
Carolina Giraldo Navarro, es el nombre que consta en la partida de nacimiento de Karol G, oriunda de Medellín.
Karol G es la cantante colombiana que arrasa en el género musical urbano, no sólo en su país natal, sino en América Latina.
La música de Karol G es como la casa del jabonero: el que no cae, resbala, nos guste o no su estilo musical.
En mi playlist tengo dos temas de Karol G. Una que interpreta con Shakira y otra, con Becky G.
Hago mea culpa y procedo a justificar lo injustificable: no me gusta el reguetón, pero ella es graciosa. No sé si es su hablar tan medello, su cara de niña inocente, o que quiero copiar su rutina de abdomen.

Es un hecho, que en toda Latinoamérica se admira la belleza, no sólo de Karol G, sino de las colombianas en general. Esto, antes y después de la irrupción de la narcoestética en Colombia.
Nos tienen comido el cuento de que ellas son guapas así, de nacimiento, y que ninguna colombiana sale por el pan en pantuflas, salto de cama y cabellos desordenados.
Karol G es oriunda de la tierra que compite con Cali, por ser la “sucursal del cielo”, y tener fama de mujeres bellas.
El marketing de Colombia no admite que el bisturí es parte del secreto.
La narco estética, un fenómeno de todas las clases sociales
Hay algo en el estilo de Karol G que llama mi atención, y de seguro, de sus millones de fans.
Karol G, en sus conciertos y presentaciones personales, es una gran representante del estilismo “traqueto” , conocido como narcoestética.
Y no, no me entiendan mal. No quiero decir que ella es una “muñeca de la mafia”. Aunque, eso sí, tiene un gusto cuestionable en cuanto a hombres.
Karol G nació hace 33 años en un Medellín que tiene marcado, a fuego, la influencia del narcotráfico, del Cartel de Medellín y de su máximo líder, Pablo Escobar.

Pablo Escobar marcó la vida de los colombianos, y de los medellos especialmente, en todos los aspectos: psicológico, sociológico, cultural, estético, artístico y arquitectónico.
En el artículo científico, «La construcción de la estética de la mujer a partir del fenómeno del narcotráfico», el autor, Sebastian Castañeda Pisco, sostiene:
«El narcotráfico que estuvo en auge en Colombia a mediados de los años 80’s y 90’s con reconocidos capos como: Gonzalo Rodríguez Gacha, Gilberto Rodríguez Orejuela, Miguel Rodríguez Orejuela y Pablo Escobar, gestaron dinámicas particulares desde las esferas más populares hasta las altas clases sociales del país, permeando así todas las clases socioeconómicas».
Y agrega:
“La historia del narcotráfico en Colombia, debido a su amplia influencia a nivel político y social, también desemboca en una estética como remanente simbólico de nuevas formas de comprender y vivir la corporalidad.
Estas formas, fundadas en el dinero ilícito, generaron que la narco-cultura tomara un papel importante en la vida pública colombiana». Y que se normalizara.
En la cultura narco, la mujer es un objeto de valor, poder y estatus
Karol G tiene el aspecto (construido a propósito o no, eso no lo sabemos, porque ella ha admitido una sola cirugía estética) de las mujeres que admiradas por los narcos: hembras, mamacitas, con silicona y sin miedo a la cama.
Karol G es bella, con carita de niña y cuerpo de potra. Goza de una silueta pulposa. Como le gusta al pueblo, diría una amiga:
Caderas y nalgas grandes, senos generosos, cintura pequeña. Karol G es la demostración de una frase apócrifa de algún narco: “Las flacas para los ricos, las buenas pa’ nosotros”.
Al respecto, Sebastian Castañeda Pisco, manifiesta:
«La narco influencia, en gran medida, aportó a la transformación del concepto de la estética de la mujer colombiana y su sensualidad.

