En 2012, tres miembros de la banda punk feminista Pussy Riot fueron condenadas a dos años de prisión, después de ser halladas culpables por vandalismo y odio religioso.
Ellas realizaron una protesta en contra del líder de la iglesia ortodoxa, Patriarch Kyril, por apoyar en la campaña de elección de Vladimir Putin.
Las integrantes del grupo Maria Alyokhina, Nadezhda Tolokonnikova y Yekaterina Samutsevich se mostraron ese día desafiantes, mientras el juez dictaba sentencia.
Hubo gritos en las afueras como: “¡Vergüenza!”.
La jueza rechazó los argumentos de las cantantes, aunque en su defensa indicaron que no querían ofender a los creyentes, sino protestar en contra del apoyo de la iglesia a Putin.
Este caso incrementó las protestas contra Putin en Rusia. Allí se visibilizó la causa de Pussy Riot alrededor del mundo, producto de ello, los reclamos se replicaron en otros países.