¿Por qué, en Japón, las autoras de manga cambian su nombre para publicar?

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Ilustración: Manuel Cabrera.
Japón es uno de los países del G7 con una posición desfavorable en cuanto a igualdad de género. En el 2021, el Índice Global del Foro Económico Mundial, ubicó al país en el puesto 120 de 156. Estas cifras se reflejan en varios indicadores. Por ejemplo, sólo 30% del manga es escrito oficialmente por hombres.

La cultura otaku, originaria de Japón, ha trascendido fronteras, es amada y seguida de cerca por millones de fanáticos fieles en todo el mundo.

De acuerdo a la Asociación Japonesa de Comercio Exterior, “en el 2002, los ingresos provenientes del anime japonés, en Estados Unidos llegaron a USD 4.359.110.000”.

Es un imperio diverso que genera millones de yenes en Japón —en un estudio realizado en 2004, el número total de otakus japoneses se estimaba en 2.85 millones, con un mercado de 290 billones de yenes— y otros tantos millones de euros y dólares alrededor del mundo.

La otaku es una industria que se extiende cada vez más, pues abarca una amplia gama de intereses y temáticas para todas las edades y géneros. No sólo dirigidas a hombres jóvenes.

Y, sin embargo, en medio de esa aparente celebración a la diversidad, y pese a los múltiples aportes de autoras a la industria del manga (o cómics japoneses), los problemas de discriminación hacia las mujeres persisten. 

Pese al sexismo y la discriminación, las mujeres se abren camino en Japón. El manga convertido en serie, “Magic Knight Rayearth”, y escrito por el grupo CLAMP, es una prueba de ello.

La discriminación persiste

Porque se trata de una industria, sí.

Y, como en todas, hay relaciones de poder, jerarquías, desigualdades, en las que, para variar, las más invisibilizadas son las mujeres.   

En Japón, donde están los orígenes y exponentes más representativos del manga y el anime, se conoce a los creadores o creadoras de manga como ‘mangakas’.

Según un estudio realizado por el portal especializado MangaUpdates, sólo 30 % del manga es escrito oficialmente por hombres.

Un 31 % es escrito por mujeres; y, 34 % de autores o autoras no ha especificado su género,.

Estos datos sugieren que habría más mujeres mangakas que optan por mantener su identidad en secreto.

La pregunta es ¿por qué? 

“Card Captor Sakura”, uno de los mangas más exitosos y reconocidos a nivel mundial, fue escrito por el grupo femenino de manga CLAMP.

El uso de seudónimos por parte de las mangakas es un recurso que ha sido empleado durante décadas para evitar la discriminación de género en la industria.

Esto es atribuido, en parte, a la creencia de que las mujeres no generan ventas, no pueden escribir sobre problemáticas consideradas “masculinas” o que los tópicos escritos por ellas se reducen al romance e historias sin mayor profundidad. 

Muchos de los nombres femeninos reconocidos hoy en día empezaron su carrera con la utilización de nombres masculinos o “neutros”, como es el caso de la autora Rumiko Takahashi, creadora de las icónicas obras “Ranma ½” e “Inuyasha“. 

A pesar de su éxito en la industria, Takahashi eligió utilizar el seudónimo ‘Rumic World’ al principio de su carrera, en gran parte debido a la percepción de que las mangakas no podían crear mangas de acción o comedia para un público masculino.

Un estigma social que ella ha desafiado con sus obras.

Fue en una entrevista con la revista especializada Animage, en 1981, cuando Takahashi reveló públicamente, y por primera vez, su identidad femenina.

“Cuando empecé a dibujar manga, no había muchas mujeres que lo hicieran.

Era un mundo dominado por los hombres, y sentía que tenía que demostrar mi valía como mujer.

Por eso usé un seudónimo masculino, para que nadie supiera mi género y me juzgara por mi trabajo”. 

La decisión de Takahashi, no sólo fue develar su género, sino también, continuar creando mangas que desafiaron las convenciones de aquella industria cultural.

Como en el caso de “Ranma ½“, en donde se explora la identidad de género y la transformación de los cuerpos, contribuyendo a cambiar la percepción de lo que las mangakas podían lograr.

Inuyasha, personaje de manga que saltó al ánime. Creación de Rumiko Takahashi.

Respecto a esto, la creadora explicó:

“Todos tenemos dudas sobre quiénes somos y qué queremos ser.

A veces nos sentimos atrapados en un cuerpo o una sociedad que no nos acepta como somos.

(Con Ranma ½) Quiero mostrar que hay muchas formas de ser y de expresarse, y que todas son válidas”. 

El éxito de Takahashi abrió puertas para otras autoras que aspiraban a crear mangas con temáticas alejadas de argumentos que se consideran “femeninos”.

En el video siguiente, podemos ver de manera más completa los logros y la influencia de Rumiko en el mundo del anime y por qué es la mujer que lo ha ganado todo en un medio dominado por varones. 

Demografías del manga: ¿un pretexto para la exclusión? 

El manga y el anime han sido influenciados por el contexto social y cultural de Japón.

Los temas y estilos de estas obras reflejan las preocupaciones, intereses y valores de los japoneses en diferentes momentos de su historia.

La segmentación de género en el manga se basa, en gran medida, en las normas y expectativas de dicha sociedad.

Los mangas dirigidos a hombres y mujeres, a menudo, reflejan los roles y estereotipos de género predominantes que refuerzan ideas preconcebidas sobre los contenidos y afectan directamente al momento en que el lector debe elegir qué leer. 

