¿Cómo te convertiste en una de las primera persona con formación drag en el país?
En 1996, en una discoteca gay llamada El Hueco (y que hasta ahora existe) abrieron una fundación que se llamaba FEDAEPS (Fundación Ecuatoriana de Acción y Educación para la Promoción de la Salud). Trajeron a Abelardo Araya, un activista de Costa Rica que se dio cuenta de que en Ecuador no existía el arte drag. Él, junto a Patricio Bravo Malo, que eran parte de esta fundación, organizaron este proyecto para formar a las primeras drags en el país.
Yo tenía 21 años y frecuentaba El Hueco, ahí me puse en contacto con ellos. En un inicio nos plantearon armar un grupo coreográfico, no nos hablaron de drag, además nosotros no sabíamos siquiera que existía. En FEDAEPS vimos la película Priscila, la reina del desierto, cuya trama gira en torno al mundo drag. Me impresionó la estética y además la historia que encierra ese mundo. La formación duró dos años.
En tu crecimiento personal, ¿cómo influyó que te hayas involucrado en el arte drag?
Bastante. Era una persona tímida porque en el colegio sufrí esto que ahora le llaman bullying. Para protegerme me volví retraído, no me gustaba hablar con la gente, tenía miedo. Por otra parte, en aquella época tuve la suerte de rodearme de personas que “no se dejaban”, además en mi formación drag, los tutores nos enseñaban a buscar música que vaya en esa misma línea y que nos ayude a expresar una posición contestataria.
En 1999 acudí a una discoteca heterosexual ubicada en el sur de Quito llamada Mack’s, a un concurso de Halloween. La aventura empezó en el bus. Al vernos, unos pasajeros se persignaban, otros reaccionaron felices y otros mostraban su indiferencia.
Cuando llegamos a la discoteca, unos chicos me gritaron “maricón” y me escupieron en la cara. Fue como regresar nuevamente a la época de colegio, pero en esta ocasión no me afectó. Simplemente los miré, me limpié y seguí caminando como si nada.
Mis dos amigos, que también iban de drags, y yo, ganamos los tres premios del concurso. En medio de tantos disfraces alucinantes, nos convertimos en ganadores. Sin embargo, creo yo, que más que la estética, ganamos por nuestro desenvolvimiento en escena.
El público estaba emocionado y los chicos que me escupieron se acercaron a pedirme disculpas. Eso para mí se sintió como un logro, fue como que se limpiaban de mi memoria muchas de las humillaciones que sufrí en el pasado.
¿Cómo fue tu primera presentación drag, qué es lo que más recuerdas de aquel día?
Cuando finalicé el taller de formación drag, a la par, se abrió una discoteca gay ,“Uno Seis Uno”. Para la noche de inauguración organizaron un evento y me eligieron a mí para hacer un show drag. Yo estaba muy nervioso, no sabía si la gente iba a aplaudirme o abuchearme. Además quienes participaron en mi formación me ayudaron a maquillarme y vestirme porque yo no tenía idea de nada de esos detalles.
Antes de salir al escenario estaba muy nervioso, puedo compararlo con lo que se siente con el kanoping o el puenting: al comienzo miedo e indecisión. Pero cuando lo logras, eres libre y ya no quieres parar.
Más allá de la cuestión artística, ¿qué sentiste como ser humano?
Tenía 23 años cuando terminé mi formación como drag. Era una etapa en la vida en que existe una búsqueda por elegir un camino profesional, en saber qué hacer de tu vida. Yo sentí que el drag era lo que quería hacer para siempre, a lo que quería dedicarme. Me apropié de esto y sentí que había hallado mi vocación, aquello que me hacía realmente feliz.
Sentí que era una persona como cualquier otra y que por eso tengo derechos, aprendí a abrirme, a expresarme, a no tener miedo a la gente.
Antes era un niño cohibido al que todas las ofensas recibidas, por mi condición de homosexual, lo habían callado.

Después de veinticinco años de aprendizaje, ¿qué cosas pendientes tienes?
