Tita creció junto a los olores que despedían los alimentos que se preparaban en la cocina. Fue tal la sensibilidad y relación que esa pequeña desarrolló con la comida, que cuando preparaba los alimentos ocurría algo insólito.
Si Tita cocinaba y estaba alegre, sus comensales reían y celebraban en la mesa, por cualquier motivo, eso no importaba. Pero si lo hacía sumida en la tristeza, sus comensales hasta lloraban.
Esa es una parte de la historia que la escritora mexicana, Laura Esquivel Valdés, cuenta en su libro Como agua para chocolate. Una novela romántica que publicó en 1989 y que retrata la vida sentimental de su protagonista, circunscrita a la cocina.
Esquivel nació en México el 30 de septiembre de 1950, en Ciudad de México (México). Sus estudios estuvieron relacionados con la docencia, el teatro y la creación dramática.
Guiones para cine
Treinta años después se inclinó por la producción de guiones cinematográficos. Y cinco años más tarde debuta con el guion de la película Chido One, el Tacos de Oro, que fue nominada al premio Ariel de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas de México.
El filme trataba de un chico que soñaba con ser futbolista y que consigue que la selección para la que juagaba quede campeona en un cotejo contra Alemania.
Pero sin duda, Como agua para chocolate fue la novela que la consagró, al punto que Alfonso Arau la lleva al cine en 1992. Fue la propia Laura Esquivel la que adaptó su libro a ese formato.
Esta obra de Esquivel también es considerada como realismo mágico, pero marca la diferencia con las novelas de Gabriel García Márquez, como por ejemplo Cien años de Soledad.

La historia que Esquivel habla sobre Tita, su amor por la cocina, pero hay más. Resulta que como hermana menor tiene prohibido casarse y debe cuidar a su madre hasta que ella mura. Esta novela fue traducida a muchos idiomas.
Un libro en medio del desamor
En 1994, Esquivel se hizo acreedora al premio American Bookseller Book of the Year, que le fue entregado en los Estados Unidos.
En medio de una enfermedad y de la desdicha que sentía por su divorcio, Laura Esquivel se inspira para escribir -con la esencia del desamor- su segunda novela titulada La ley del amor.
No cabe duda que Esquivel volcó su esencia y sensibilidad en su primera novela, tanto así que en 1998 lanza su obra Íntimas suculencias, que no era otra cosa que una recopilación de cuentos mezclados con recetas de cocina.
De allí que surge su frase: “Uno es lo que se come, con quién lo come y cómo lo come”.
Esquivel lanzó otras obras, pero en 1994 imprime su sello en una novela biográfica llamada Malinche, en la cual se refiere a Malinalli Tenépatl, quien era apodada así.
Se trata de una indígena que fue la amante del conquistador mexicano Hernán Cortés.

De lo romántico a lo detectivesco
Laura transgrede ese estilo literario que la caracteriza para publicar una novela, en el 2014, de tinte detectivesco, llamada A Lupita le gusta planchar, donde una mujer policía es la protagonista y cuya debilidad es el alcohol.
Dos años después, Esquivel lanza lo que sería la segunda parte de Como agua para chocolate en su libro titulado El diario de Tita.
Después de eso incursionó en la política y exploró otras áreas.
En una entrevista en Sin embargo al Aire, ella reveló que a veces hubiera querido no escribir Como agua para chocolate porque dentro de la trama “hay una madre castrante”.
En ese sentido, dice que “ahora el sistema es castrante; un modelo económico castrante, depredador, que impide que los jóvenes definan su destino”.