Teresa Albiño desapareció el 9 de agosto de 2019 luego de que le ofrecieran un trabajo como auxiliar de una boutique, en el barrio San Cristóbal, ubicado en el sur de Quito.
La familia presentó la denuncia ante la Fiscalía General del Estado, pero el caso se enfría. No hay ningún indicio de su localización.
La tragedia de Teresa, que se originó tras una supuesta propuesta laboral, no es un caso aislado.
El 7 de abril de 2021, Mirian Michelle Mosquera Villegas, de 27 años, fue encontrada sin vida, en la vía Perimetral, en el norte de Guayaquil (Guayas).
La joven salió de su casa, ubicada en el Guasmo Sur, por una propuesta de trabajo, refirieron sus seres queridos.
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El jefe de la Unidad de Muertes Violentas de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), detalló que, según las investigaciones, se la llevaron con vida y después la mataron.
“Es la necesidad de ubicarse en un puesto laboral lo que a las personas no les permite cerciorarse que pueden ser estafadas o que, incluso, corren peligro. Y, del apuro, se olvidan de verificar la autenticidad del mensaje”, advierte Ernesto Andrade, sociólogo y psicólogo familiar.
Y es que la necesidad de encontrar un empleo remunerado se ha convertido en una constante en el país.
Las cifras del desempleo
Según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), en febrero de 2022 el desempleo se ubicó en 4,3 por ciento, es decir, cuatro de cada 100 personas de la Población Económicamente Activa (PEA) no tienen ocupación.
Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), este porcentaje refleja que 397 mil 645 personas se encuentran sin trabajo.
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