Quien más aprendizajes me ha proporcionado y estoy seguro de que así seguirá siendo, es mi personaje. Esto encierra una ironía porque el público lo bautizó así por ser uno de los más crueles, más juzgadores, más criticones. Ahora muchos dicen: “ya no es el personaje de antes, ahora se cuida mucho, ¿qué pasó?”
Sigue diciendo las verdades sin filtro, pero ahora se ha alejado de la crueldad porque ha entendido que no tiene que ser necesariamente cruel para expresar sus puntos de vista. Entonces sigue siendo contestatario pero a la vez empático.
Entiende que estamos viviendo en un mundo que disfraza la crueldad de bondad y que por eso cuesta tanto ser empático y mantenerse en los cabales para no mandar a la porra a todo el mundo. En este momento de mi vida, me siento a gusto con el nuevo Pablo Gallegos y la nueva Kruz.
¿Cómo nace Kruz Veneno?
Es mi alter ego. Ella es todo lo que yo, como Pablo Gallegos, no podía ser. Por eso en los talleres que imparto les pido a los participantes que hagan nacer al drag desde ahí: ¿qué harían en su vida cotidiana, si tuvieran la oportunidad de vivir como su alter ego?¿ tal vez sería una oportunidad para expresar la sensualidad, la sexualidad, portarse mal, dar rienda suelta a las emociones, los sentimientos, todo lo que nos ha prohibido y castrado la sociedad?
En el caso de los hombres, se nos ha prohibido mostrar nuestro lado sensible y femenino, mostrar cariño, llorar. El drag permite explorar todos esos caminos inexplorados y cohibidos, ya sea para no ser juzgado o porque así lo imponen los cánones.
Por eso el drag queen es la exacerbación de la feminidad. Si hay que ser cariñosa, llevarlo al extremo, un cariño dramático e histriónico. En la vida diaria no está permitido que expresemos nuestras emociones. Si estamos felices, nos cuidamos de exagerar en expresar esa felicidad; si hay que llorar, también.
Llorar causa alivio. Para no ser juzgados, termina convirtiéndose en otro motivo de preocupación. Por el contrario, un drag exacerba todos los sentimientos y emociones. Así se desahoga.

¿Quién es Kruz Veneno?
Pablo, el niño que todos los días le pedía a Dios morirse porque el bullying de sus compañeros de colegio era insoportable, pasó a ser el bulleador y se convirtió en una persona terrible. Yo seguía teniendo una vida normal, salía con mis amigos, pasaba buenos momentos con mi pareja. Pero me valía de mi personaje para dejar suelto a mi alter ego.
Kruz me permitió llevar mis emociones al límite. Incluso, hubo un momento en que no sabía si yo era el que la manejaba o era ella la que cobraba vida a través de mí. En actuación se llama catarsis, es decir, cuando el actor se deja afectar por su personaje. Y es muy común que suceda, porque es tan fuerte tu alter ego que te apropias de él.
Pero en mi caso fue diferente: en lugar de usar a mi alter ego, fue este el que me usó a mí. Creo que no estaba preparado para eso. Y menos luego de venir de una época terrible en la que me hicieron sentir basura.
¿Cuál es la emoción que tu personaje quería expresar?
Nació con mucha ira reprimida. Por mi orientación sexual. Yo viví una época terrible en el colegio. Todos los días le pedía a Dios que me quite la vida. Entonces mi personaje me permitió desfogar esa ira. Por eso, las primeras fotografías de Kruz Veneno son iracundas, muestran esa rabia.
En los inicios, hacía un reclamo social en contra de la hipocresía, de la sociedad que te juzga por quién eres. Esta ira se acumuló en mí y mi alter ego lo escupió sin medias tintas.
El personaje se convirtió en mi forma personal de protestar, no solo contra la sociedad, sino contra todos aquellos que, de forma personal, me habían dañado en alguna época de mi vida por mi orientación sexual: todas aquellas personas a las que nunca enfrenté por miedo y mi autoestima tan baja. Kruz Veneno les respondió a todas ellas y les dijo lo que Pablo no pudo.
