Apropiarse de los espacios públicos como una forma de resistencia pacífica. Esto se logra llenándolos de arte, luz y color.
Y sobre todo, de transeúntes.
Pero no de cualquier transeúnte. Sino de aquel que entienda que los espacios públicos pertenecen a los ciudadanos y que es nuestro derecho transitar por ellos sin miedo ni zozobra.
La otra parte corresponde a las autoridades locales: su rol es convertirlos en espacios de arte, cultura, luz y color. Con el arte y la cultura, ¡todos ganamos!














