Annie Ernaux nació en 1940, en Lillebonne, una pequeña ciudad marítima de la región normanda de Francia; en el seno de una familia cuyos padres atendían detrás del mostrador de una tienda de aparejos para pesca que fungía además como cafetería.
Imaginar a la pequeña Annie transitando por estos paisajes ásperos y socialmente desiguales, posa nuestra mirada en las adjetivaciones con las que su extensa obra literaria ha sido calificada: corta, libre, severa y estoica.
Para quien no conozca a la autora y quiera empezar a recorrer su camino literario debe tener claro que la obra de Ernaux:
Destapa las raíces, los alienamientos y las limitaciones colectivas de la memoria personal (…) revela la agonía de la experiencia de clase y describe emociones como la vergüenza, la humillación, los celos o la incapacidad de ver quién eres, con lo que ha logrado algo admirable y duradero. Su obra intransigente está escrita en un lenguaje raspado hasta la limpieza. Esgrime la Academia sueca, en el veredicto del que es considerado uno de los más importantes galardones mundiales para las letras.
Siempre en tercera persona
“Un ejercicio de socorro”. Es así como la escritora francesa que nos ocupa asume el quehacer literario.
Ernaux suscribe la fuerza liberadora de la escritura: desde los dieciséis años lleva una bitácora personal. Un diario intimista que recoge sus experiencias, sobre el que (en entrevista con France 24) ha sido tajante al explicar que su objetivo es entonar el presente; no así, servir de un insumo para sus novelas.
Aún cuando todas ellas tienen como punto de partida los episodios vividos por Annie Ernaux en primera persona, su estilo se aleja conscientemente del esencialismo confesional, del juego autobiográfico; por el que de plano siente repulsión.
Escribe sobre sí misma en tercera persona, desde una intención histórica, sociológica; como si alguien más le dictara lo que percibe sobre ella.
La mujer helada (1981), El acontecimiento (2000); son piezas en las que la normanda nos aproxima a la vida hogareña y al aborto respectivamente. Siempre desde un ella. Desde esa otra a la que quiere mirar.
Y, si ha de ensayar sobre el afuera (le contesta al medio en cita) sería sobre una mujer migrante que cruza el mar Mediterráneo y llega a Occidente.
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— Bagre Revista Digital (@BagreRevista) October 16, 2022
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