La mujer es un objeto que, a la par de colecciones de autos, arte y propiedades, se ubica en la posición de instrumento.
A partir de estas realidades se desenvuelven dinámicas que propician a la mujer, jugar un papel determinante, ya que es en sí misma, un objeto de valor, poder y estatus.
De esa sobrevaloración del modelo estético impuesto por la cultura narco, la cual atrae las miradas por ser una estética ostentosa, desmedida y banal».
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Karol G y su narcoestética
La estética “traqueto” o narcoestética de Karol G (traqueto, el modismo informal para llamar a los narcos en Colombia) es incuestionable.
Sin embargo, no llega a ser desagradable, porque se nota que ella no ha salido de ese mundo.
Ella es una joven con estudios, con título universitario en su país y en Estados Unidos.
No es una mujer con una infancia de hogar complicado o de carencias económicas.

Siempre ha contado con el apoyo de sus padres, en todo sentido. No se le conocen grandes escándalos en la farándula.
¿Cómo explicar entonces su estilismo?
Pues, porque nació en una sociedad donde la estética del narco es generalizada y está normalizada.
Esa influencia ahora está presente en todos los países de Latinoamérica. Y en este análisis nos vamos a alejar de las pendejadas del “mal gusto o buen gusto”. Porque no tienen nada que ver.
El latinoamericano es barroco.
¿Y qué más barroco que el estilismo narco?

Con el pasar de los años, ciertos aspectos narcos se han vuelto “cool” para las nueva generaciones. Para graficarlo, fijémonos en el lenguaje, ¡parce!
En Colombia, el que quiera sentirse en onda debe hablar “parlache”, ¡y Karol lo hace!
¿O qué creen que es decirle «parce» a un amigo?
O «gonorrea» a una persona o cosa desagradable?
Karol G, influencer de la narcoestética

Nos guste o no, Karol G es un referente de belleza y de la narcoestética. Como toda colombiana bien producida, resaltan algunos rasgos en su imagen:
- El cabello largo (con extensiones, si es necesario), decolorado y teñido.
- Las uñas acrílicas en forma de estileto y diseños escandalosos y recargados.
- Tatuajes y joyas en exceso.
- Vestidos apretados y cortos.
- Escotes de infarto.
- Pantalones estrechos que dejan ver la caderota y las nalgas bien puestas.
- Pedicura impecable, para mostrar los pies con sandalias de tacones inmensos.

Sin embargo, Karol G, le da un giro a la narcoestética y la personaliza:
Su maquillaje es sencillo. Casi un “make up no make up”, que deja ver una piel bella, cuidada.
Unas cejas pobladas “al natural”.
Labios gruesos, inyectados, maquillados con brillo, gloss o tonalidades naturales.
Sus buenas pestañas, con apenas rímel.
Dientes perfectos y blanquísimos.
¡Luce tan estético y elegante su rostro! Como el de las modelos “flacas”, «que son para los ricos».
Karol G, camaleónica de la estética

La estética de Karol G es camaleónica.
Puede pasar de mostrarse embutida en un vestido que deja entrever su pecho (con silicona) y un tajo en la pierna que evidencia que no tiene ropa interior (muy traqueto), a usar un vestido de diseñador elegantísimo, con su cabello amarrado a su nuca en un recogido de princesa, uñas sin barniz y con un maquillaje sutil, que bien podía ser usado por Grace Kelly.
Ella lo hace, ¡porque le luce! Porque en los dos estilos se ve bien.
Si nos damos una vuelta por su cuenta de IG, se nota que lo suyo es lo grande, lo exagerado, lo estridente. Ella es triple mamita y lo sabe.
Adriana Cobo, arquitecta colombiana que ha analizado la estética narco en la arquitectura, tiene una frase que resume bien lo que es y proyecta Karol G:

“Para qué tener si no se puede exhibir?”
Y Karol G se exhibe en toda su grandiosidad, ¡porque tiene, porque puede y porque le da la gana!
Karol G es una excelente representación de que la narcoestética permeó todas las manifestaciones sociales, artísticas y culturales: la arquitectura, el vestir, el lenguaje, la música, las novelas, y en las relaciones de clase.
Los países de Latinoamérica que hemos sido conquistados por los señores de la droga, vivimos bajo esa estética y Antioquia, la lleva en la sangre.
No de gratis el periodista Alonso Salazar resume el pensamiento narco en una frase: “Buena pinta, buen charol y buena nena”.









