El barrio Parada 13 de la ciudad de Esmeraldas vio crecer y correr por sus calles a Nayelhi González Ulloa. Allí disfrutó de su niñez junto a otros niños a los cuales llama sus hermanos.
En su infancia aprendió de sus padres, Tyrone González y Doris Ulloa, que el color de su piel, su cabello ensortijado a manera de un espiral y sus raíces afro eran motivo de orgullo.
Los valores impartidos en casa y las enseñanzas en la escuela le permitieron conocer más profundamente sus orígenes, por eso sabe que hubo un hombre de piel de ébano llamado Alonso de Illescas, quien liberó a esclavos africanos que llegaron en barco a su natal Esmeraldas.

Sobre el turbante dice: “el turbante es tradición para el pueblo negro, para el pueblo afro, y para mí, sus colores son alegría, guaguancó, carnaval”. Como esmeraldeña de cepa le gusta degustar el “encocao y el tapao”.
La noche del 3 de septiembre en que ganó el reinado como la mujer más bella del país se quedó estupefacta. Con el paso de los días luce la cinta y la corona como sinónimo de que todo lo que se sueña se puede cumplir con esfuerzo y trabajo.
A los comentarios negativos que surgieron luego de que se la proclamó como la ganadora del certamen entre otras 17 candidatas no les ha prestado atención. Asegura respetar la opinión de las demás personas y prefiere quedarse con todo lo que le sume a su carrera.
Para esta entrevista, Nayelhi llegó a las instalaciones de Gamavisión, en Guayaquil, donde quedan las oficinas de Miss Ecuador, luciendo un traje largo color verde esmeralda, uno de sus tonos preferidos.

Chicos Diamante
Ganar la corona para ella es una plataforma de nuevas oportunidades, entre ellas, apoyar el proyecto que una noche en que meditaba llegó a su cabeza: Chicos Diamante. Se trata de un grupo de jóvenes esmeraldeños que forman parte de la Fundación Germinar, donde reciben capacitación que les permita autosustentarse en el futuro.
¿Una corona puede impulsar cambios en la sociedad?
Desde su posición de Miss Ecuador, Nayelhi manifiesta:
“Es lindo cuando tú puedes aplaudir y alegrarte por el triunfo de la otra y eso es lo que debemos rescatar, tener una sociedad más humana, en igualdades, en respeto, dejar a un lado las críticas o las apariencias (…) Eres una mujer talentosa, fuerte, valiente y tenemos mucho que dar en esta sociedad”.
Con respecto a aquellas mujeres que viven en opresión y que son víctimas de maltrato, Nayelhi estima que deben alzar su voz, que se permitan ser escuchadas, protegidas, que ya no estén en el anonimato, “porque son seres humanos que padecen, sienten y deben sintonizar esa voz interior”.
Sin embargo, ¿es cuestión de alzar la voz? ¿todas las mujeres están en posición de hacerlo?
Según el último censo del INEC (Instituto Nacional de Estadística y Censo) en cuanto a cifras de analfabetismo, las mujeres indígenas son las que encabezan el grupo, con el 26,7%, frente a los hombres indígenas con el 13,7%.
El analfabetismo no afecta solo a la población indígena. Los montubios tienen el 15,2% de analfabetos y los afroecuatorianos, el 6,8%.
Las cifras de acceso a la educación, en áreas rurales y urbanas, también reflejan la realidad que viven las ecuatorianas. Mientras en las áreas urbanas el analfabetismo en mujeres alcanza el 3,3%, en las áreas rurales la cifra se triplica y llega al 9,6%.
La deserción escolar, además, está atravesada por el género. Por quehaceres del hogar, el 17,7% de mujeres abandona sus estudios, frente al 0,5% de hombres. Porque la familia no le permite estudiar, el porcentaje en mujeres es de 3,2%, frente al 0,1% de hombres. Por embarazo, el 2,5%.
Sin educación, sin fuentes de ingresos, a muchas se les dificulta “alzar la voz”. Hacerlo equivaldría a firmar su sentencia de muerte: pasarían a engrosar las frías cifras de femicidios o de violencia a manos de sus parejas.
¿Podría Nayelhi ser la mujer que, desde el reinado de Miss Ecuador, levante la voz para que otras mujeres se inspiren en ella?



