Los cimarrones, símbolo de resistencia de los afrodescendientes

Revista Bagre
Acuarela: Augusta Earle. Ilustración: Manuel Cabrera.
El 31 de agosto se celebra el Día Internacional de los Afrodescendientes, una fecha en la que se recuerda la diáspora africana, como consecuencia de la esclavitud.

El número de esclavos africanos que sobrevivió a la trata trasatlántica no es exacto, pero según el historiador Germán Colmenares (1938-1990, Colombia) al menos 13 millones llegaron a América

De esa cifra, un millón y medio fueron introducidos en Hispanoamérica entre 1521 y 1865. Por el puerto de Cartagena quizás ingresaron, entre 1585 y 1640, alrededor de 89 mil. 

Los historiadores coinciden en que la presencia africana en Ecuador se sitúa al mismo tiempo que el descubrimiento de las costas de Esmeraldas, en el año 1526.

Según los estudiosos, estas costas hicieron de puente de abastecimiento de esclavos para Quito, Guayaquil y Perú

En 1535, año de fundación del Reino de Quito, llegaron barcos que trajeron más de 200 africanos tanto en calidad de esclavos como libres.

Pero en 1553 hay un punto de inflexión. En octubre de ese año un barco que se dirigía de Panamá a Perú naufragó en las costas de Esmeraldas

Los africanos que lograron sobrevivir fueron libres. Entre ellos se encontraba Antón, quien se constituiría luego en el primer líder cimarrón afroecuatoriano

Cimarrón era el esclavo rebelde y fugitivo que llevaba una vida libre en lugares apartados llamados palenques.

Uno de estos palenques se constituyó posteriormente en la República de los Sambos, en Esmeraldas. 

Antón, el primer líder afrodescendiente de Esmeraldas

Antón, primer líder cimarrón afroecuatoriano. Batalló contra los asentamiento nativos: los niguas y los campaces. Destacó por su astucia y corpulencia. Fue uno de los tripulantes de la embarcación que naufragó en las costas de Esmeraldas junto a veintitrés esclavos. Fotografía: Conadecafro.

Estas son más o menos las coordenadas historiográficas de la llegada de los afrodescendientes a Ecuador, según los historiadores, sin embargo, el académico afroecuatoriano Ibsen Hernández matiza que se debe aclarar algo:

La historia de la modernidad recoge una cantidad de elementos que son propios de los intereses de la sociedad dominante ecuatoriana, lo que ha generado, de alguna manera, la invisibilidad del pueblo afrodescendiente-.

A juicio de Ibsen, este hecho ha originado una desconexión que rompe el cordón de unidad entre el pueblo y su historia porque los historiadores han omitido que los afrodescendientes no llegaron por su propia voluntad sino por la ambición de otros. 

Siendo así también podría decirse que el capitalismo no nació con la Revolución Industrial sino con la venta de esclavos. 

Ibsen remarca que Ecuador debe reconocer que los afrodescendientes estuvieron desde las fundaciones de las ciudades.  

También aclara que los afrodescendientes que venían en el barco que encalló en Esmeraldas se sublevaron.

-Hubo un alzamiento, propiciado por Antón, en ese barco-, aclara. 

Según el cronista Miguel Cabello de Balboa, Antón se enfrenta violentamente contra los nativos niguas y campaces, quienes al ver la superioridad de los africanos, deciden establecer alianzas para dominar un territorio amenazado ya por los españoles. 

Más tarde Antón es traicionado y asesinado por los aborígenes. Con su muerte, los cimarrones y los niguas entran en una pugna que concluye cuando otro de los esclavos que viajaba en el barco toma el liderazgo: Alonso de Illescas, quien se erige como el nuevo jefe.

Alonso de Illescas y el «Reino de los zambos»

El reino de los zambos. Afroecuatorianos. Revista Bagre.
El Reino de los Zambos estaba constituido principalmente por cimarrones, es decir afrodescendientes que llegaron como esclavos y se convirtieron en fugitivos al internarse en palenques. Las comunidades de los niguas y los campaces se aliaron con los cimarrones. Fotografía: Museo del Prado.

