Tendencias

El dialecto de Fausto delata su ecuatorianidad

Un ecuatoriano cuenta su experiencia al ir de compras en Tepito (México). Fotografía: Cortesía.

Fausto, quien vive en México desde hace ocho años le sacó provecho a su pinta.

Piel morena, su cuerpo delgado de bailarín —su profesión—, los aretes de arracada en cada oreja, el pantalón de mezclilla con algunas rasgaduras en su diseño, la playera y la chamarra con varios bolsillos y, sobre todo, el cabello rapado a los costados y los dreadlocks o rastas al centro, tan largos que tocan su abdomen.

Su facha de rastafari es lo que provoca que algunas personas de pronto se acerquen a él pensando que les puede proveer hierba.  

TE RECOMENDAMOS

¿La curiosidad es cosa de niños? 

Esa apariencia, además de su acento suave, difícil de identificar, han contribuido a que la gente en México no sepa a primera vista que Fausto es ecuatoriano, algo que él aprecia.

Sin embargo, supo que debía mexicanizarse apenas una semana después de llegar al país, cuando visitó Tepito, el barrio popular más emblemático de la Ciudad de México.

Tepito, mejor conocido como el Barrio Bravo, el cual encierra una increíble historia y mucho folclor. Fotografía:  Ulrike Stein.

La amabilidad excesiva, el tono de voz suave, la ausencia de lengua popular mexicana, todo delató al extranjero quiteño. Un comerciante quiso venderle una camiseta en 500 pesos ($ 25).

Fausto no podía creer que le quisieran vender una playera en casi cinco veces su valor. Pero entendió que la manera ecuatoriana, envuelta en amabilidad prolongada y largas disculpas, no funcionaba en México.