Artes circenses: vida, pasión y obra de Christian Guerra

Christian Guerra, instructor de malabarismo en el Circo de Luz. Fotografía: John Guevara.
El joven tiene 15 años de experiencia como artista circense. Para ser reconocido por su habilidad luchó incansablemente.

Christian Guerra tiene pasión por el arte circense y no lo piensa ocultar. “Es una forma de vida que te permite ser feliz y hacer feliz a la gente», dice entusiasmado.

A lo largo de 15 años este quiteño ha vivido aciertos y errores para convertirse en un experimentado trapecista.

El muchacho se dejó envolver por este mundo casi sin darse cuenta. Tenía 14 años cuando ya formaba parte de los voluntarios de la Cruz Roja Ecuatoriana.

«Siempre me ha gustado la labor humanitaria; estar en contacto con la gente», cuenta. 

Las artes circenses nos son bien valoradas, a decir del instructor del Circo de Luz, en Quito. Fotografía: John Guevara.

Una de las labores del voluntariado era impartir clases de primeros auxilios y educación sexual. Ese trajín lo llevó a conocer en 2007 a los artistas Matías Vermari y Tania Sánchez, quienes impartían clases circenses en el proyecto denominado Circo Social, de la Unidad Patronato Municipal San José.

Christian se sintió cautivado por la destreza física que implica esa categoría. Antes de cumplir los 15 años, el joven se integró al equipo del Circo en el grupo de aéreo.

Sus abuelos, a quienes también los consideró como padres, lo apoyaron en este mundo que empezó a explorar.

Con el dinero que recibía, pagaba los pasajes, golosinas y los materiales para las clases. Luego salía al colegio Alexander Von Humboldt, donde estudiaba el Bachillerato en el horario nocturno, de 18:00 a 22:00.       

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Las malas experiencias

La vida siempre tiene tropiezos. Uno de ellos fue haber formado parte del Circo Social con el programa gubernamental “Sonríe Ecuador”, iniciativa que estuvo plagado de errores en su ejecución y que fue señalado por la Contraloría General del Estado.

En la actualidad, Christian es instructor en el Circo de Luz, impulsado por el Patronato San José. Ahí enseña malabarismo, pero también imparte a sus alumnos que las artes circenses son valiosas y un arte maravilloso.

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