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Aim to be a Pokémon Master: ¿el adiós definitivo a Ash y Pikachu?

Ilustración Gabo Cedeño.

Hay muchos motivos por los que el fin de la historia del protagonista de la serie animada Pokémon ha significado, para muchos, lo más parecido a la despedida de un viejo amigo. Y es que no son pocos los fanáticos en diferentes rincones del planeta que han seguido de cerca la serie animada de los monstruos de bolsillo. 

Si bien la saga de juegos de video es el principal semillero de hinchas de la franquicia, así como el primer producto oficial creado por la empresa Game Freaks para Nintendo, en 1996 (Pokémon Rojo, Azul y Verde fueron los primeros juegos), su adaptación a la pantalla chica también ha sido clave para la globalización del concepto y sus derivados. 

La serie se ha mantenido durante 25 temporadas regulares, en permanente producción y transmisión desde 1997 en la TV japonesa, y, cómo no, en casi todas las latitudes.

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Los primeros juegos fueron Pokémon Rojo, Azul y Verde.

Lo anterior no es una casualidad: gran parte de los que siguen la franquicia han conocido el vasto y complejo mundo de Pokémon a través de los ojos de Ash Ketchum (Satoshi, para los entendidos en la versión original del anime) y su carismático y famoso Pikachu, durante varias etapas de sus vidas.

Siendo una serie de larga duración, los personajes principales, sus monstruos –mascota–, sus villanos y su devenir, se convirtió en una obra de culto con el pasar de tantos años. Y, aunque los distintos videojuegos siguen siendo extremadamente populares, existe mucha gente que jamás llegó a jugar ninguno de ellos pero ha visto durante décadas a Ash pujar por subir puestos en el ranking de entrenadores hasta que, finalmente, se coronó como campeón mundial.

La serie se ha mantenido durante 25 temporadas regulares, desde 1997, en la TV japonesa.

Ese mágico universo con sus propias reglas, sin embargo, empezó también a desgastarse, sobre todo por basarse en una fórmula condenada a repetirse para mantener cierta esencia en la saga: los protagonistas llegan a un nuevo destino, conocen más personajes, establecen un conflicto, los villanos intentan impedir que se resuelva, pero jamás lo logran, para terminar el capítulo venciendo a los malos y salvando el día. 

Pokémon fue durante más de la mitad de sus años una serie que se apegó mucho a esa fórmula, en mayor o menor medida, dependiendo de la temporada, para no perder a los espectadores que se acostumbraron a la dinámica. Aunque, después de tantas y repetidas aventuras, esa costumbre empezó a perder potencia, se desvaneció, sin contar con que Ash Ketchum tampoco puede tener diez años eternamente, sobre todo cuando quienes salieron junto con él desde Pueblo Paleta, allá por 1997, no han dejado de crecer.

Por eso después de una sorprendente última temporada de la serie regular, y luego de alzarse con el campeonato mundial, Ash Ketchum se ha despedido de sus seguidores con una emotiva miniserie de once episodios llamada Aim to be a Pokémon Master, la cual no solo ha sabido darnos ese golpe en donde duele la nostalgia, sino que ha dejado en los fanáticos una sensación de cierre para historias que empezaron cuando eran muy jóvenes. Y, aunque los cortos episodios no han sido del agrado de todos, el anunciado final me ha parecido un justo homenaje para un viaje que terminó donde empezó.

Ash y Pikachu, el adiós a personajes emblemáticos

Aim to be a Pokémon Master reúne al trío de aventureros original, Ash, Brock y Misty, y los pone en situaciones que son referencias directas de episodios antiguos. Esto permite que los espectadores podamos despedirnos oficialmente de cada personaje, asociándolos con el recuerdo de haberlos conocido en el pasado y saber que aún son los mismos, como si estuvieran allí para nosotros una última vez, haciendo lo que saben hacer y nos gusta ver.

Misty, Ash, Brock y Pikachu.

