La música popular prende las fiestas de Quito

Fiestas de Quito
Las fiestas capitalinas llegan al cénit de las celebraciones con un evento nutrido de música popular, pero también de retrasos y aglomeraciones riesgosas.

El olor a canelazo se apodera del ambiente, mientras los comerciantes esperan entre la multitud a esos rumberos cuya sed es un asunto impostergable.  Se encuentran en la Tribuna del Sur de Quito, en el sector de La Magdalena de la capital, un lugar que se ha convertido en fortín de eventos populares.

Esta vez es la celebración por las fiestas de Quito la gestora de la juerga en la que aproximadamente unas 5.000 personas (en un cálculo aproximado) bailan, ríen, beben.   La tarde soleada de domingo 4 de diciembre no les hace mella, aunque decir “soleada” puede resultar exagerado porque el sol deambula sin orden ni concierto. Sol espléndido, sol tímido; sol dictador, sol medroso, como ya es habitual en la capital. Pero esos cambios de humor y de bromas del clima, no son ningún obstáculo o excusa para que el quiteño deje de salir.

En las festividades de la capital, la gente desea bailar, tomar y pasarla bien. No sabemos si en ese orden, pero en todo caso la consigna es divertirse. A lo largo de la avenida Alonso Angulo, cerca del epicentro del show, se visualiza a las familias caminando centímetro a centímetro. Llevan a sus niños en coches, o en brazos, y los más fuertes o complacientes, en hombros. Parece una peregrinación, pero todo vale. La única meta es juntarse entre parientes, amigos y vecinos para disfrutar de la música.

Artistas

La gama de artistas escogidos pegaría para un sold out (vendido total) si el concierto fuera comercial, pero es gratuito, como toda fiesta de ciudad que se respete.

Ramda, el dúo más farrero del Ecuador; Tañita Cardona, Marcela Zumba, María de los Ángeles, y Proyecto Coraza forman parte de los artistas del cartel oficial. La tarima, ubicada a un costado de la tribuna, muestra una pantalla gigante, con sus luces centelleantes y sus sonidos contagiosos.

Pero los cambios de humor no son solo del clima.  También de las autoridades municipales, que adelantaron la hora del espectáculo, previsto oficialmente, y desde la publicidad en los medios y redes, para las 15:00. Fue cambiado para  las 14:00. El pretexto es desternillante: garantizar la «seguridad» para que el concierto termine más temprano.

Llegar a casa temprano no es parte de la agenda de los capitalinos, hoy al menos no.  El brindar “seguridad” fue solo un anhelo, pues era tal la cantidad de personas que asistió que rompió las mallas que separaban la tribuna.  Los pocos agentes municipales designados (que no pasaban de quince) no se dieron abasto para controlar a los asistentes.

Para tener una idea, toda la Tribuna del Sur y la calle lucían copadas.  En los alrededores, la gente optaba por subirse a los autos y a los juegos infantiles con el único propósito de columbrar algo de lo que sucedía en la tarima.

A los costados de la Tribuna, la gente no respetó los cercos y se acercó en tumultos, ocasionando caídas.  Como en toda lógica de oportunidad, había vendedores que ofrecían dos bancos por cinco dólares para atenuar la fatiga.

Las bombonas de gas que calentaban el canelazo no tenían respiro.  Y por si esto fuera poco, el “lleno total” ocasionó problemas y advertencias: luego de la presentación del grupo Los Titos, alrededor de las 16:30, el show fue suspendido por 15 minutos.  Los animadores alertaron que el concierto podía ser suspendido si el caos, generado en la parte de atrás, no cesaba.

Mientras tanto, aprovechaban para anunciar los nombres de aquellos niños (más de quince hasta las 17:00) que se encontraban extraviados. Y entonces, para calmar el ambiente un poco tenso y seguir con la fiesta, se entregaron premios al público, entre órdenes de ropa y otros productos. 

Como el show debía continuar, la artista Tañita Cardona salió al escenario y la gente coreó a todo pulmón sus temas.  El más sonado “Hasta aquí nos trajo el río”.

Una de sus seguidoras, Maribel Caridad, se emocionó al ver a su artista favorita. “La escucho desde siempre a Tañita. Y ahora, la admiro más, pues vino con su hija y me sacó las lágrimas.  Me gusta el sentimiento que le pone a lo que canta, pero sobre todo su infinito apego por el pueblo”, comentó entre el gentío.

Maribel asistió desde las 14:00 al show, y admite que no almorzó con tal de conseguir un buen sitio desde la Tribuna, con un lleno total, tal como si hubiera sido una final de un campeonato de fútbol.

El reloj que marcaba las horas

El tiempo era el principal enemigo de los artistas, pues cada uno alargó su presentación.  En el caso de Ramda, de estilo urbano, no pudo culminar su show, entonces optó por usar algunos de sus minutos de fama para nombrar a los niños extraviados y llamar a sus padres al escenario.

En el caso de Mónica Alexandra, con su tema “Vida Mía” se ganó al público, mientras que sus fans más fieles, que no lograron ubicarse al frente del escenario, la escuchaban desde la calle, con sus ardientes canelazos.

«Me gusta Mónica Alexandra, porque uno es chichero hasta las huevas», comentó Kevin DJ,  quien se autodefine como «quiteño puro, de corazón». A él lo acompañaban amigos de todos lados, del Guayas, de Latacunga y hasta de Esmeraldas”.

“Su música me recuerda a las ex”.  “Exacto. Y nos pone a tomar”, dijo Kevin, quien bebió canelazos con su grupo hasta aclarar la garganta. Otro de los artistas que contó con más seguidores en el show fue Proyecto Coraza, agrupación que desde el año 2009 ha fusionado música indígena con ritmos electrónicos modernos.

“Me gusta su música y sus letras, pues se adaptan a la juventud; el hecho de que ellos sean indígenas nos da alegría.  Yo no soy indígena, pero me gusta todo de ellos; su vestimenta, su fuerza; soy de Guayaquil y es mi primer año disfrutando de estas fiestas”, comentó Jénnifer Ibarra.

Al lado de ella, su prima, Dayanara Villa, le brindó un vaso de Switch, la bebida de los panas. “Y  por si acaso, el canelazo viene para después”, dijo.  Mientras ellas hablaban, Proyecto Coraza interpretaba la introducción del tema emblema de los años 70:  “Funky Town”, con violines e instrumentos indígenas, para luego dar paso al ahora clásico de las fiestas capitalinas.

“Trago no quiero tomar… trago no quiero tomar, güisquicito quiero yo”.  En el escenario, el guitarrista de Proyecto Coraza tenía la actitud de un rockstar, mientras que sus integrantes destacaban por su virtuosismo y sus atuendos indígenas en una estética atípica.

A las 18:00 los vendedores seguían promocionando los dos bancos, pero esta vez en cuatro dólares.

Diego Vivanco no podía caminar entre el tumulto, aunque fue precavido y llegó a las 13:00.  ¿Su artista favorito de la noche?  Proyecto Coraza, aunque admite que es la violinista quien se roba el show en el escenario.

A las 19:00, las autoridades anunciaron que iba a culminar el evento. “Recién llegamos y ya nos mandan», decían quienes habían llegado pocas horas antes. «Las fiestas deben durar más tiempo”, comentaron los miembros de una familia.

A las 20:00 el show terminó, y las autoridades continuaban voceando, micrófono en mano, los nombres de los niños perdidos. Pero La Tribuna quería seguir con la rumba. A falta de artistas se decantó por el canelazo, que todo el tiempo sazonó la fiesta. ¡Que viva Quito!

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