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El Quito que albergó al Primer Grito de Independencia

Fotografía: Quito, siglo XIX, Rafael Salas, Wikimedia

En la primera década del siglo XIX Quito era una ciudad medieval.

Estaba cercada por iglesias, conventos y monasterios. Estas construcciones eran las únicas grandiosas, salvo las residencias de los colonizadores españoles y sus hijos, los criollos. 

Lo que hoy se conoce como Plaza de la Independencia se llamaba Plaza Mayor. En este lugar se levantó el palacio de Carondelet, vivienda del representante de la Reina española. Esta plaza no era más que un lodazal de mil doscientas brazas

Al centro, sobre una fuente de piedra, un ángel dorado arrojaba agua por una trompeta. Ahí las acémilas calmaban la sed y hacían sus necesidades biológicas, mientras sirvientes indígenas llenaban con agua gigantes vasijas de barro que cargaban en sus espaldas hasta las casas de sus amos.

Calles de Quito. Siglo XIX. Fotografía del libro “Quito en los ojos de los cronistas”.

La historia narra que también en esta plaza se azotaba públicamente a los esclavos indígenas y afrodescendientes.

Este era el Quito de 1809 que preparaba el Primer Grito de la Independencia.

Aunque ni los esclavos, ni los sirvientes, ni los amos que compartían el mismo líquido con las acémilas lo sabían.