien dice se parece a la gente de su entrañable Maracay, ciudad venezolana en la que vivía y en donde pudo conocer al quizá más famoso de los músicos contemporáneos de Venezuela: Gustavo Dudamel.

Caen las 16:00 horas y su jornada laboral, que empezó a las 10:30, está a punto de morir.

Entonces toca Quizás, quizás, quizás, del cubano Osvaldo Farrés, y Havana, de Camila Cabello, interpretaciones que motivan a un transeúnte a pedirle una tarjeta para coordinar otro día una presentación privada.

“Aquí son carismáticos; ojalá pueda arreglar mis papeles”, dice con un halo de esperanza, entre tanto se coloca la mascarilla, retira el micrófono de su Prelude Conn-Selmer y recoge el amplificador que le ha ofrecido un poco de arte a esta hermosa y bullanguera avenida.