También hay que destacar cómo la evolución de cada personaje es mostrada en diferentes dosis, siempre dejándonos claro, al final de cada pequeño arco argumental, que siguen siendo los mismos de toda la vida, pero que también han sido afectados por el paso del tiempo en mayor o menor medida. 

Así, pudimos ver que, a pesar de que a Brock, primer oponente importante de Ash en la serie, aún le vuelven loco las presencias femeninas, también ha seguido desarrollando recetas para convertirse en un gran criador Pokémon, como se nos mostró desde el comienzo. Misty, otra rival relevante de Ash que se unió y formó el grupo original de protagonistas, por otra parte, vuelve a mostrarse competitiva, demostrando que tanto su personalidad como la de Ash siguen siendo las de un retador eterno, que no da tregua a la competencia, aunque se haya tocado las mieles del éxito.

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Se puede percibir, en este punto, una intención clara de apuntar a la nostalgia que nos genera ver a aquellos aventureros que conocimos en la primera temporada (1997-1999), y que ahora vuelven a estar juntos para compartir pantalla como en otras épocas. Además de que en el transcurso de los episodios podemos echar un vistazo a sus diferentes Pokémon y constatar cómo han crecido desde la última vez que los vimos, por ejemplo, a los entrañables Psyduck, de Misty, o al Croagunk, de Brock.

Sería injusto llegar a este punto del artículo y no mencionar al icónico Equipo Rocket y su paso por la miniserie. Los villanos regulares de cada episodio de Pokémon regresan para intentar atrapar, por enésima vez, al Pikachu de Ash. En esta ocasión, sin embargo, sus reiterados fracasos los harán dudar de sus objetivos vitales y causarán un gran conflicto entre ellos. 

Llegar tan lejos para no conseguir nada es una situación dura pero no improbable. Así que, al verlos hacer a un lado sus diferencias y reconocer que la cacería del ratón eléctrico del protagonista es lo que da sentido a sus vidas, se constituye una especie de palanca emocional en los espectadores que también reflexionan, a fuerza, sobre el camino y la opción de no retirarse cuando las cosas se ponen difíciles.

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En el centro, James y Jessie del Equipo Rocket.

Ser un maestro Pokémon

Por otra parte, y hablando de los Pokémon, merece una especial mención el cierre que se le da a Ash y, de paso, a la aventura de estos entrañables personajes. Ash llega a la conclusión de que su sueño de convertirse en maestro Pokémon está lejos de terminarse, ya que ser campeón mundial no tiene por qué ser el fin del camino. Asimismo, Ash quiere conocer más Pokémon, a todos, de ser posible, no para atraparlos sino para ser su amigo.

El cambio de perspectiva que se plantea se convierte en potentes mensajes para las nuevas generaciones de entrenadores Pokémon, dentro y fuera de la serie: la importancia de la preocupación y el cuidado de los animales, el verlos como amigos o compañeros, la relevancia de seguir los sueños hasta las últimas consecuencias, cumplir metas y buscar nuevos horizontes y, cómo no, nos llega un mensaje de que todo tiene un final pero que siempre significa el comienzo de algo nuevo.

Ash y Pikachu rodeados de muchos otros Pokémon.

Algunas cosas nunca cambian o, mejor dicho, para no cambiar es mejor que se queden en la memoria. Así, con un esperanzador pero tajante final Ash parte con Pikachu a seguir sus aventuras lejos de nuestras miradas. Solo el tiempo dirá si esta es, de verdad, la última vez que los vemos, pero para los fanáticos de la serie, este cierre, junto con el final de la temporada 25 de la serie regular, ha demostrado que antes de seguir el normal deterioro por el paso del tiempo, la entropía inviolable, es mejor concluir capítulos para que puedan llegar nuevas oportunidades. 

¿Era necesario este cierre para los fans? En mi opinión, no solo que era imprescindible, sino que pienso que muchas series actuales, con más que suficientes años en emisión permanente, deberían acogerse a esta tendencia y darnos a los fanáticos un cierre digno.

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Luego de 11 capítulos terminó la serie animada Aim to be a Pokémon Master.