El 1 de enero, luego del ajetreo de fin de año, es muy común una escena en la Costa: ya sea meciéndose en una hamaca o descansando en una silla de playa, frente al mar y con una cerveza en la mano, mientras se escucha música. “Después le pregunté a la luna / me dio la espalda, intentó ocultarse / Hasta la luna sabe que me amaste, hasta la luna sabe que aún me amas…” se mezcla con los recuerdos del fiestón del día anterior.
Y lo mismo en la Sierra, solo que sin playa y sin hamaca.
Es que las escenas para recibir el año pueden ser similares o muy diferentes, pero lo que sí es seguro es que muchos ecuatorianos reciben el nuevo año con el infaltable primer invitado, el único e irremplazable chuchaqui. Y acompañado de sus inseparables amigos: el dolor de cabeza, el cansancio, los problemas gástricos y vómitos desagradables.
Entonces, sea en la Costa, Sierra, Amazonía o Galápagos, se da la misma búsqueda desesperada por agua, del bendito encebollado que se constituye en el plato nacional por excelencia contra el chuchaqui; e, incluso, hasta una cerveza podría servir, aunque no falten quienes quieran seguir con la parranda.
El término médico para la resaca es veisalgia, que proviene del noruego “kveis” (malestar después de un bacanal) y del griego “algia” (dolor -en este caso, de cabeza-).

En Ecuador usamos la palabra chuchaqui, que viene del quichua “chaqui” (malestar que queda luego de masticar hojas de coca), al igual que lo hacen en Perú. En Colombia se le dice guayabo; en México, cruda; goma en El Salvador, Honduras o Panamá; en Chile agarras una mala caña; y en Puerto Rico, tremenda jienda. Los gringos le dicen hangover, como la película.
¿Cómo evitarlo?
En casos particulares, y por experiencia personal, el colega periodista Raúl Zavala, nacido en Quito pero manaba de alma, tiene sus recomendaciones:
“Lo bueno del fin de año es que generalmente no falta la comida y eso es un punto a favor, sobre todo si se trata de alimentos con grasas… La otra manera que existe para no dejarse ganar ni por el alcohol, ni por la resaca, es bailar y bailar, sin descansar, apoyado con ´seguidor´, que son los tragos de agua pura ocasionales, pero constantes”, asevera.
Se utilizan diversos platos preventivos contra el chuchaqui. En algunas partes de la Costa, por ejemplo, ya a la medianoche para contrarrestar al alcohol se acostumbra a servir consomé de gallina. Y en la Sierra, o en cualquier otro lugar, se pueden servir todo tipo de platos o alimentos que hacen las veces de reconstituyentes. No faltan, además, quienes antes de empezar una farra consumen algún protector para el hígado.

Hay chuchaquis, y ¡chuchaquis!
El chuchaqui no solo tiene varios nombres, como ya vimos, sino también varios tipos: el físico es el más común, el seco es consecuencia de una amanecida sin beber, y el peor de todos es el chuchaqui moral. “Para ese no hay más cura que ser sin vergüenza (no es lo mismo que sinvergüenza). Con las tonterías que uno comete no hay vuelta al tiempo —dice el colega Raúl Zavala— y no queda más que cargar la cruz en silencio y aguantar burlas o reclamos. Si tienes vergüenza y no quieres problemas, entonces, no te emborraches. Así de fácil”.
Otra teoría de nuestro invitado es que, en realidad, existe el chuchaqui de año nuevo y el chuchaqui de fin de año. ¿Cómo es eso? Vamos a la explicación:
El de año nuevo es cuando has festejado prácticamente desde de la tarde y noche del 31 de diciembre, hasta ya pasadas las cinco de la mañana del 1 de enero.
El de fin de año es cuando empiezas a beber desde la mañana del 31, avanzas hasta la tarde, pero antes de llegar la noche te quedas dormido; luego te despiertas como a las diez u once de la noche… “y esa, esa ya es otra historia”, dice Raúl, y complementa que los tipos de chuchaqui más bien dependen de la edad y la capacidad del cuerpo para resistir bebidas espirituosas.
La BBC publicó un artículo que respalda lo anterior, con base en una investigación del Grupo de Estudios sobre la Resaca Alcohólica (AHRG, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Keele, y agrega que el problema parece residir en la química de las bebidas: “El proceso de fermentación del alcohol genera también residuos tóxicos. Son los que proveen a las bebidas de un tono más oscuro. Esto explicaría por qué el whiskey (al contrario de lo que se piensa) causa una resaca peor que el vodka. Y también por qué mezclar bebidas es una pésima idea, ya que cuanto más variados son los cócteles, más diversas son las sustancias tóxicas que se ingieren”.

En otro artículo se establece un ranking de bebidas alcohólicas causantes de resacas, en una escala que va de mayor a menor chuchaqui: coñac, vino tinto, ron, whisky, vino blanco, ginebra, vodka y cerveza.
Pero entre tantos datos hay uno esperanzador, y es que, según un estudio efectuado por la Universidad de Boston, 23 % de la población mundial es inmune a las resacas o las sufre con mucha menor intensidad.
Y otro que no: las mujeres son más propensas a padecer chuchaqui, debido a que, al tener menos grasa corporal y menos masa muscular, se deshidratan con mayor facilidad ante el mismo consumo.
Que no quede huella
Para recuperarse del chuchaqui los médicos suelen recomendar guardar reposo, comer alimentos ligeros, tomar analgésicos para el dolor de cabeza, antiácidos y antiinflamatorios y, por supuesto, hidratarse. Además, contradiciendo a la costumbre de quienes creen que “con la misma lana se cura el perro”, sugieren, lógicamente, no tomar más alcohol.
También el cafecito toma su protagonismo, opina la promotora cultural Celia López: “Qué sería del chuchaqui sin un buen café”, que junto con el encebollado y el caldo de gallina son los “remedios” populares más conocidos para la resaca.
Están además los que se “recomponen” con el recalentado, otro de los métodos que se usa para curar la resaca. Y es que la reserva gastronómica de la fiesta anterior normalmente alcanza para uno, dos, o más días seguidos de desayuno (son infaltables los sánduches de pavo o chancho), almuerzo y, en ocasiones, merienda. Y muchos dicen que incluso el recalentado se pone más bueno conforme pasan los días.

Para el mal aliento del chuchaqui se come tostado, sobre todo en la Sierra. Y, aunque la lista de “remedios” puede ser interminable, lo cierto es que no hay cura cien por ciento efectiva para este y otros rezagos que quedan luego de haber bebido.
Y es así como, luego de noches alegres y mañanas tristes, muchos pasamos cada 1 de enero: con chuchaqui y comiendo mucho. Aunque, eso sí, con la promesa de que, de ahora en adelante, cumpliremos con la dieta y no beberemos nunca más.
