Toulouse-Lautrec, el pintor de los cabarets de París

Lautrec junto a sus obras y una de sus modelos. Fotografía:Getty Images.

Henri Toulouse-Lautrec nació en 1864. Pintor y cartelista francés, se destacó por su representación de la vida nocturna parisina de finales del siglo XIX. 

Nacido en una familia aristocrática francesa, sufrió de una enfermedad congénita llamada picnodistosis ocasionada por el parentesco de sus padres, que eran primos hermanos.

Los síntomas de la enfermedad empezaron a manifestarse cuando tenía diez años de edad. Como consecuencia, sus piernas no se desarrollaron, mientras que su torso sí creció. Así, su estatura, llegó a un metro cincuenta y dos centímetros.

Rechazado por la alta sociedad francesa, se refugió en el barrio bohemio Montmartre de París, donde frecuentó sus cabarets y burdeles.

El barrio Montmartre, lugar donde se refugió Lautrec y halló la inspiración para su arte. Fotografía Stock.

Es en estos lugares donde encontró la inspiración central para la mayor parte de su obra. En sus pinturas plasmó a los variopintos actores de ese mundo: prostitutas, bailarinas, actores y clientes.

A las prostitutas las inmortalizó en todos los instantes de su vida cotidiana: cuando se aseaban, vestían para sus presentaciones, después del encuentro con un cliente e, incluso, durante sus chequeos médicos.

“Mujer subiéndose las medias”, 1894. Musée Toulouse-Lautrec.

Es por esto que sus lienzos tienen un contenido de crítica social: son crónicas que relatan el trasfondo de una ciudad de luz que también se revolcaba en la tristeza, la sordidez y las sombras.

La obra de Lautrec logra relatar la vida de estas mujeres olvidadas y estigmatizadas por una sociedad que no les perdonaba que se dediquen a la profesión más antigua del mundo, pese a que en París, la prostitución era legal.

“La inspección médica”, 1894. Museo National Gallery, Washington.

Las protagonistas de sus obras eran como él: bohemias, empequeñecidas, juzgadas y rechazadas. Dueño de una gran sensibilidad, paciencia y dotes para la observación, Lautrec logró plasmarlas de una manera real, sobrecogedora y sin juicios de valor.

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