Ese juguetito fue mi salvación
Carmen Viteri y su hijo, Pedro Posligua, saben a qué huelen el pudor y los prejuicios desde hace aproximadamente 25 años. Son los propietarios de un almacén —ubicado en un centro comercial— que vende lencería, lubricantes, juguetes sexuales, estimulantes, látigos, esposas, alargadores y otros artículos que podrían hacer levantar de sus tumbas a Mata Hari, …