Es un personaje contestatario y a la vez bufonesco. No deja de hacerte reír, pero a la vez interpela al ser humano y a la sociedad. En sus inicios, lo hacía de forma muy iracunda. Hoy es más sutil y no por eso deja de decirle a la sociedad todas aquellas cosas que la vuelven hipócrita y la convierten en una cosa dormida y sin capacidad de reacción.
Hubo una época en la que yo no supe manejar mi fama.
La gente endiosaba a mi personaje y Pablo se lo creyó. Incluso llegaron a tenerme miedo. Hasta ahora, muchos le temen. Y es algo con lo que ahora tengo que lidiar.
¿Qué te llevó a “aterrizar”?
Así como hay épocas de oro, también las hay de escasez. En medio de una crisis económica de las tantas que ha sufrido el país, la gente dejó de contratarme y mis ingresos se vieron disminuidos. Me creía intocable, grande, meteórico. Y de la noche a la mañana pasé a estar en el piso. Fueron momentos muy duros.
Mi equipo de performance decidió abandonar la vida artística y se dedicó a otras actividades. Me quedé solo. Además, entraron a la escena nacional nuevos personajes que hacían su trabajo por mucho menos de lo que yo cobraba.
El público no sabía que ellos no tenían la preparación ni que no dominaban las técnicas que requieren de tiempo, estudio y paciencia. Vivimos en una sociedad inculta frente al arte, entonces se cree que un hombre vestido con ropas femeninas, que se presenta como drag, lo es.
Esto prostituyó la verdadera esencia del drag y arrojó por la borda todo el trabajo que realicé para posicionarlo como un arte y sacarlo del underground. En esta época sigue siendo difícil; el camino es tortuoso y los retos son grandes.
La época en que empiezas tu formación como drag, coincide con la despenalización de la homosexualidad, ¿cómo crees que esa época influyó en todo tu proceso de dejar atrás al niño bulleado y convertirte en un ser humano con una mirada integral?
Sí influyó. Mis amigos y yo estábamos unidos por un propósito que era ser libres y tener derechos. Estamos hablando de una época en la que bastaba con que te encuentren agarrado del brazo para que te detengan. Las personas desaparecían y no se volvía a saber nada de ellas, fue una época dura en la que nos tocó pararnos fuerte. A eso agrégale que en el colegio sufrí bullying.
Sales de la vida estudiantil y resulta que la pesadilla continúa porque te encuentras en un mundo en el que eres un criminal por el único hecho de ser, de existir. Todo esto lo tenía acumulado e influyó en que mi personaje sea agresivo porque había guardado mucha ira.
Sin embargo, al ser un personaje a la vez contestatario, hizo que mucha gente se identifique. Llegué a darle tanta fuerza al personaje, que la gente lo percibía y por eso, creo yo, nació la conexión.
Otra cosa que sucedió en mis inicios, es que me emocionaba tanto interpretar mi papel que lloraba, se me iban las lágrimas en escena. Luego reía y la gente reía conmigo. Cuando la función terminaba, se me acercaban personas del público porque querían ser drags.
Esta experiencia fue el inicio de volver a pisar el suelo porque mis alumnos me decían “quiero ser como tú”. Entonces yo les respondía: “no, no quiero que sean como yo, no quiero que cometan los errores que yo cometí, quiero que sean mejor que yo”.
Por otro lado, fue una época de muchas coincidencias. Justamente salió la música de Mónica Naranjo y canciones como: “Perra Enamorada”, “Sola”, “Pantera en Libertad”, “Sobreviviré”, “Desátame”, hablaban de lo que estábamos viviendo con el tema de la despenalización de la homosexualidad.
¿Y cómo, siendo Pablo un chico tan introvertido, llega a El Hueco?
(Carcajadas largas y sonoras por parte del entrevistado y la entrevistadora).
En esa época había muy pocas formas de relacionarse entre gays. Una de ellas eran los anuncios clasificados en el desaparecido periódico Hoy. Se hacían publicaciones con ciertos códigos y palabras y además había que agregar el número fijo del domicilio (no existían los celulares). Alguien que leía el anuncio llamaba y se pactaban citas a ciegas. Otra forma de conocer chicos gays era yendo a los cines.
