La prensa chicha es un fenómeno cultural de larga data y fuerte raigambre en Perú, por ello a nadie debería sorprenderle el éxito de la canción “Mi bebito fiu fiu”, un leitmotiv de factura peruana inspirado en los chats íntimos de dos amantes furtivos, hartamente célebres y bastante mediáticos: el expresidente de Perú Martín Vizcarra y la excandidata a diputada Zully Pinchi.
En palabras de Mónica S. Cappellini, académica, periodista y fotógrafa peruana, “la prensa sensacionalista existe, como en otros países, desde hace varias décadas, pero solo a partir de la mitad de los 80 se generó en Lima una prensa aún más picante, denominada prensa chicha, caracterizada especialmente por su estilo vulgar de explotación tendenciosa del sexo femenino, ataques y adjetivos hirientes a personajes públicos, ancianos, discapacitados y todo aquello que pueda ser de impacto o de interés humano”.

Como vemos, el músculo que tiene la prensa rosa en Perú es vigoroso, de ahí que acuñara términos criollos —castizos diría la Academia de la Lengua Española— como “ampay” y “chollywood”.
“Ampay” es una palabra quechua que describe el descubrimiento de algo o de alguien que trataba de ocultarse; y “chollywood” el neologismo de cholo y Hollywood, un término que alude a la farándula peruana.
Hijas de esa prensa son, por dar tres ejemplos, la conductora Laura Bozzo, y las cantantes Wendy Sulca y La Tigresa del Oriente, personajes excéntricos que lactaron del periodismo chicha y que entendieron muy bien el apetito del mercado peruano.
La prensa carroñera, la parodia y el cotilleo tienen tanto asidero en Perú como en Hispanoamérica los comentarios que a menudo emite el escritor Mario Vargas Llosa. Por eso incluso el propio autor de “Pantaleón y las visitadoras” ha sido el centro de la diana de la prensa sensacionalista en múltiples ocasiones, pero quizá con mayor encono cuando dejó a quien fuera su esposa para empezar un romance —o una nueva vida— con la española Isabel Preysler (https://elpais.com/gente/2021-01-15/isabel-preysler-50-anos-de-historia-de-espana.html).
Con estos antecedentes cabe colegir que la prensa chicha viene realizando tan diligentemente sus deberes que ha empezado a cosechar internacionalmente. Y lo ha hecho esta vez gracias al desliz del expresidente Vizcarra, un político cuya sobria imagen era la envidia de sus exuberantes rivales políticos.
Tal fue el escándalo que ocasionó el devaneo del exgobernante —y tal la enjundia con la que fue difundido el flirteo por la prensa chicha— que el tiktoker Tito Silva capitalizó el hecho y creó “Mi bebito fiu fiu”, la desopilante parodia cuya famosa letra reproduce los chats de los amantes descubiertos.
El éxito mediático de “Mi bebito fiu fiu”, sin embargo, no responde a un solo motivo sino a la suma de algunos de ellos, como su música, cuyos conocidos acordes —los de “Thank you”, de Dido— le imprimen un toque almibarado.
El que Bad Bunny la interpretara —con un halo de sorna— le dio otro impulso para que saltara los muros de Perú; pero sin el trabajo exhaustivo de las narices curiosas de la prensa chicha, ni el tema de Dido hubiera sido desempolvado ni Bad Bunny habría cantado con socarronería ni Tito Silva hubiera parafraseado a Zully Pinchi.
¿La canción es cursi? En el amor lo cursi está en aquellos que opinan sobre versos que no entienden ni les competen.
“La cultura chicha representa un grupo de costumbres de una subcultura limeña. Tomó este nombre por su relación con lo indígena”, dice Cappellini.

“Mi bebito fiu fiu” es una pieza musical mediática que aprovecha la coyuntura para burlarse del poder y del “amor” maduro. Con todo lo que ha generado en las últimas semanas podemos entender los dividendos que deja la prensa chicha y por qué frases tales como “¡que pase el desgraciado!” son tan populares.