Pop, pop, pop. Resuena en mi cabeza como una canguilera de feria. Pop, pop, pop. Se despliegan imágenes desbordadas de un color y una estética que susurran street style, asequible, consumo, deglutible, aspiracional, cómprame si puedes, intenta hacerlo, soy de fácil acceso.
¿Es esto la cultura pop o no es más que la interpretación capitalista de este término?
Contracultura

Ante esta interrogante, me parece necesario empezar por definir qué es, qué características tiene, cuáles son sus orígenes y qué entendemos hoy por cultura pop.
Ella (la cultura pop desde el capital) quizás me respondería, en tono de abucheo:
Aburrido. Inútil.
I can’t get no satisfaction
I can’t get no satisfaction
‘Cause I try, and I try, and I try, and I try
I can’t get no, I can’t get no
When I’m driving in my car
When a man come on the radio
He’s telling me more and more
About some useless information
Supposed to fire my imagination

A su pesar, lo haré y con la seguridad de que, a ti lector, sí te interesa este contenido. Pues bien, la cultura popular es una locución que nos refiere a costumbres culturales (valga la redundancia) y manifestaciones artísticas, que las producen y consumen generalmente aquellos que no tienen acceso a la alta cultura, siempre pensada como superior y en constante evolución por ser parte de las élites económicas y académicas.
Desde la óptica de la sociología, esta es fundamental para analizar y comprender una comunidad, ya que revela códigos, creencias, valores e, incluso, anhelos y sueños de una población, que siente libertad/necesidad de expresarse.
Aunque el término surgió en Alemania a finales del siglo XVIII, el soviético Mijaíl Bajtín publicó, en 1941, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: el contexto de François Rabelais, una obra que describe a este fenómeno y anuncia la concepción estética del medievo: el realismo grotesco. ¿Qué es bello? ¿qué no? ¿bajo qué criterios podemos decir eso? ¿en realidad lo podemos hacer? ¿O podemos desprendernos de ciertas interpretaciones burguesas para valorar lo que somos y cómo lo comunicamos?
Dónde nace
Plantearse un lugar geográfico para el nacimiento de la cultura popular es una tarea insulsa, ya que esta es –desde cualquier perspectiva– contracultura, enfrentamiento a las élites y manifestación de la identidad del pueblo llano, esa clase dominada que existe desde la creación misma de las civilizaciones. Sin embargo, si tenemos que ponerla dentro de un espacio, podría decirse que surge en las grandes ciudades.
En otras palabras, tiene aroma a New Orleans, New York, Londres, París, Buenos Aires, Río de Janeiro. Huele a gueto, a fabela, a arrabal.

Esta cultura alternativa es producida y consumida, en la mayoría de los casos, por jóvenes con una urgencia de soltarlo todo, de comunicarse y expresarse, una urgencia que todos hemos tenido en un momento de la vida y que a algunos nos dura más que a otros.

Los ejemplos más representativos de la cultura popular suelen encontrarse en la música, la literatura, la danza. Por ejemplo, el jazz surgió entre la población afroamericana de Estados Unidos cuando aún eran esclavos, como una confrontación a la música venida de sus esclavistas europeos. Lo interesante es que con el tiempo este género se integró plenamente en la industria y cuenta con la valoración de aquellos que representan a la alta cultura.
Summertime and the livin’ is easy
Fish are jumpin’ and the cotton is high
Oh, your daddy’s rich and your ma is good lookin’
So hush, little baby, don’t you cry.
Esa estrofa es una muestra de esta evolución del jazz, ya que pertenece a la admirada ópera Porgy and Bess de George Gerschwim, quien hizo interactuar de manera innovadora a técnicas orquestales europeas, con expresiones idiomáticas del jazz y la música folk estadounidense.
Acá la pueden escuchar:
El arte pop es para todos
“Aunque cultura pop viene de cultura popular, el término no es utilizado en la actualidad para denominar a las culturas populares de diferentes sociedades”, dijo Lucho Monteros, escritor, creador de contenidos y gestor cultural. Por el contrario, se refirió a esta como visión moderna que toma elementos de diferentes culturas para producir alguna obra.
“Si nos referimos a Ecuador, por ejemplo, Gerardo Morán es un claro exponente de la cultura popular. Sin embargo, no está dentro del circuito de cultura pop de nuestro medio; allí están jóvenes que trabajan en música fusión, que mezclan ritmos de las Antillas, el Caribe, África, de lo profundo de Estados Unidos, de los mismos sonidos andinos o amazónicos para crear propuestas globales”, agregó Monteros.
Según estas palabras, lo que hoy denominamos cultura pop es la interpretación específica capitalista y globalista.
Andy Warhol, uno de los más grandes exponentes del pop art, sino el más, no tenía reparo en hablar del arte como un producto comercial y de que esa era su finalidad. Entre sus frases más recordadas está la que dice: “ser bueno en los negocios es la más fascinante forma de arte. Hacer dinero es arte y el trabajo es arte y un buen negocio es el mejor arte”.

