Ese sábado tenía algo especial. No era un sábado más, era el día en que la comunidad Single Inc. se reunía.
El ambiente nocturno de Quito es propicio para la diversión. En la avenida República, epicentro de la soltería esa noche, los autos hacían columnas para estacionarse. La comunidad Single Inc., integrada por quienes comparten el mismo estado civil, ha decidido citarse.
Lo hace en realidad cada cuarenta días de forma espontánea. No hay nada firmado al respecto. Bailan, hacen yoga, realizan caminatas, practican box o motociclismo.
En la región, Colombia y Argentina llevan la delantera en este tipo de propuestas. En dos de sus portales digitales más populares, www.colombiancupid.com o www.guayu.com se especifica claramente: se busca pareja.
En Ecuador ya hubo antecedentes de este tipo de comunidades con el Speed Dating, grupo surgido en 2003, cuya mecánica de encuentros era siete minutos de conversación entre las potenciales parejas, en algún bar o cafetería de la capital. Todo se iniciaba con el sonido de una campana, como si el repique fuera el despertador de unos corazones somnolientos.
Singles Inc, con sede en Quito, agrupa a 150 personas, un 70% de ellas mujeres y un 30% hombres. El propósito de sus integrantes es conocerse en diferentes contextos sociales. De este modo, la fiesta se prende en la discoteca acordada, en este caso sobre la avenida República, sitio al que acuden por segunda ocasión.
Quién diría que la soltería, al menos en la capital, arroja cifras sorprendentes. Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Censos, del año 2021, en el Quito urbano, un 42 % de la población se identifica como soltero. Mientras que la cifra de casados llega al 32,79 %. Y eso sin contar a los divorciados, separados y viudos que, juntos, suman un 11,37 %.
Queda claro entonces que un 53,8 % de los quiteños está disponible (legalmente) para buscar una nueva relación. Y es que el estado civil en estos tiempos se ha convertido en una decisión personal.

Los solteros son mayoría
Los solteros son el grueso de la población, por tanto debería ser el grupo que imponga las reglas. Pero no es así. Todavía hay gente que cultiva el “deporte” de opinar sobre la vida de los demás, aportando así a la presión social que empuja a los individuos a formar parte del “grupo de los serios”.
El motivo de la reunión es simple: pasarla bien. No se trata exclusivamente de “encontrar a alguien”, aunque sí se da, bienvenido.
En la discoteca hay un espacio reservado para Singles Inc. La otra parte está destinada para los clientes habituales.
Los solteros van llegando de manera progresiva porque aún es temprano. El lugar, decorado con pósters de célebres cantantes —Madonna, Billy Idol, The Police, Queen— es gobernado por un ambiente ochentero.
A las 20:45, Galo, sentado en la barra, toma tequila. Por sus papilas gustativas ya han pasado varios shots. El hombre cuenta que estuvo casado por diez años, y que se divorció hace dos. Ahora solo se dedica a su trabajo, vinculado con las leyes, y al canto, ya que es fanático del rock metalero. Acaba de llegar al “cuarto piso”, pero parece de treinta y algo más; usa lentes y viste un saco oscuro.
El alcohol le sincera la garganta. Desea ampliar su círculo de amistades sin que su estado civil se vea alterado. Tener pareja ya no es una urgencia para él. Se unió a Singles Inc. por curiosidad. No tiene hijos, por tanto admite estar tranquilo, aunque no descarta casarse algún día. Ahora sólo quiere “pasarla bien”.
En otra mesa se encuentra Aída, una mujer de alegre carácter. Sin titubear, se anima por unas cervezas para iniciar la noche.
—¿Ustedes vinieron por la fiesta de solteros? pregunta Aída. Galo responde que sí.
—No pareces soltero —dice un poco incrédula y entre risas.