En una de esas salidas, conocí a un hombre muy guapo que me invitó a ese bar. Cuando llegué me sentí como un niño entrando en una juguetería. Luego seguí mirando y ¡oh sorpresa! habían más personas con las mismas características que yo.
Ya no me sentí solo. Empecé a frecuentar a estas personas todos los días. Nos dábamos fuerzas entre nosotros, intercambiábamos experiencias y alimentábamos un espíritu libre. También era una época en la que era muy impulsivo. Entendí que debía pensar mejor las cosas antes de tomar una decisión.
¿Cómo superaste la impulsividad?
Con el tiempo y las experiencias. Ser impulsivo provoca que pierdas oportunidades, que la gente se aleje de ti, que no pienses las cosas. Además entendí que es necesario aprender a asumir las consecuencias de tus decisiones. Si son buenas, ¡bacán! Pero a veces no es así y tienes que aprender a vivir con esas experiencias. Todas las experiencias me han enseñado a ser la persona que ahora soy, a dominarme a mí mismo y ser humilde, incluso conmigo mismo.
¿Cómo ves a tu personaje, Kruz Veneno, de aquí a cinco años?
¡Reluciente, realizad0! Porque no pienso solo en mí, pienso en el resto y en hacer las cosas para el resto. Por eso le veo en una etapa consolidada, no solo en lo artístico sino también en su esencia y eso lo logrará cuando reúna nuevamente al grupo con el que empezó esta carrera. Pero reunidos desde la sabiduría, la conciencia, la experiencia, sabiendo dónde se pisa y cómo se hacen las cosas y cómo no.
La veo consolidando el arte drag, transformándolo en una industria, que sea reconocido, finalmente, como lo que es. Si bien es cierto, en estos momentos está siendo valorado, el público aún no sabe qué es, qué conlleva, cómo identificar a un verdadero drag, qué es un drag profesional, qué es un drag de verdad. Creo que la gente debe apropiarse del derecho de exigir a los artistas productos de calidad.
¿Cómo llegaste a la conclusión de que el arte drag está siendo prácticamente prostituido?
Porque es algo muy notorio y palpable en la actualidad. Tú ves en las discotecas llegar a niños vestidos con la estética drag mientras se ríen, bailan y beben tragos. Eso no es ser un artista drag, no contribuye al cambio, no ayuda a superar los estigmas que la sociedad carga sobre nosotros, los homosexuales.
Es una falta de respeto. El drag es escena. Utilizar la estética drag sin conocimiento la desvaloriza y minimiza; es como si yo fuera un artista clown o un bailarín de ballet y saliera con esos trajes a discotequear.
El resultado es que, algunos que no están preparados, insisten en utilizar la estética drag y decirse drags. Pero no lo son. Continuando con esta falta de respeto, hay jóvenes que tienen la osadía de presentarse como el primer grupo drag que existe.
¿Qué es lo que más te llama la atención de los jóvenes que llegan a tus talleres?
Muchos de ellos pertenecen a la generación del número de seguidores y llegan usándolo como carta de presentación. Debo explicarles que no es lo importante en el arte drag y que es necesario tener respuestas para preguntas complejas: ¿qué ofrecen a sus followers desde la parte artística? ¿por qué eligieron ese nombre? ¿qué les motiva a ser artistas drag? ¿cuál es su objetivo como artistas? ¿quiénes son? Y la mayoría no tienen respuesta para ninguna de estas preguntas.
Si bien no está en mis manos controlar lo que sucede en la sociedad, sí puedo trabajar en concientizar a los jóvenes que llegan a mis talleres para que se enamoren del arte drag.
Y porqué digo “enamoren”: porque solo cuando amas algo eres capaz de cuidarlo y preservarlo. Y el drag debe ser cuidado por el valor que tiene para la sociedad. Porque a través de él se pueden lograr cambios y hacer la diferencia.