En la docuserie de Netflix Los diarios de Andy Warhol, este hombre habla de sus estrategias para vender y convertirse en un ícono. Muchos ricos y famosos, estrellas del nuevo mainstream, pagaron grandes cantidades por ser retratados y verse a sí mismos en impresiones de gran escala, con colores intensos, como si fueran diferentes versiones de ellos.
Todos querían ser Marilyn Monroe. Todos querían ser Jackie Kennedy.


El trabajo de Warhol era, de todas formas, como una fábrica industrializada con procesos en línea, que saca la mayor cantidad de latas de sopa posibles en un tiempo record. Andy, que fabricaba en masa y comercializaba en masa, se convirtió en el gran maestro del capitalismo cultural.
Otra vez escucho pop, pop, pop
El grafiti es otra de las grandes expresiones de la cultura pop. Y cómo no serlo, si siempre fungió de museo abierto, de grito protesta, de herramienta política que se enfrentaba al poder.
Nada más subversivo que jóvenes plasmando sus ideas revolucionarias en espacios públicos en los que tienen prohibido hablar.
Y en este apartado es evidente que hablaré de Banksy, el artista anónimo. “Era reconocible y agudo, político en extremo, daba en el clavo. Un sospechoso interesante. Un zarpazo en la tónica de tantos artistas del siglo pasado indiferentes al museo, desde los Dadá a los que optaban por las artes gráficas y el diseño y entrar así en casas, tiendas, fábricas y revistas. Banksy y su generación estaban en esa línea. Proclamas anticapitalistas, parodias de los mitos fundacionales del Estado a través de figuras del arte pop y de los medios de masas. Se hizo enormemente popular y admirado por muchos”, publicó Mercé Ibarz en diario El País en un artículo llamado Viva el mercado, Banksy y sus grafitis.


¿En realidad es Banksy ese subversivo que imaginamos con capucha y latas en mano que al ver policías agarra sus cuatro cosas y corre? ¿O más bien es otro representante de la cultura pop regida por el capital?
En ese mismo editorial, Ibarz anotó: “Convengámoslo, es un buen alumno de Dalí y de Andy Warhol, que entendieron muy bien el mercado del arte contemporáneo. Y demostraron que la mercadotecnia extrema puede anestesiar al arte (…). Y aquí entra Banksy. Con una expo titulada en inglés El arte de la protesta, no faltaría más. Leo que se presentan 70 obras de coleccionistas, que llevan el certificado de autoría que concede su oficina, Pest Control. Es una más de sus exposiciones ‘no autorizadas’, nunca las autoriza; se hacen y revalorizan las obras y su reputación. Vendes, pero no autorizas. Se trata de mantener el aura de la protesta, si cuela, y suele colar. Bien mirado, es un portento. Banksy el jugarretas”.

Los no autorizados
Si bien el capital se ha apoderado del concepto cultura pop y arte pop, muchos han sido fieles a sus inicios y han sido contracultura, contra poderes, contra sistemas.
Hannah Höch (1889 – 1978) fue una artista dadaista que se especializó en el fotomontaje y collage análogo.
Una de las temáticas sobre las que trabajaba con mayor frecuencia era la de roles de género, sobre la `mujer nueva´, independiente y libre. A través de su obra, denunció los abusos y sinsentidos de una sociedad machista y no tuvo reparos en hablar de la androginia y el amor lésbico.

“El collage se ha introducido en la cultura popular y lo encuentras en novelas, en cuentos, en videos musicales, en todo tipo de producto que son de consumo masivo”, contó Marcela Ribadeneira, escritora, artista visual y mamá de gatos (como ella se autodenomina).
Y agregó: “los dadaistas berlineses usaron el collage y el fotomontaje en respuesta al ascenso de los nazis, al poder. En ese momento, no era parte de la cultura pop sino era contracultura y usaban el lenguaje de cosas de consumo masivo como tipografías de los periódicos, afiches, rostros de personajes que estaban en este material de propaganda para cuestionar el poder”.
Por otro lado, Monteros rescató las manifestaciones artísticas pop y las desvinculó del interés económico como punto de partida. “Hay representantes de cultura pop en el cine, en la música, en el teatro que han tomado elementos globales, que se han apropiado de ciertos símbolos, que han mezclado una serie de técnicas pero que tienen mucha rigurosidad en el tratamiento que dan a sus obras y persiguen el fin mismo del arte”, concluyó.
Pop, pop, pop.
¿Es esto la cultura pop o no es más que la interpretación capitalista de este término? Por allí empecé y la canguilera no deja de sonar.
Me quedo con el olor a arrabal, a contracultura, a museo de calle. Me quedo con una cultura pop que tiene de fondo una voz y una finalidad.