Alonso de Illescas tomó el nombre de su antiguo amo, muerto en el naufragio. Así Illescas se constituye en el máximo héroe de la libertad afroecuatoriana. 

Según los historiadores nació cerca de 1528 en la región de Cabo Verde (noroeste de África). 

A los 10 años fue capturado y llevado a España. Allí aprendió español y la cultura de sus dominadores. A los 25 años fue traído a América. 

Illescas apuntaló en Esmeraldas “El Reino de los Zambos”, cuyo sentido de gobierno era una alianza entre indígenas y africanos que se protegían del peligro de los conquistadores. 

Es así que este palenque se convirtió en el escenario de resistencia y de libertad de los primeros africanos que pisaron tierra ecuatoriana. Esto les permitió contar con un gobernador elegido por ellos y reconocido por los conquistadores. 

Ibsen manifiesta que los afrodescendientes no buscaban asimilarse a la sociedad dominante, ya que los cimarrones no querían solo abolir la esclavitud sino cambiar el sistema colonial por un modelo distinto de sociedad, a través de los palenques.

En estos sitios se respetaba al ser humano y su cultura; todos tenían la posibilidad de desarrollarse en armonía. 

Para Ibsen, los historiadores han invisibilizado también los hechos en los cuales los cimarrones se enfrentaron a los cazadores de esclavos. 

Los señores de las haciendas tenían sus esclavos y cuando estos desaparecían un día -talvez para visitar a alguna novia vendida a otra hacienda- los sometían a azotes. 

Cuando desaparecían más de dos días, sus dueños contrataban a un escuadrón de mercenarios para capturarlos. Y, cuando desaparecían tres días, eran declarados cimarrones. 

-Si llegaban a capturarlos eran sometidos al cepo, les cortaban un pie o los mataban delante de los demás esclavos para que sirvieran de ejemplo y no intentaran huir- remarca Ibsen, también escritor y cineasta. 

Los mercenarios, agrega el académico, muchas veces caían en trampas ingeniadas por los cimarrones. Esas noticias, desde luego, no llegaban a las haciendas, pero cuando se filtraban el esclavo delator era sometido a azotes.  

Las narraciones orales

De allí nacieron los cuentos del «Tío tigre y el tío conejo», narraciones orales que escondían secretos. 

El conejo representaba al cimarrón y el tigre al esclavista o mercenario. 

Así se iban divulgando las estrategias del conejo para no dejarse atrapar. 

Los cuentos del «Tío tigre y el tío conejo» siguen existiendo en la oralidad del pueblo afro. 

En cuanto al liderazgo en los palenques, Ibsen asevera que este se iba ganando en función de la experiencia, del trabajo y de los niveles de compromiso

El que lideraba el palenque, hombre o mujer, era el palenquero mayor o la palenquera mayor. 

-Todos tenían las mismas oportunidades porque hubo muchos palenques liderados por mujeres-, aclara. 

«La Tunda»

Te daré una tunda. Libro. Revista Bagre.
«Te daré una tunda» es el libro publicado por Ibsen Hernández en el que recoge los secretos dejados por sus ancestros o abuelos, venidos del reino de El Congo. Fotografía: Ibsen Hernández.

Este año Ibsen publicó un libro titulado «Te daré una tunda» en el que narra las huellas dejadas por sus ancestros

-Son señales que invitan, a través de este mito, a descubrir algunas lógicas de cómo romper con la dominación y el colonialismo. Para mí, “La Tunda” es un proyecto de vida. Fue rotundamente satanizada por la sociedad dominante, y en eso contribuyó la Iglesia-, remarca. 

Para el pueblo afroecuatoriano, «La Tunda» es una mujer de aspecto tenebroso que atrae a las personas hacia el bosque y las mantiene prisioneras

«Te daré una tunda» tiene que ver con ese mito. En la lengua española «tunda» significa golpiza. 

Cuando los afroecuatorianos escapaban les decían «vamos a darte una tunda (en el cepo)», o les cortaban un pie, y a algunos les daban tanta tunda que morían. 

