Soy Quilago, princesa, guerrera y matriarca de los cayambis. Posiblemente nací en el año 1490 en Caranqui, una pequeña parroquia de la provincia de Imbabura, en Ecuador.
Mi nombre totémico, Túpac Palla, significa mujer felino o mujer guía y hace referencia al alto rango militar que ostentaban los líderes de las nacionalidades ancestrales que poblaban la serranía del norte, de lo que hoy se conoce como Ecuador. Por ello, mi rango es equiparable al de una monarca.
En efecto, los conquistadores incas ya habían logrado sus objetivos expansionistas en las tierras del sur y centro de Ecuador, conocidas como Chinchaysuyo. El próximo tramo dentro de su plan, era la conquista de los territorios que yo gobernaba.
Entrené a mis tropas con entereza: el enemigo era poderoso y corríamos el riesgo de ser aniquilados. Valiéndome de mis cualidades de estratega y negociadora, sumé aliados de territorios vecinos. A mi ejército de guerreros cayambis se unieron: caranquis, malchinguíes, cochasquíes, pastos y quillasingas del norte.
Durante dos años de enfrentamientos, mis aliados y yo logramos detener a los incas, comandados por Huayna Cápac.
Hasta que un día me tomaron prisionera.
Huayna Cápac respetó mi rango y, a cambio de un rescate que consistió en oro y joyas, me encerró en mi propio palacio, en Cochasquí. El monarca inca sentía una atracción hacia mí y quise valerme de esto para emboscarlo. Pero su servicio de inteligencia descubrió mis planes y fui arrojada, con mis sirvientes, a la fosa que preparé para matarlo.
Cuando me asesinaron, apenas tenía 25 años. Pese a mi juventud, era una guerrera consumada y resistí con valentía la embestida de las sangrientas tropas incas.