RG Veda, anime que nace del manga que lleva el mismo nombre, escrito por las autoras CLAMP.

Por ejemplo, los mangas shōjo, dirigidos a chicas jóvenes, a menudo se centran en historias de amor y relaciones afectivas.

Mientras tanto, los mangas shōnen, pensados para chicos jóvenes, suelen abordar temáticas de acción y aventura, por lo que se intenta, a fuerza, que los lectores tengan necesariamente que encajar con estereotipos de género preestablecidos.

Como por ejemplo que un hombre no puede llorar leyendo un manga basado en una historia de amor. 

Además, hay casos documentados de editores en la industria que han hecho declaraciones misóginas.

Un ejemplo notable es el caso del representante de Shueisha (empresa editorial japonesa a cargo de revistas de entretenimiento), quien ante la pregunta acerca de si las mujeres podían convertirse en editoras de la revista especializada en manga dirigido a público masculino Shonen Jump respondió: 

“No tiene precedentes. Hay mujeres en Jump +, y publicaciones como la revista Young Jump (aquí hay mangas seinen o manga para hombres adultos) han tenido editoras en el pasado.

Las revistas de moda para mujeres necesitan personas que entiendan la moda de las mujeres independientemente del género, por lo que para un manga shonen es importante entender los corazones de los jóvenes (varones)”.

Las demografías en el manga se crearon a medida que la industria creció y se diversificó.

Las editoriales comenzaron a segmentar sus publicaciones para atraer a diferentes grupos de lectores.

El shōjo: propuesta de nuevas, historias y estilos más arriesgados. Pero menos ventas

Anterior a la década de los setenta, el contenido del manga dirigido para el público femenino era de autoría casi exclusiva de autores de sexo masculino.

Cabe recalcar, en este punto, que la mujer empezó a participar de la vida pública y política de manera más independiente en Japón a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Por lo tanto, las primeras mangaka empezaron sus carreras como ayudantes de autores ya reconocidos o haciendo trabajos por encargo.  

Pese a que hay nombres importantes que se deben mencionar como Ueda Tokisho, autora de “Funchin-san” y ganadora del premio Shogakukan de 1960, o Watanabe Masako, quien en años posteriores introduciría el terror y el misterio en sus obras, no fue hasta la década de los setenta que el shōjo empezó a destacar y dejó de considerarse un género “menor”.

Esto ocurrió gracias a las mangaka del famoso Grupo del 24, quienes aportaron cambios estéticos y se atrevieron a contar historias que giraban en torno a otros tópicos como el vampirismo.

Así se evidenció en “El clan de los Poe”, o la ciencia ficción, en “¿Quién es el 11° pasajero?”, ambas obras de Hagio Moto, una de las autoras que integraba dicho grupo. 

Asimismo, en 1970, Takemiya Keiko (también miembro del Grupo del 24) publicó lo que hoy se considera la primera obra de género en el manga, “In the sunroom”, en la que se incluye el primer beso entre chicos.

Estas y otras temáticas como los deportes, el terror o la ciencia ficción, antes reservadas para el shōnen, siguieron explorándose por autoras en los años siguientes.  

Durante la década de los noventa se publicaron los títulos más exitosos de la historia del género, tales como “No me lo digas con flores” (1992), de Kamio Yoko, y “Fruit Basket” (1998), que son de los más vendidos en esta demografía.

Éxitos mundiales como Sailor Moon (1991), de Takeuchi Naoko, y Card Captor Sakura (1996), atribuido a la agrupación mangaka femenina CLAMP, fueron publicados por primera vez en revistas dirigidas a lectores masculinos, con lo que las autoras demostraron que pueden ofrecer algo distinto y pensado para todo público.

Pese a estos y otros tantos aportes, las ventas del manga creado y dirigido a público femenino no se comparan con las cifras que genera el shonen (o manga creado para varones jóvenes), por lo que no es raro que muchas autoras decidan no revelar su identidad. 

Pese a los estereotipos de género, los avances son indetenibles

A pesar de estos problemas, hay signos de progreso en la industria del manga.

Cada vez son más las autoras que ganan reconocimiento y desafían las normas de género con su trabajo.

Series como “Fullmetal Alchemist“, de Hiromu Arakawa, “A Silent Voice“, de Yoshitoki Ōima, o uno de los títulos más exitosos del momento, “Demon Slayer“, creado por Koyoharu Gotouge, son ejemplos de mangas escritos por mujeres que han tenido un gran éxito tanto en demografías shonen como seinen.

Hiromu Arakawa, mangaka de la exitosa obra “Full metal alchemist”.

Vale resaltar además que, si bien los estereotipos y roles de género están muy arraigados en la cultura japonesa (no sólo en la industria del entretenimiento), en los últimos años se ha visto un aumento en la representación de personajes femeninos fuertes y complejos tanto en el manga como en el anime.

Se trata de un cambio significativo en una industria que ha sido criticada por su representación muchas veces unidimensional de las mujeres.

No hay que olvidar que la mujer estaba ligada hasta hace poco, de manera inexorable, a un hombre en Japón, ya sea como madre, hija, esposa o viuda, y su educación se basaba en obtener todas las habilidades necesarias para el cumplimiento de estos roles. 

Pese a esas condiciones desfavorables, hay artistas que han destacado y que debemos conocer y apoyar.

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