Y cuando morían, sus allegados simplemente decían «se lo llevó La Tunda». De ahí nace la asociación entre fuga, paliza y muerte porque cuando los afrodescendientes escapaban y se metían en la montaña para convertirse en cimarrones no volvían.  

Cuando alguien escapaba era como si muriera porque no podía volver nunca más. 

En consecuencia, remarca, “La Tunda” era una mujer libertaria, comprometida con el proyecto libertario de descolonización para crear un proyecto llamado palenque, en paz y armonía.

Ibsen narra que los mercenarios de esclavos no iban solos en la búsqueda de los cimarrones sino que también llevaban perros y un cura para que los convenciera. 

Les hacían rezar, les pedían que se arrepintieran porque Dios había decidido que el rey o el amo era su representante, por tanto ir a un palenque era transgredirlo. 

-Actualmente cuando en las zonas rurales de Esmeraldas preguntas cómo se rescata a alguien que se lo ha llevado “La Tunda” responden con la misma estrategia que usaban los mercenarios-, dice Ibsen.

Mujeres y hombres van con perros, escopetas, bombos, madrina o padrino (para que vayan rezando). El hombre o mujer va disparando, el perro ladrando, el bombo sonando y el padrino rezando. “La Tunda” se asusta y suelta al «entundao». 

Cuando el proyecto libertario convocaba a los esclavos, expresa el académico, los cimarrones los protegían. 

Otra cosa que se ha transmitido de generación en generación es que cuando “La Tunda” se lleva al cimarrón y luego este es capturado, jamás vuelve a ser el mismo. 

-Cuando los cimarrones te convencían, tú ya no eras el mismo porque no querías volver nuevamente a la hacienda-, explica Ibsen.  

Los códigos silenciosos 

La catanga. Instumento afrodescendiente. Revista Bagre. Ecuador.
La catanga es un artilugio que sirve para atrapar peces. El origen de su nombre es africano, pues en el lejano continente hay una ciudad que se llama Katanga. Fotografía: Ibsen Hernández.

Estos códigos que fueron dejando sus ancestros perviven. Por ejemplo, Ibsen revela que hay un instrumento típico del pueblo afroecuatoriano llamado «catanga» y que si se busca en la geografía africana se encuentra que Katanga es una provincia del Congo. 

-¿Qué significa eso?- pregunta Ibsen. 

«Que nuestros abuelos fueron secuestrados de Katanga, traídos en contra de su voluntad, pero que de su memoria no se fueron sus costumbres, su manera de cultivar, su cultura, su forma de criar ni de organizar».  

A pesar de la esclavitud, los afrodescendientes fueron dejando señales. 

«Hicieron, por ejemplo, una trampa de pesca y le pusieron el nombre de ‘catanga’ para que así, cuando Ibsen se pregunte, después de 300 años, por qué esa trampa se llama ‘catanga’ sepa que a ellos, a sus ancestros, los secuestraron y los trajeron del Congo». 

Ibsen Hernández académico afroecuatoriano. Revista Bagre.
Ibsen Hernández es académico, escritor y cineasta. Desde la trinchera en la que se encuentre reivindica al pueblo afrodescendiente. Fotografía: Ibsen Hernández.

Ibsen, ¿qué significa ser afroecuatoriano?

Significa ser un hombre o una mujer que desconoce a España y que reconoce a África como su madre patria. También significa ser profundamente ecuatoriano porque hemos construido el Ecuador, hemos peleado con él-.

Esa identificación con lo ecuatoriano le permite a Ibsen recordar a Alexandre Petión (primer presidente de Haití, primera república libre de América), quien entregó hombres y armamento a Bolívar para que lucharan por la independencia. 

Aporte a la historia y orígenes de los apellidos

El ejército de Bolívar y Sucre estuvo conformado por hombres y mujeres afrodescendientes

-Petión pidió a Bolívar que en cada república que liberara genere el proceso de abolición de la esclavitud, pero Bolívar no cumplió en su totalidad por otras demandas que no se lo permitieron-, matiza Ibsen. 

La firma de la abolición de la carta de la esclavitud se da por intereses económicos y sobre todo por un trabajo estratégico y de lucha de los afrodescendientes. 

