Pablo Milanés: como si fuera la primavera

Pablo Milanés
Muere a los 79 años Pablo Milanés, uno de los representantes más destacados de la trova cubana. Fotografía: Javier Salas.
En las canciones de Milanés convergía todo lo que una entiende por amor cuando se es joven. "Soy un sufridor nato del amor", dijo en una entrevista.

Pablo Milanés ha muerto y con ello una parte de la nueva trova, cuya popularidad alcanzó cotas impensadas en los años sesenta -luego de la Revolución Cubana- debido a su manifiesto contenido político. 

Pero si algo distinguió a Milanés del resto de trovadores cubanos fue su apuesta irreductible por el amor porque incluso cuando le cantó a la esperanza o parafraseó a Nicolás Guillén (poeta, periodista y activista que permeó la cultura cubana del negrismo como expresión artística) lo hizo con la melancolía de quien se compadece de sí mismo. 

El cantautor publicó más de 40 discos a lo largo de su carrera. Obtuvo, entre otros, el Premio Nacional de Música de Cuba y el Grammy Latino a la Excelencia Musical.

A los 79 años ha fallecido en Madrid, debido a un cáncer que le había dado una tregua. 

En 2017 le fue diagnosticada la más pérfida de todas las enfermedades. Se estableció en España para seguir un tratamiento que en su natal Cuba le fue esquivo. 

Pablo se paseó por varios géneros musicales, pero se afincó en el son. De ahí una frase que resumiera todo su periplo por la música: «el aglutinador del vanguardismo particular del feeling y la auténtica guajira-son».

Éxitos como Yolanda, De qué callada manera, El breve espacio en que no estás, Yo no te pido o Si ves un monte de espumas tuvieron la virtud de expandir los poros de quienes detuvieron la marcha de su andar para escuchar algunos de sus versos, al margen de que tuvieran o no algún pacto expreso con Eros. 

Y es que solo la voz de Milanés obligaba a que se amara más, si acaso hubiera un atisbo de duda, o a que se deseara estar con alguien para también plegarse a ese estado de gracia.

Por eso resuena hondamente la frase que escribiera la crítica literaria Clarita Medina cuando al enterarse de la muerte de Milanés escribió: 

  • ¿Y qué gente universitaria no escuchaba a Pablo Milanés? Todos lo oíamos. Todos -o casi todos- lo amábamos. (Mediados y finales de la década de los 80).

En las canciones de Milanés convergía todo lo que una entiende por amor cuando se es joven. 

«Soy un sufridor nato del amor», dijo en una entrevista para diario El País de España. 

El amor del que nadie se salva, por eso los LGBTI podíamos abstraernos por un instante de la represión del régimen castrista contra nuestra población cuando Milanés -quien se desmarcó de la dictadura cubana en el 2000- cantaba: “Yo no te pido que me firmes diez papeles grises para amar, solo te pido que tú quieras las palomas que suelo mirar…”.  

Lejos estábamos de imaginar que algún día podríamos casarnos. 

No sabemos si hoy, con la muerte de Milanés, vuelva a sacudirse el continente, pero de lo que sí estamos seguros es de que los poros, al menos los de nuestros territorios, se han vuelto a expandir.  

Gracias a Pablo tiene tanto sentido preguntarse: ¿Quién le dijo que yo era risa siempre, nunca llanto?

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