En las fiestas de Halloween todos buscamos las ideas más originales para nuestro disfraz y así sorprender a nuestros amigos.
Egipto es un filón inagotable para estos días: no hay un solo Halloween en el que no veamos a alguien disfrazado de momia, de antiguo faraón o incluso de Cleopatra, pero si viajamos en el tiempo a la Antigua Grecia, ¿qué ofrece su mitología?, ¿tiene el mundo clásico y sus creencias funerarias tantos personajes atractivos y sugerentes? ¡Vamos a comprobarlo!
Disfraces inspirados en Grecia
1.- Hades y Perséfone
En la Grecia antigua creían que las personas fallecidas viajaban al Inframundo. Este lugar no era ni un paraíso de felicidad eterna ni un espantoso sitio donde se sufrían los más terribles castigos. El Hades era un espacio subterráneo, oscuro y tremendamente aburrido.
Las almas vagaban sin saber qué hacer con su tiempo, recordando los días felices. Para poder llegar ahí se hacía necesario cruzar el río Estigia y, para ello, era común depositar una moneda en la boca del fallecido: así podría pagar el pasaje al barquero Caronte.
El Inframundo tenía sus propios dioses, Hades y Perséfone, una pareja que comenzó su relación de la manera más catastrófica. Un día Hades salió a la superficie y quedó fascinado por la joven Perséfone, que recogía flores. Como la chica no mostró ningún interés por él, este decidió raptarla y llevarla consigo al mundo subterráneo, convirtiéndola en su esposa.
La madre de Perséfone, la diosa Deméter, empezó a buscarla con desesperación hasta que conoció su paradero y rogó al secuestrador que se la devolviera. Finalmente, ambos pactaron lo siguiente: Perséfone pasaría los meses de invierno junto a su esposo y volvería, una vez terminada esta estación, a la superficie, para reencontrarse con su madre, simbolizando de esta manera la llegada anual de la primavera y el florecimiento de la naturaleza.
Disfrazarse en este Halloween de Hades y Perséfone no requiere mucho trabajo: un par de sábanas a modo de túnica. Pero para que no nos confundan con otras divinidades del Olimpo, es conveniente ir acompañados de un perro, ya que la entrada del Hades estaba custodiada por el gigantesco can Cerbero. ¿La clave? Ponerle dos cabezas postizas a nuestra mascota ya que el can Cerbero tenía tres.
2.- Orfeo y Eurídice
Otra opción (más romántica) para disfrazarse en pareja es la de Orfeo y Eurídice.
Orfeo tenía un talento innato para la música. Tal era su fama que incluso las fieras más terribles se quedaban embelesadas al escucharlo. Se enamoró de la joven Eurídice, quien fue mordida por una serpiente venenosa que le causó la muerte.
Desesperado por la pérdida de su amada, se decidió a perseguirla hasta el Inframundo. Consiguió adormecer a Cerbero con su música, y se presentó ante Hades y Perséfone, suplicándoles que dejaran que Eurídice volviera a la vida. Los dioses aceptaron su petición. Eso sí, le pusieron una condición: no debía girarse ni un solo instante para comprobar si su amada lo seguía.
La prueba no fue fácil. Los lamentos de las almas en pena le hacían desear comprobar a cada momento si Eurídice seguía sus pasos, pero resistió la tentación. Cuando el músico ya se encontraba en el exterior, se giró impaciente para ver a su amada. Eurídice todavía conservaba un pie dentro del Hades y, en ese momento, se desvaneció.
Para el disfraz de Orfeo es imprescindible llevar una lira, un antiguo instrumento musical con el que se identifica a este personaje.
3.- Sísifo y Tántalo
Pero no todo era amor y dulzura en el mundo de los muertos. Para aquellos que habían osado enfrentarse a los dioses existía un lugar terrible, el Tártaro, donde se sufrían indecibles tormentos. Hay unos cuantos personajes que por su osadía acabaron sus días allí, pero dos de los más conocidos son Sísifo y Tántalo.
A Sísifo lo condenaron a empujar montaña arriba una pesada piedra, que es lo único que se necesita para representar a este personaje. El problema es que la roca, en cuanto tocaba la cúspide, caía rodando hasta la base de la montaña y Sísifo debía volver a iniciar la ascensión, una y otra vez.
El castigo de Tántalo era todavía peor, ya que fue condenado a sufrir sed y hambre durante toda la eternidad. Quedó sumergido en un lago, con un árbol cuyas ramas, repletas de frutas, quedaban cerca de su cabeza. Cada vez que intentaba beber un sorbo de agua o comer una de las frutas, la superficie del lago y las ramas del árbol se apartaban de su boca.
De todas formas, se escoja la opción que se escoja, es muy probable que nos pasemos toda la noche de Halloween explicando a los demás en qué consisten nuestros disfraces. Pero no se me ocurre mejor opción que hablar de mitología clásica para celebrar esta noche tan especial.