La trata de esclavos solo comenzó a disminuir luego de la libertad de vientres decretada en 1821 por el Congreso de la Gran Colombia, siendo abolida totalmente en 1851.

A pesar de que en 1851 se abolió la esclavitud, la sociedad dominante creó la prisión por deuda que recién cerca de 1920 se tiró abajo. En todo el trabajo de Eloy Alfaro estuvo la presencia significativa de los afrodescendientes.

Pero no todos los afrodescendientes ecuatorianos provienen del Congo, toda vez que la venta de esclavos duró varios siglos y la trata respondía a los intereses comerciales de cada época.

En las postrimerías del siglo XVIII, en norte de Esmeraldas se produce una explotación grande de oro y las familias esclavistas de Popayán y el sur de Colombia empezaron llevar a dicha provincia esclavos de Barbacoas y Tumaco. 

Esmeraldas se convierte en un importante polo económico del Reino de Quito, dado que allí se establecieron reales de minas y plantaciones. Pese a la opulencia de Esmeraldas, gracias al oro, la provincia vivió aislada. 

Ese aislamiento permitió que la provincia constituyera su propia dinámica donde la recolección, la pesca y la caza constituyeron la base de la economía local. 

La vida de los afrodescendientes estuvo marcada por los acontecimientos que se dieron en Esmeraldas, pero igualmente se desarrollaron importantes hechos en el Valle del Chota-Salinas, Guayaquil, Quito, Zamora y el Oriente

En el segundo periodo de Juan José Flores ordenó un censo en la ciudad de Quito que arrojó una población de 5.696 habitantes. Había 167 negros. De ese total 73 eran libres y 94 esclavos. Los esclavos eran traídos también de las minas de Tumaco, Cali y Buga (en Colombia).

En el valle del Chota-Salinas la presencia de los descendientes de africanos fue mucho más importante que en cualquier otra parte del Ecuador, luego de Esmeraldas.

En el periodo de la transición de las plantaciones de coca y algodón a las haciendas azucareras se dan importantes introducciones de esclavizados

Durante el siglo XVII, los Jesuitas buscaron varias alternativas para repoblar al valle y la importación masiva de mano de obra esclavizada fue la solución que encontraron. Entre 1680 y 1760 la Compañía de Jesús resuelve importar esclavos en gran cantidad. 

Fue tan intensa la importación de esclavos al Valle del Chota, que según cálculos de 1780, 13 años luego de la expulsión de los jesuitas, había al menos 2.615.

Guayaquil, por ser un puerto comercial, tuvo mayor presencia de esclavizados. Desde el mismo siglo XVI, ya se efectuaba la compra – venta. A Guayaquil llegaban barcos que por 400 o 500 pesos de a ocho reales de plata vendían a esclavos.

La mayoría de los esclavizados en Guayaquil realizaban trabajos domésticos. A veces podían ser comprados con el valor de una casa o un terreno. Para establecer la posición social se tomaba en cuenta el número de esclavos que poseía una familia

En 1922 la presencia de los afrodescendientes fue grande en la construcción de los ferrocarriles, esta vez traídos de Haití. Se calcula que arribaron 4.000 negros jamaiquinos para trabajar en la construcción de la obra de Eloy Alfaro.

Los orígenes étnicos de los afroecuatorianos fueron estudiados por el investigador africano Jean Kapenda, quien indagó los apellidos de origen africano que aún perviven en Esmeraldas y el Valle del Chota. 

Kapenda encontró que gran parte de los afroecuatorianos provienen de lo que hoy es la región del Congo Angola (actuales repúblicas africanas de Angola, Congo- Brazzaville y República Democrática del Congo).

Afrodescendientes. Revista Bagre.
La trata de esclavos solo comenzó a disminuir luego de la libertad de vientres decretada en 1821 por el Congreso de la Gran Colombia, siendo abolida totalmente en 1851 por el presidente José María Urbina. Fotografía: E.Igualdad.

