Elizabeth Siddal tiene uno de los rostros más reconocidos de la época victoriana por ser la Ofelia de John Everett Millais y la Beatrice de Dante Gabriel Rossetti.
Siddal ha sido reconocida a lo largo de la historia solamente como la musa y modelo del conocido movimiento de arte llamado prerrafaelismo, de mediados del siglo 19. Sin embargo, también fue poeta y pintora.
Sus poemas siguen siendo leídos, pero la manera en la que fueron obtenidos tiene una leyenda, ya que su esposo, Dante Rossetti, tuvo que exhumar sus restos para sacar su colección de rimas con las que fue enterrada.

Sus primeros años
Elizabeth nació el 25 de julio de 1829, en el seno de una familia de clase media y sin muchos problemas. Las reseñas indican que ella enseñó a escribir a sus hermanos, pero sus padres no sabían hacerlo del todo bien.
En 1831, su familia se mudó al sur de Londres, donde Lizzie creció. Un día, en un pedazo de papel en el que estaba envuelta una mantequilla, encontró un poema de Alfred Lord Tennyson. Ahí fue donde se dio cuenta que ella también quería escribir poesía.
En 1849, mientras Siddal trabajaba en la sombrerería de un barrio de clase alta, en Londres, el joven Walter Deverell quedó maravillado por su belleza: cabello rojo y su estatura, que no era convencional para la época. Lizzie era muy alta y de tez pálida.
Lizzie conoce esa tarde a uno de los fundadores de la hermandad prerrafaelista y quien le presentaría a su futuro esposo, Dante Gabriel Rossetti.
Deverell quería pintar a Lizzie para uno de sus cuadros, pero en esa época ser modelo para ese tipo de pintura era una labor considerada solo para prostitutas. Entonces Deverell pidió permiso a los padres de Siddal para pintarla.

Los padres accedieron y llegaron a un acuerdo: que ella seguiría trabajando en la sombrerería mientras modelaba. A la madre de Lizzie le agradó la idea, porque su hija siempre fue enfermiza y esta actividad no la consumiría mucho.
Ella se convirtió en la musa de los prerrafaelistas; todos querían que posara para sus cuadros. Pintores como Hunt, Millais y Rossetti la retrataron, por eso se la considera la primera supermodelo.
Después de que Lizzie entablara una relación con Dante Rossetti, él comienza a ejercer más control sobre su vida.
La Ofelia
La presencia de Rossetti en la vida de Siddal es determinante, pues este prohíbe que alguien más la pinte en el futuro, a excepción de John Everett Millais en la Ofelia, la cual casi acabó con su vida.
El proceso para la pintura de la Ofelia dejó huellas para siempre en Lizzie. Este cuadro, inspirado en la obra de Shakespeare, encierra la belleza, locura y trágica muerte de la Ofelia, destino que irónicamente también perseguiría a Elizabeth.

Para pintar este cuadro se tuvo que llenar una bañera, en pleno invierno, y se le colocó velas por debajo para que mantuviera el agua caliente. Allí iba a sumergirse Siddal, pero pasaron las horas y las velas se fueron apagando una a una.
La modelo quedó sumergida en el agua helada; casi muere de hipotermia y se enfermó de gravedad.

Para tratar su enfermedad le recetaron láudano; poco a poco Lizzie se hizo adicta a esta sustancia (contenía opio); su trastorno alimenticio también empeoró.
La salud mental de la modelo fue deteriorándose, porque Rossetti no se comprometió con ella y la abandonó. La familia de él no la aceptaba.
Ella quedó sumida en la depresión y por eso empeoró su adicción al láudano.
Su trabajo como poeta fue el que más destacó en ese tiempo. La mayoría de poemas que escribió eran tristes; en ellos hablaba del fracaso del amor y de cómo su príncipe nunca la salvaba. En algunos ruega que la muerte la lleve pronto por todo el sufrimiento que padecía.
La tóxica relación que la llevaría a la tumba
La relación que tenía con Rossetti no era sana y eso se refleja en sus poemas. La pareja tuvo varios rompimientos, malentendidos e infidelidades. Cuando llevaban diez años juntos al fin se casaron, pero las desgracias no cesaron.

Lizzie era una mujer muy enferma y, a pesar de su delicado estado de salud, quedó embarazada. En sus poemas menciona que la gestación le dio un poco de sentido a su vida, sobre todo alegría, pues anhelaba tener un hijo y ser madre.
Debido a que su salud estaba en declive perdió al bebé a los pocos meses, este sería el gran detonante para que empeorara.
Siddal no era ni la sombra de lo que un día fue. El duelo por la pérdida de su bebé la dejó al borde de la locura, se abstuvo de comer y no se movía de su silla en todo el día.
Cuando sus amigos llegaban a visitarla decía que cierren la puerta y no hagan ruido, porque el bebé se iba a despertar.
La muerte y su fantasmal leyenda
El 10 febrero de 1862, Elizabeth, Rossetti, y un amigo de ambos salieron a cenar y luego ella se quedó sola en la casa mientras su esposo atendía otro compromiso.

A su regreso, Dante encontró a Lizzie inconsciente y en estado de coma por una sobredosis de láudano. Los doctores confirmaron que no se podía hacer nada. Al día siguiente, el 11 de febrero, falleció.
Sobre su muerte siempre existió la duda de si ella ingirió la dosis fatal intencionalmente porque quería suicidarse.
Dante, con el corazón hecho pedazos, creyó que enterrarla con su colección de poemas sería lo más sensato que podía hacer por ella.
Años después se arrepintió y, debido a que tenía una crisis económica, decidió exhumar los restos de su amada para desenterrar la colección de poemas, y así poder publicarlos y ganar dinero extra.

Las reseñas sobre Lizzie indican que cuando se abrió su tumba, ella estaba igual que el día en que se la sepultó. Tal vez hasta más hermosa; su cabello rojizo había crecido y cubierto todo el ataúd.
Dante Rossetti afirmó que desde ese día el fantasma de Elizabeth lo perseguía a todas partes; creía que ella estaba enojada por la traición y la profanación de sus restos.

El trabajo de una musa
A pesar de ser considerada musa por muchos, en especial por la hermandad prerrafaelista, esta figura en el arte ha sido considerada como fetichismo, ya que solo objetifica y ve a las mujeres como algo bello, pero que esconde la verdadera participación de ellas en el arte.

Lizzie tiene un gran portafolio de trabajo y, en 1855, el crítico de arte John Riskin subsidió sus obras, para incentivar la creación de más pinturas y sketches. Al igual que los prerrafaelistas sus temas eran medievales.
Consiguió exponer junto a la hermandad sus trabajos en el Russell Place, en 1857. El portafolio de Lizzie, como poeta y pintora, tiene más de 100 obras.
La vida de Elizabeth ha cautivado a muchos, en especial a las mujeres, porque representa a aquellas artistas que fueron borradas de la historia o que simplemente pasaron inadvertidas, como si fuesen fantasmas.
El trabajo de Lizzie como poeta y pintora merece la misma atención que su labor como modelo. Reconocer a las mujeres en el campo del arte es un duro, pero no imposible.
Se debe prestar más atención a estas mujeres que han pasado ocultas como Elizabeth y así, tal vez, podrían descansar en paz, cuando la muerte las sorprenda.