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El entorno familiar es clave para sobrellevar síntomas del TDA

Una madre ayuda a su hijo con TDA. El apoyo familiar ayuda a los pacientes a sobrellevar este desorden. Fotografía: Cortesía.

Amelia (nombre ficticio) es madre de un joven de 34 años diagnosticado con Trastorno Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

Este trastorno crea complicaciones  para ejecutar actividades cotidianas como cumplir y culminar tareas, concentrar la atención en un hecho específico por periodos largos de tiempo, pero Amelia saca fuerzas para que su hijo tenga una vida lo más normal posible.

En la infancia, el niño permanecía despierto, en completa actividad y sin ánimo de dormir.

Nunca estaba quieto: su vida era saltar, correr, brincar, moverse. A los dos años ya sabía conducir la bicicleta.

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Al percatarse de que su niño tenía una actividad poco habitual, Amelia decidió inscribirlo en un plantel municipal. 

Si bien el plantel era excelente, su hijo requería atención especial, algo que no daban sus maestras. Incluso, la maestra lo etiquetó como “niño problema y malcriado”.

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Los problemas continuaron

Desde ahí, a lo largo de su vida se suscitaron otros hechos poco comunes, de los cuales Amelia tuvo conocimiento.

Como es el caso de cuando el niño se destacó como futbolista en una escuela particular de fútbol y fue a una competencia internacional a Brasil.

A partir de ese viaje, su hijo no quiso volver a entrenar en esa escuela. Un niño, tres años mayor que él, lo molestó y maltrató. Por escapar saltó por la ventana de un edificio.

Luego tuvo inconvenientes para integrarse con chicos de su edad. En el barrio, los niños salían a jugar y no lo incluían; cuando él quería unirse, lo maltrataban.

Amelia buscó ayuda y centros de educación especializada, para que su hijo culmine sus estudios. Pero esa fue otra letanía.

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