De acuerdo con Kapenda, «en el Ecuador existen apellidos como Mairongo, cuyo origen está en la casa real del Congo, una nación que en la época en que se descubría América era tan poderosa como cualquier imperio europeo, al punto que tenían un embajador en Portugal. 

Los apellidos encontrados son: Congo, Cogolino, Cuabú o Coabu, Anangonó, Kangá o Changa, Cango, Matamba, Mairongo, Quenambú, Quendambud, Cambindo, Ayoví, Minda, Banquera, Malengue y Montamba.

Solo el apellido Carabalí no pertenece a la región Congo Angola, dado que este proviene de la zona del Níger o Malí. 

Kapenda sitúa los posibles orígenes de los afrodescendientes del Ecuador en las naciones propias de la Región del Congo y Angola, las cuales pertenecen o fueron influenciadas por la familia lingüística Bantú.

Articulación y liderazgo de los afroecuatorianos

Nada de lo que el pueblo afroamericano ha recibido ha sido gratis o consecuencia de la voluntad de nadie. 

Jaime Hurtado, ya en la época contemporánea, fue uno de los más grandes líderes de los sectores excluidos, tres veces asambleísta, candidato a la presidencia y asesinado. 

En la última protesta, la de junio de este año, uno de los tres líderes que firmaron el acuerdo con el gobierno fue el señor Gary Espinoza, de Esmeraldas, quien dirige la Fenocín. 

-La presencia afro es totalmente evidente, pero tenemos una prensa y una sociedad que invisilibiza nuestras acciones- manifiesta Ibsen.

Además agrega que «es tan fuerte el racismo que tú llegas a los comisariatos y no ves afros, tampoco en bancos. Es que no les gusta trabajar, dicen». 

Una de las provincias en la que mayor exclusión y necesidades básicas insatisfechas hay es Esmeraldas. 

Sucede lo mismo en la periferia de las grandes urbes, justamente donde vive la población afro. 

Para Ibsen eso no es un accidente. A su juicio, los cantones más empobrecidos del país son Muisne y Eloy Alfaro, ambos de Esmeraldas

La tasa de acceso a la educación es bajísima, allí es donde menos escuelas, colegios y universidades hay. No falta organización; hay invisibilidad. Los afroecuatorianos están desconectados de la economía del país- pondera Ibsen.  

Los afrodescendientes en el fútbol 

Revista Bagre. Afroecuatorianos.
A los futbolistas los «ombligaron» con un cuero de balón. El pueblo afro, a juicio de Ibsen, le entregó a cada jugador ese don, pero hay un componente bien importante porque los futbolistas terminan de jugar y después de cinco años están tan pobres como antes. Fotografía: Ibsen Hernández.

-Los abuelos decían que somos ombligados. Si ombligas a un niño con la uña de no se quién se hace trabajador, si lo ombligas con otra cosa se hace fuerte. Esa es parte de la idiosincrasia afro-, explica Ibsen.

Para el también escritor, a los futbolistas los ombligaron con un cuero de balón. El pueblo afro, manifiesta, le entregó a cada jugador ese don, pero hay un componente importante porque los futbolistas terminan de jugar y después de cinco años están tan pobres como antes. 

Detrás de Antonio Valencia quedaron en el camino 20 mil niños, y probablemente sean afroecuatorianos que no podrán estudiar y cuyo único sueño que tuvieron era ser futbolistas-. 

Asimismo, señala Ibsen, cuando el fútbol beneficia a 100 afroecuatorianos deja sin estudiar a 30 mil, que son echados de las escuelas cuando sus profesores les dicen: «ándate a jugar fútbol». 

-Otra cosa interesante: no hay ninguna comunidad de donde salen los futbolistas que haya recibido un beneficio. ¿Hay  bibliotecas, infocentros, canchas? No-.

La pregunta es entonces: ¿ha beneficiado el fútbol al pueblo afroecuatoriano? 

-No tenemos empresarios afroamericanos, o no los conozco. ¿Para qué sirve el fútbol? Para dar alegría a otros, como en el circo romano, con sus gladiadores, ellos caídos y el pueblo alegre-. 

Fuentes: Ibsen Hernández y John Antón Sánchez 

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