Significado de la “S”
La comunidad Singles Inc. tiene un detalle para sus afiliados. Recibe a los suyos con un cóctel servido en un vaso tequilero que lleva impresa la letra “s”, de solteros. Es curioso. La palabra “soltero” en inglés equivale a “single” y al ser traducida al español también se entiende como “sencillo”. Finalmente, la soltería es eso.
Les pregunto a Galo y Aída qué más podría significar la “s” del shot. “Solitarios”, dice Galo. Ella dice, en cambio, que no. Talvez responde así porque se identifica con la frase: “soltera pero no sola”. Aunque, insiste Aída, la soledad ya no es cuestión de pareja. “Muchas veces se percibe esa palabra de forma negativa”.
¿Alguna otra probabilidad para la “s”? pregunto. Galo y Aída responden: “sabrosos”.
Aída cuenta que está divorciada, y que por muchos años fue “la señora de la casa”. No se arrepiente. Fue feliz, tuvo hijos, pero la separación la encontró en una nueva etapa para la que no estaba preparada. Se dio cuenta entonces de que casi todo su círculo giraba alrededor de su esposo (ahora su ex).
Con un atuendo elegante y el acento cautivante de los colombianos, Aída cuenta que tomó la decisión de seguir adelante con su vida. Por eso, salir un sábado a un evento de Singles Inc. le permite conocer otras personas. Sus hijos tienen sus propios compromisos e incluso le animan a que salga con mayor frecuencia. Lo dice mientras disfruta de la canción “Viene a pedir mi mano, viene”, de Juan Luis Guerra. Y se anima a bailar.
Son las 22:00, y la noche avanza. Treinta y dos personas en total, del grupo de Singles Inc., se han congregado. Todos estrangulan su cóctel, como si quisieran también beberse la “s”. Al popular y carismático Jean Pérez, DJ del club, no se le ocurre mejor idea en ese momento que colocar el tema “Soltero”, un clásico de la banda guayaquileña Los Intrépidos.
El resultado es de esperarse, todos forman una ronda y se desgañitan cantando, al unísono: “Soltero /yo quiero ser /soltero /un día más… /que el próximo año seré sesentón”. La escena parece salida de una fiesta de graduación. Aunque, para ser justos, parece más propia de la consecución de una maestría. Algunos de los integrantes de Singles Inc. ya se conocen. Otros recién se integran y empiezan a entablar amistad. A las 23:00 todos son amigos.

Y mi banda toca el rock
Luego de una playlist que incluye hits de los ochenta y noventa en inglés y español, entra en acción la “Rhapsody Rock Band”, banda liderada por Martin Fritz (voz) y el Pato Quintana (teclado). Su repertorio incluye “clásicos”.
Fritz es un argentino de altura, por su calidad humana y artística. Es curioso, también es conocido en la música por ofrecer shows de tango, baile argentino que se ejecuta “en pareja”.
En esta ocasión, a ritmo de rock, solo observa a los singles como si esperara que se animaran, pero en la comunidad de solteros aún no hay paridad. No es difícil percatarse de ese hecho: hay muchas más mujeres que hombres.
La razón es sencilla. Así lo explica la misma Patty Córdova, organizadora y fundadora de Single Inc.: “La mujer del nuevo milenio se encuentra más empoderada, tanto en su sexualidad como en su seguridad, porque si está soltera o vuelve a estarlo por un divorcio, puede querer pareja, pero no va a perder su independencia”.
Patty observa que de cada diez personas que le llaman por información de Singles INC, siete son mujeres. Durante el evento destinado a los singles se cuentan veintidós mujeres y diez hombres. Ellas confirman que asistieron para disfrutar de la noche. De hecho, bailan entre ellas.
La organizadora insiste en que es una situación moderna, puesto que al hombre tradicional y conservador le enseñaron a ser el conquistador y proveedor, de manera que en muchos casos las mujeres que no tienen reparos en tomar la iniciativa les asustan.

¿Solteros? Sí. ¿Y el compromiso?
Ya es medianoche y Gaby, quien asistió a la discoteca por casualidad con sus hermanas y amigas, baila sin descanso. Para todas ellas salir entre mujeres se ha vuelto un hábito recurrente.
“Estos eventos de soltería me parecen muy bien. Sin prejuicios. Las chicas deberían venir para seguir conociendo personas, sin pensar exclusivamente en una relación. Pueden iniciar nuevas amistades o hacer vínculos de negocios”.
Gaby admite que no tiene presiones familiares, pues siempre ha estado más enfocada en su carrera empresarial. Eso sí, observa que hay una nueva generación que tiene otras prioridades. El matrimonio y los hijos, por ejemplo, están en segundo plano.
¿Y qué pasa con las plataformas virtuales para encontrar pareja, como Tinder? Nada. Gaby opta por la seguridad, ante todo. Y prefiere no tomar ese riesgos. Lo dice porque ha escuchado de malas experiencias.
La también empresaria, con look hiperjovial, llegó a los cuarenta. Afirma que tiene “alma de 28 años” y que la palabra soltera debería llevarse con sano orgullo. ¿Por qué? “Pues, para mí, actualmente ser soltero o soltera es un lujo. Pocas personas no solo tienen la capacidad de conservar la soledad, sino también de disfrutarla. Al final, de lo que se trata es de encontrar un compañero en el momento adecuado, para estar en paz. No para que te solucione las cosas. Y si no llega, no pasa nada”.
A estas alturas de la noche, los solteros se han bebido casi todas las rondas de tequila y cerveza. Martin baja del escenario y canta con su público temas como “Your love”, del grupo The Outfield.
El tema incentiva a las chicas a abandonar sus mesas y bailar sin complicaciones. Una de ellas, Valeria, no oculta su entusiasmo y con total seguridad se anima a conversar sobre la celebración. Piensa que los eventos para gente soltera en Ecuador deberían ser más comunes. Ella tiene una mirada más globalizada toda vez que ha vivido en países como Chile y España, donde esto es algo cotidiano.
“En España las chicas pueden acercarse a los chicos simplemente para conversar sin que importe lo que ellos piensen. Acá aún no se derriba ese mito”, comenta.
Valeria, quien también se ha enfocado en su crecimiento personal, cree que ninguna mujer que pasa por un divorcio debe sentir que “se le acabó la vida”, pues puede volver a salir con sus amigas. Añade que normalmente “aquí (en Ecuador) las chicas aún esperan que los hombres se acerquen”.

¿Hubo match?
A la 01:00, el show de la banda culmina. Vuelve entonces el DJ a hacer de las suyas. Esta vez le apunta a ritmos de los setenta: You’re the One That I Want, de John Travolta y Olivia Newton John. Casi en el centro de la pista, una pareja perfora el cemento. Son Rafael y Diana, quienes disfrutan de la noche al reencontrarse por “casualidades de la vida” con viejos amigos, con los que armaron un grupo.
Tanto Rafael como Diana estuvieron casados. No entre ellos, pero ahora se encuentran en una etapa que les permite definir sus nuevos objetivos. Rafael, militar y piloto de aviación, admite que la libertad es su mayor prioridad. Se casó muy joven y su matrimonio no duró.
“Las presiones siempre están y, ahora desde que me divorcié, volvieron”, confirma sonriendo.
A Diana, en cambio, la vida la ha llevado a descubrirse, a reinventarse y a demostrarse a sí misma que es capaz. Desde que dejó su anterior trabajo como azafata de aerolíneas y se divorció, ha encontrado un nuevo rumbo. “Fui muchos años azafata, mientras estaba casada. Luego del divorcio, tuve que reiniciar todo otra vez”, cuenta.
Diana no tuvo hijos y ahora tampoco es esa su prioridad. Admite que vive con libertad, de modo que para volver al matrimonio “lo pensaría más de dos veces”. Su nueva actividad laboral la ha llevado a conocer a mucha gente, y ya no publica fotos de sus actividades en las redes, lo que antes, confiesa, hacía con mucha frecuencia. “El año pasado tuve una relación que no fluyó porque él insistía en que pusiera fotos nuestras en las redes. No lo hice, porque no lo vi necesario. Eso fue todo”, recuerda mientras disfruta de la música.
Ya es de madrugada y los solteros se retiran. La mayoría solo se ha divertido. Algunos intercambian números telefónicos para el siguiente encuentro. El ambiente nocturno huele a “match”. Las miradas y los gestos de un par de parejas orillan a pensar en eso, pero solo ellas lo saben.
Antes de despedirse, Diana, la exazafata (y ahora ejecutiva), admite que le gusta la palabra “soltera”, pues le otorga disponibilidad. “Ahora, yo diría que es un plus que da ventajas”.
Y entonces, ¿cuál es el significado de la “s”? Es solo un “state”, o sea, un estado más que no es permanente ni eterno. Para unos, más llevadero que otros. Ya lo dice el dicho: “para bailar tango se necesitan dos”. Al final, el rock es para solteros, y Cupido, además de lanzar flechas, puede también tocar el bandoneón. Aunque quizá elija otro sitio para hacerlo, donde no haya tantas miradas.